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Fantasmas y legado en Milán: Armani, Versace y Gucci abren un nuevo capítulo

Milán afronta una transición histórica. Ante la reciente desaparición de Giorgio Armani y la tercera reinvención de Versace, Gucci encara su primer examen con Demna, en un calendario que desafía la resiliencia del lujo italiano.

Fantasmas y legado en Milán: Armani, Versace y Gucci abren un nuevo capítulo
Fantasmas y legado en Milán: Armani, Versace y Gucci abren un nuevo capítulo
La 'fashion week' milanesa se celebrará por primera vez tras el fallecimiento de Armani.

Triana Alonso

No es la primera vez que Milán hace frente a un relevo histórico. Y probablemente tampoco será la última. En julio de 1997, la inesperada muerte de Gianni Versace ocupó las portadas de los periódicos de todo el mundo y obligó a la industria italiana a mirar al abismo. La maison de la Medusa, emblema de una Italia opulenta, festiva y noctámbula, quedó desmontada en cuestión de horas. Las imágenes de Donatella y Santo Versace en el funeral en la catedral de Milán fueron casi un acto de Estado, con la ciudad entera asumiendo que el glamour a la italiana se había vestido de luto.

 

Lo que ocurrió después fue un vuelco sin manual, un cambio de rumbo ante el que su hermana tomó el timón de la icónica casa de moda. Donatella asumió entonces el relevo creativo en un momento en que la continuidad parecía imposible y convirtió el exceso en relato. Bajo su mando, Versace siguió brillando en las alfombras rojas y en las portadas de las revistas, transitó la crisis de los 2000, saneó sus finanzas con la entrada de capital privado y, en 2018, dio un paso más con la venta a Capri Holdings. Aquella operación convirtió a Versace en una multinacional, manteniendo a la diseñadora como guardiana estética y rostro visible del mito. Hoy, la historia empieza de nuevo, con Donatella alejada de la primera fila y bajo el paraguas de un nuevo propietario, la casa italiana Prada.

 

El nuevo director creativo de la firma es Dario Vitale, un diseñador formado en Prada y Miu Miu, que debutará esta temporada en Milán con una presentación íntima que se celebrará el próximo viernes. Para Versace, el desafío es monumental: conservar el ADN barroco y audaz que la define y, al mismo tiempo, integrarse en la disciplina industrial de Prada con la ambición de igualar los resultados estrella de la hermana pequeña del grupo, Miu Miu.

 

“Estamos preparados para trabajar duro y somos conscientes de que la consolidación del proyecto llevará tiempo -aseguró el consejero delegado del grupo Prada, Andrea Guerra, coincidiendo con la compra de Versace por 1.250 millones de euros-; aspiramos a un crecimiento de ingresos sostenible a largo plazo, no en los próximos trimestres”. Con la adquisición estratégica cerrada el pasado abril, el conglomerado italiano no sólo aspira a convertirse en máximo exponente del lujo en el país, sino que elevó la facturación global de la compañía a 6.300 millones de euros.

 

 

 

Con el reciente fallecimiento de Giorgio Armani, la moda italiana vuelve a quedarse huérfana de iconos a los que mirar como guía referente. A sus 91 años, Armani era el último gran diseñador independiente, el hombre que convirtió la sastrería sobria en lujo global y que controlaba personalmente cada pieza de su imperio. Su testamento manuscrito ha trazado la hoja de ruta para el futuro de la compañía.

 

La Fundación Giorgio Armani ha heredado el 99,9% de las acciones del grupo, con la recomendación de vender el 15% del capital a un socio estratégico como LVMH, L’Oréal o EssilorLuxottica en un plazo de 12 a 18 meses. Asimismo, las instrucciones del diseñador contemplan que, en un plazo de tres a cinco años después, el comprador pueda hacerse con una participación adicional de entre el 39% y el 54,9% del capital. De no completarse esta venta, Armani dejó abierta la posible salida a Bolsa, en un mercado italiano o equivalente, con un horizonte de hasta ocho años.

 

Lo que está en juego son ventas de más de 2.300 millones de euros anuales, un portfolio que abarca moda, hoteles y gastronomía, y la narrativa de independencia que ha sido la seña de identidad de la casa. Si Versace ya vivió su primera transición en 1997, ahora es Armani quien debe aprender a sobrevivirse a sí mismo.

 

El desafío es ahora tanto emocional como económico. Además de haber sido uno de los grandes diseñadores de la historia de la moda, Armani también fue un hombre adelantado a su tiempo, capaz de leer las situaciones en contextos de incertidumbre. Sin ir más lejos, en febrero de 2020, el italiano fue una de las primeras personalidades de la industria en tomar cartas en el asunto ante las primeras manifestaciones del Covid-19. Abanderando la prudencia que sólo otorga la experiencia, Armani vació por primera vez su sala de desfiles, celebrando un show a puerta cerrada que fue transmitido en streaming cuando el Covid-19 apenas comenzaba.

 

 

En verano de ese mismo año, el diseñador canceló su desfile de alta costura en París y de prêt-à-porter en Milán, previstos para otoño, y comunicó que se reagruparían en una sola presentación en enero de 2021 bajo el paraguas de Armani Privé. Carlo Capasa, presidente de la Camera Nazionale della Moda Italiana, describió las decisiones como “coherentes con su visión”. Sin él, la ciudad pierde no sólo un creador, sino un referente ético que supo imponer el sentido común sobre el espectáculo.

 

A modo de homenaje, la firma Giorgio Armani será la encargada de poner el broche de oro a la fashion week de Milán, que comenzará este martes y concluirá el próximo domingo 28 de septiembre. En un desfile dedicado a la colección de prêt-à-porter para la primavera-verano 2026, el emblemático palacio Brera será el escenario de excepción para presentar las últimas creaciones del rey de la moda italiana. El show, coincidirá con el cincuenta aniversario de la casa y se sumará al desfile de la línea Emporio, previsto para el jueves 25 de septiembre, y a una exposición dedicada en la Pinacoteca de Brera, que contará con más de un centenar de looks del archivo de Armani.

 

gucci la famiglia 1200

 

Celebraremos la fashion week homenajeando a uno de sus fundadores, Giorgio Armani; así como a su legado creativo, empresarial y humano, de gran valor en este periodo de transformación que atraviesa la moda”, subrayó el presidente Carlo Capasa. El evento, que precederá a la Semana de la Moda de París, contará con una cargada agenda de 171 eventos, entre los que destaca la celebración de 54 desfiles, el mismo número que en la pasada edición.

 

En este denso calendario de moda, que también contará con las primeras propuestas de Louis Trotter para Bottega Veneta (el sábado 27) y de Simone Belloti en Jil Sander (el miércoles 24), destaca el relanzamiento de otra casa de moda histórica. Gucci afrontará su primer examen bajo la dirección creativa del exBalenciaga Demna y de su nueva consejera delegada, Francesca Bellettini, nombrada tras la llegada de Luca De Meo a la dirección del grupo Kering.

 

 

La firma, que en su día fue la gallina de los huevos de oro del grupo, atraviesa su peor racha en una década, con las ventas cayendo en torno a un 25% en el primer semestre de 2025. Luca de Meo, nuevo consejero delegado de Kering, ha prometido medidas rápidas para recuperar el pulso de la joya del conglomerado y confía en la exmáxima ejecutiva de Saint Laurent para darle la vuelta al negocio, devolviéndole su rentabilidad y brillo creativo. El cambio de rumbo se anuncia imprescindible, en un contexto en el que la marca representa la mitad de las ventas del hólding. Aunque la firma ha desvelado algunas de las primeras creaciones del diseñador georgiano a través de un lookbook bajo la temática de La Famiglia, la presentación de la colección tendrá lugar en un evento íntimo este martes.

 

A lo largo de su historia, Gucci ya ha muerto varias veces y ha aprendido a levantarse a golpe de reinvención. En los noventa, el dúo creativo y empresarial formado por Tom Ford y Domenico De Sole rescató la empresa del caos familiar, creando un lenguaje de sensualidad que volvió a colocarla en el centro de la moda y abrió la puerta a su posterior venta a PPR, hoy conocida como Kering. Después llegaron Frida Giannini y Alessandro Michele, cada uno con su propia lectura de los archivos. De la sofisticación comercial al maximalismo excéntrico que convirtió a Gucci en fenómeno cultural antes de comenzar su particular descenso a los infiernos, por el que poco pudo hacer la propuesta comercial del exPrada Sabato de Sarno.

 

En los próximos días, Milán será el escenario donde se verá si la industria italiana es capaz de convertir la nostalgia en motor de futuro. Los desfiles serán la parte visible, pero en el backstage empresarial se juega algo más grande.  La redefinición del modelo de negocio, la institucionalización de marcas que nacieron de un genio solitario y la búsqueda de un equilibrio entre identidad y rentabilidad son hoy una obligación para tres de los nombres más importantes de la moda italiana.

 

Como en 1997, las portadas volverán a ser el reflejo de una ciudad que se reinventa. Milán se enfrenta a un capítulo de transición generacional, obligada a sobreponerse a grandes ausencias, como en su día ya hizo con el fallecimiento de Gianni Versace o de la mismísima Franca Sozzani, el icono editorial que convirtió Vogue Italia en un laboratorio de cultura visual. Las grandes instituciones están llamadas a seguir siéndolo sin llegar a perderse en el intento. Milán será Versace sin Versace, Armani sin Armani y Gucci en reconstrucción.