15 oct 2025
Empieza un nuevo curso y, como casi siempre en la moda, lo hace con una mezcla de ilusión y presión. Trabajamos con ciclos cortos, pero las decisiones que tomamos dejan una huella larga: en el empleo, en las cadenas de suministro y en el planeta.
Desde la experiencia de una empresa familiar española con vocación internacional, comparto una reflexión sobre lo que creo que necesitamos para encarar 2025 y 2026 con ambición y realismo.
La primera obligación de cualquier compañía es ser rentable. Sin margen no hay inversión y, sin inversión, no hay futuro. Pero el cómo importa tanto como el cuánto. Disciplina en precios y en costes, foco en producto con valor añadido y una cura de realismo frente a la promomanía permanente que erosiona el valor de las marcas. La mejor promoción, entre comillas, continúa siendo un producto deseable, bien hecho y bien contado; beneficio sí, pero no a cualquier precio.
En un mercado saturado, la marca es el activo irrepetible. Exige consistencia: en diseño y calce, en calidad y servicio, en tono y promesa. La coherencia entre lo que se promete y lo que se entrega genera confianza; la confianza se convierte en preferencia, y la preferencia, en ventas que vuelven.
“La construcción de marca es un maratón, no un sprint, y pide paciencia, método y una narrativa que conecte con la gente sin imposturas”
El consumidor, más consciente y más impaciente que nunca, quiere saber quién fabrica, con qué materiales y bajo qué condiciones, y a la vez espera inmediatez, personalización y experiencias memorables. El reto es equilibrar transparencia con agilidad: menos ruido y más escucha para convertir datos en servicio útil, tanto en la tienda física como en el canal digital. La cercanía no es un eslogan; es atender, resolver y aprender de cada contacto.
Omnicanalidad no es abrir canales, es integrarlos. Inventario unificado, políticas claras y precios coherentes para que el cliente sienta una sola marca esté donde esté: retail propio, wholesale, marketplaces o ecommerce. La tienda física sigue siendo un gran medio de comunicación y el lugar donde se enamora al cliente; lo digital amplifica ese vínculo cuando la experiencia es fluida y consistente.
La volatilidad se ha vuelto norma: geopolítica, costes logísticos, disponibilidad de materias primas y plazos alteran cualquier planificación. Mantener la producción en proximidad, diversificar proveedores críticos, ganar visibilidad y trabajar con ventanas de planificación más cortas ayuda a reducir roturas y sobrestock.
Dentro de esta volatilidad, uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos es el deterioro del canal wholesale y multimarca, que está desapareciendo en toda Europa a una velocidad mucho mayor de la que todos esperábamos y que es difícilmente sustituible por el resto de canales en el corto plazo.
“El consumidor, más impaciente que nunca, quiere saber quién fabrica, con qué materiales y bajo qué condiciones”
Nada de lo anterior funciona sin personas. Hace falta talento creativo, artesano, digital y de gestión. El sector compite por perfiles Stem y, a la vez, debe proteger el oficio: patronaje, aparado, montaje, control de calidad. La tecnología, incluida la inteligencia artificial, puede acelerar el diseño, ajustar la demanda, mejorar la compra de materiales y liberar tiempo del equipo para lo que aporta valor. La condición es clara: tecnología ética, explicable y al servicio de las personas. La alianza con escuelas y la FP es esencial para garantizar relevo generacional.
La sostenibilidad ya no es un eslogan; es gestión diaria. Materiales trazables, diseños duraderos, reparación cuando proceda y circularidad allí donde tenga sentido, con métricas verificables. Menos greenwashing y más indicadores: consumo de agua y energía, porcentaje de materiales certificados, huella por par y vida útil. La mejor colección sostenible es la que se usa y se guarda.
También necesitamos foco. Cada lanzamiento compite por atención y recursos, así que conviene racionalizar drops, reducir complejidad y apostar por iconos que trasciendan temporadas. Menos SKUs y mejor definidos suele significar mejor margen, menos mermas y un equipo concentrado en lo que de verdad diferencia.
La internacionalización continúa siendo fundamental en el sector de la moda. Elegir mercados, definir modelos de entrada sostenibles y trabajar con socios que compartan valores es más efectivo que abrir por abrir. La venta digital transfronteriza es un buen laboratorio para testar tracción antes de dar el salto físico.
Y, sobre todo, gobierno corporativo para pensar en largo. La moda es emoción; la gestión exige método: planificación, cuadro de mando, ética en compras y ventas, control de riesgos y una cultura que premie la responsabilidad. En las empresas familiares, continuidad implica hablar de sucesión, profesionalización y diversidad en la toma de decisiones. Detrás de cada prenda o de cada par hay diseño, materiales, manos expertas y orgullo: rebajar por sistema no puede ser nuestra estrategia.
El curso 2025-2026 será exigente, pero también una gran oportunidad para las marcas españolas. Tenemos industria, talento, creatividad y una manera muy nuestra de entender el producto y el servicio. Si alineamos las tres P (Profit, People, Planet) y sumamos innovación con oficio, seguiremos compitiendo mejor y con más alma. Al final, la moda va de emocionar… y de durar.
Lina Mascaró
Lina Mascaró es presidenta de Mascaró.
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