Vionnet y la congelación de óvulos de Apple y Facebook
18 nov 2014
La noticia nos llegaba hace unos días. Facebook y Apple estudian financiar a sus empleadas la congelación de sus óvulos. Es cierto que ni Apple ni Facebook han confirmado aún que vayan a llevarlo a la práctica, pero tampoco lo han desmentido. Quizás se trate de lanzar la noticia, sondear a la opinión pública e ir comparando los beneficios y ventajas para su imagen entre aplicar la medida y contratar a mujeres dispuestas a ser madres en edad de ser abuelas, o continuar contratando a una abrumadora mayoría de hombres. En ambos casos, la posición de ambas empresas está clara: ser mujer y decidir lo normal, es decir, ser madre en edad fértil, es absolutamente incompatible con trabajar en ninguna de las dos compañías.
Es sabido ya que ambas empresas y, especialmente Apple en los últimos meses, tienen puesta la lupa en el sector de la moda para fichar a profesionales con amplia experiencia y prestigio en el campo. Paul Deneve, CEO de YSL, Ángela Ahrendts, CEO de Burberry, Enrique Atienza, vicepresidente de operaciones de las tiendas de Levi Strauss en USA y Patrick Pruniaux, vicepresidente de ventas de TAG Heuerhan han sido los últimos en incorporarse a la empresa de la manzanita. Parece que el objetivo de estas contrataciones es garantizar el éxito del Apple Watch en el corto plazo; pero, en general, y pensando también en el medio y largo plazo, tiene sentido contar con perfiles que provienen del mundo de la moda, para vender cualquier gadget tecnológico: teléfonos, tablets o eso que viene con el nombre de wearables. La tecnología hoy es un complemento de moda más, como lo son un bolso o unos zapatos.
La cuestión es que el sector de la moda puede ofrecer a Apple y Facebook, además de buenos referentes en materia de ventas, otro, extraordinario, en materia de fomento del empleo femenino. Se trata de Madeleine Vionnet. Una innovadora con mayúsculas en el campo del diseño de moda y además pionera en la aplicación de prestaciones sociales a todos sus empleados, mayoritariamente, mujeres.
Madeleine Vionnet era lista desde pequeñita. Le encantaban las matemáticas y se le daban muy bien. Le hubiera gustado ser profesora, pero la realidad a veces se impone y su padre le envió a ayudar a una modista cuando era apenas una adolescente. Aunque no sabía coser, su disposición fue siempre tratar de hacer de la mejor forma posible lo que estuviera haciendo. Filosofía que le sirvió para pasar de no saber coger la aguja a dominar la técnica de la costura y convertirse en una innovadora en la materia.
Después de pasar por diversos establecimientos y de constituir su propia empresa en 1912, el éxito de sus innovaciones y el prestigio alcanzado, le llevaron a ampliar el negocio y a inaugurar en 1923 una nueva sede, no sólo más grande, sino también mucho más moderna en instalaciones y equipamiento. Y fue allí, en la elegante Avenue Montaigne de París, donde estableció toda una serie de medidas con el objetivo de mejorar la eficiencia en los métodos de trabajo de sus más de 400 empleados. Así, si estudió exhaustivamente la disposición de las diversas estancias de trabajo de patronistas, cortadores, modistas, probadoras, vendedoras, etc… para optimizar los procesos y evitar las pérdidas de tiempo en el trasvase de materiales y piezas de unos departamentos a otros, aplicó también otro tipo de medidas sociales para evitar el absentismo y facilitar a sus empleados el poder compatibilizar trabajo y familia. Abrió una guardería en el mismo centro de trabajo, contrató los servicios de prestigiosos médicos y dentistas para que atendieran a sus empleados en el mismo centro de trabajo, concedió bajas por maternidad y vacaciones pagadas en un momento en el que era inusual hacerlo, pagaba 500 francos por la llegada de un nuevo hijo, cantidad que depositaba en una cuenta bancaria para que fuera generando intereses. Fundó también una escuela de formación nocturna para empleadas, donde se impartían cursos variados de cultura general. “Una buena modista es mucho más que dos manos bien entrenadas, tiene también un cerebro y un corazón”, decía.
Me parecía justo citarla y recordar sus aportaciones en la materia al hilo de esta posible medida de Apple y Facebook. Ser flexible no consiste en alterar el orden natural de las cosas y en ofrecer la posibilidad de ser madre artificialmente a partir de los sesenta y muchos, sino en pensar en los modos en los que las mujeres pueden compatibilizar su actividad profesional fuera del hogar con el hecho de poder ser madres sin achaques.
Vionnet es un claro ejemplo de jefa con esa mentalidad flexible y alguien que abrió camino en el asunto. Pero fue tan por delante que nos desorientamos y nos perdimos. Casi un siglo después, en la era de la revolución digital, seguimos sin saber cómo resolver el dichoso tema de la conciliación de una manera sensata.
Pero el precedente está ahí para quien lo quiera conocer. En el sector de la moda de la década de 1920. A veces me gustaría creer en la reencarnación para que Vionnet volviera sobre sus pasos y se diera cuenta de que casi nadie le siguió. Y que empresas como Facebook y Apple contrataran sus servicios para el asesoramiento en el asunto. Pero es verdad, le gustaban los retos y puede que le pareciera un trabajo tan básico que le diera pereza. Yo lo entendería perfectamente.

Ana Balda
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