Opinión

Las tiendas pop-up, ¿truco o trato?

Patricia Eguidazu

11 mar 2013

Las tiendas pop-up son un concepto en auge, pero, como todo, tiene sus ventajas y desventajas.

 

En primer lugar me gustaría hablar sobre, el origen de este “movimiento de retail” y en lo que se ha convertido dicha iniciativa.

 

El “movimiento” nació en Reino Unido hará unos cinco años, y surgió en primer lugar debido a la gran estampida que hubo nada más empezar la crisis en las mejores calles de retail de Londres. Súbitamente los locales se vaciaron y calles como King’s Road adquirieron una apariencia fantasmagórica. Con el fin de no dar una imagen de depresión tan abrupta, y una vez se dieron cuenta que reenganchar contratos de alquiler millonarios con contratos aun más jugosos se estaba volviendo complicado, los dueños de dichos locales (en muchos casos el Gobierno británico) empezaron a ofrecer sus espacios para momentos puntuales y sobre todo transitorios. Así nacieron las pop-up, que en inglés significa algo así como emerger (habría que imaginarse el momento en el que una planta consigue atravesar la tierra y aparecer ante nuestros ojos).

 

Al principio del movimiento, marcas de gran renombre empezaron a utilizar dichos espacios para analizar su aceptación en zonas que les fuesen de interés, y sobre todo para presentar productos novedosos rodeados de una atmósfera donde la relevancia se la llevaba la imagen de la marca y no el fin recaudatorio. Marcas como Mini o Prada han sido grandes organizadoras de pop-ups cuyo objetivo principal era atraer la atención del público pero bajo la enseña “crear conciencia de marca”.

 

Con el tiempo, y como la crisis se agudizaba, las marcas dejaron de tener dinero para semejantes acciones de márketing y los dueños de los locales siguieron explotando el concepto pero ya con unos objetivos más comerciales. Las pop-up se convirtieron entonces en contratos de alquiler más flexibles, para nuevas marcas que probaban suerte y que con un poco de ayuda podrían llegar a estabilizarse y por lo tanto a contratar dicho espacio de una forma más largoplacista. Esta versatilización del concepto original gustó también mucho y gracias a estas condiciones, muchas son las marcas que han nacido y se han lanzado al retail sin grandes endeudamientos. Por otro lado también fue un buen momento para que marcas que estaban beneficiándose del boom online probasen suerte con espacios físicos y pudiesen determinar así su estrategia futura.

 

Sin embargo y como siempre digo, el equilibrio es fundamental y el ser humano siempre tiende a desvirtuar todo a través de la maximización, y esto señores es lo que está pasando al menos en España con este original concepto.

 

Hemos pasado sobre la conciencia de marca, y las pruebas para nuevos negocios, una forma enormemente rentable y vistosa de organizar mercadillos. Hoy en día todo se negocia, los espacios se pueden alquilar por días a precios irrisorios, no se invierte en decoración y en algunos casos ni en limpieza y sin embargo tenemos a precio de saldo un local comercial a pie de calle (en las mejores zonas comerciales de las ciudades) para vender todo lo que nos sobra, stock, cosas de segunda mano, producciones que no sabemos porque seguimos haciendo en tan grandes cantidades. Hoy en día todo el mundo es retailer y tiene acceso al mundo comercial. Ya no gastamos ni en comunicación online para todas esas webs tan corporativas con tantas funcionalidades como la venta online, en las que hemos invertido tanto. ¿Para qué? Ahora cogemos y nos plantamos en cualquier ciudad de España o Europa con nuestro mercadillo transitorio y a ver que vendemos… Y mientras tanto todas esas marcas que intentan hacer las cosas bien, que invierten, que están proporcionando puestos de trabajo y que se siguen gastando un dinero que no les sobra en dar una imagen correcta a sus productos, ven cómo estos se devalúan porque en los locales de al lado “popean” sin cesar mercadillos que no solamente les hacen la competencia en precios sino que echan por tierra todo el esfuerzo que requiere poder estar presente en una zona comercial principal.

 

Y para finalizar sólo nombrar lo poco “oficial” que son los ingresos que en estos lugares se generan, ya que además de no disponer de TPV, ni siquiera se declaran dichas actividades pasajeras, al igual que probablemente los dueños de los espacios tampoco declaran dichos ingresos “momentáneos”.

 

En Madrid hay varias zonas que los domingos están cerradas al tráfico por los mercadillos, se les da su espacio, su lugar.

 

¿Porqué las marcas que luchan por una imagen no tienen derecho a mantener el suyo en exclusiva? Y desde aquí vuelvo a hacer un llamamiento para no fomentar este tipo de actividades comprando en dichos lugares, porque así sólo vamos a destrozar una industria de la que vive mucha gente.

Patricia Eguidazu

Patricia Eguidazu

Patricia Eguidazu es licenciada en ADE por Cunef y Máster en gestión y promoción de empresas de moda por el Instituto Marangoni de Londres. Es profesora de nuevos proyectos de moda con especialización en marcas artesanas y a medida. Empezó su carrera especializándose en el lanzamiento de nuevas marcas a nivel internacional. Actualmente asesora a todo tipo de empresas de la industria de la moda en el estudio y la implantación de nuevas tendencias de comunicación y retail.

 

Puedes encontrarme en...  tzfashionconsulting.com