Un hombre del motor en el lujo de París: quién es Luca de Meo y qué puede hacer por Kering
El grupo francés confía su remontada al exconsejero delegado de Renault, experto en transformación empresarial y con un perfil poco convencional en el lujo. El motor son operaciones, pero también diseño, lo que Kering necesita.


Si hay una industria que pueda hacer gala de unas operaciones perfectamente afinadas y que, de hecho, haya inventado hasta modelos propios, esa es la del automóvil. Esta misma industria se ha sometido durante los últimos años a un cambio de imagen: los coches ya no sólo tienen que ser seguros, útiles o fiables, también bonitos. Y si hay un directivo que lo sepa es Luca de Meo, que ha liderado esta transformación no una, sino dos veces. Kering, el eterno rival de LVMH ahora en horas bajas, necesita alguien al volante que sepa hacer las cosas bonitas como reclama el lujo, pero también ordenadas.
Milán, años ochenta. Un joven estudiante de la Universidad Bocconi, hijo de profesor y criado entre motores, empieza a abrirse camino en la gestión empresarial. Cuatro décadas después, Luca de Meo, nacido en 1967, políglota, con más de treinta años de trayectoria en automoción y una reputación de gestor reformista, ha sido nombrado consejero delegado de Kering, uno de los mayores grupos de lujo del mundo.
Licenciado en Administración de Empresas por la Universidad Bocconi, De Meo habla cinco idiomas y ha ejercido cargos directivos en Renault, Volkswagen, Audi y Fiat. Relanzó el Fiat 500, creó la marca Cupra en Seat, y acaba de cerrar el mejor ejercicio operativo de Renault en una década. Cupra nació en el seno de Seat en 2017 y siete años después ya es el 50% de las ventas del grupo, con coches un 20% más caros. Desde 2024, Luca de Meo ha llevado a cabo un ejercicio similar en Renault: no podía crear un nuevo Cupra, por que ya existía Alpine, pero redujo costes, fabricó menos coches y les aplicó más diseño. En 2022, devolvió Renault a beneficios.
Luca de Meo conoce el rigor de las operaciones del motor, pero además ha liderado una transformación basada en diseño en Seat y Renault
El próximo 15 de septiembre, Luca de Meo asumirá la dirección ejecutiva de Kering, mientras que François-Henri Pinault conservará la presidencia. Es la primera vez que ambos cargos se separan desde la transformación del grupo en un hólding de lujo en 2003. Está decisión de urgencia coincide con una tormenta en la casa del lujo. Kering ha perdido en dos años más de la mitad de su valor bursátil y ha visto cómo su rentabilidad operativa se reducía del 27,5% al 13,4%. El margen operativo de 2024 cerró en el 14,9%, frente al 35% de su rival Hermès. Gucci, que representa cerca del 50% de la facturación del grupo, no logra despegar tras el relevo creativo, y los efectos de la apuesta inmobiliaria y las adquisiciones e inversiones en Creed, Valentino o activos prime han disparado la deuda neta hasta 10.500 millones de euros.
El perfil de Luca de Meo no responde, sin embargo, a los cánones habituales del sector del lujo, pero sí a la lógica de un grupo que busca recuperar control operativo y credibilidad financiera, lo que da a Kering credibilidad en los mercados. En Renault, el directivo milanés articuló el plan estratégico Renaulution, que combinó un severo plan de ahorro de costes con una ofensiva de electrificación y reposicionamiento de marca.
El resultado: Renault cerró 2024 con 56.200 millones de euros de facturación, un margen operativo del 7,6% y un flujo de caja libre de 2.900 millones. En el sector automovilístico, altamente regulado, competitivo y fragmentado, estos resultados suponen una transformación profunda en menos de cinco años.
Kering ha perdido en dos más más de la mitad de su valoración bursátil y necesita un golpe de efecto
Un ADN compartido con las ‘maisons’ y una estrategia de gestión transversal
El nombramiento no sólo responde a la lógica financiera. Hay también una dimensión simbólica y cultural. De Meo es italiano, como Gucci, Bottega Veneta, Pomellato, Brioni o Ginori 1735. Aunque Kering cotiza en París, su red de valor está esencialmente asentada en Italia: el 88% de su cadena de aprovisionamiento está en Italia, donde las relaciones con talleres, fábricas y proveedores requieren una sensibilidad que va más allá del management.
El nombramiento del milanés puede leerse también como un guiño estratégico a la industria italiana del lujo, cuya cooperación es indispensable en un momento de transición para las maisons.
Kering aglutina once marcas que van de Gucci a Balenciaga, de Yves Saint Laurent a Boucheron. De Meo sabe orquestar portafolios complejos: en el grupo Volkswagen supervisó simultáneamente Seat, Cupra, Ducati y Lamborghini, equilibrando marcas de masa con firmas de alto valor añadido. Esa experiencia debería resultar útil para reanimar Gucci sin descuidar la marcha de las otras casas ni perder foco en la división de belleza, uno de los nuevos vectores de crecimiento para el hólding.
La disciplina financiera será otra de sus bazas. En Renault recortó 2.000 millones en costes en dos años y duplicó la generación de caja. Ahora, en un contexto menos favorable para el lujo y con la presión creciente de las agencias de calificación, se espera de él una racionalización de estructuras, mejora de márgenes y ajuste de inversiones tras la etapa reciente de Kering.
La disciplina financiera será una de las bazas de De Meo en Kering, un grupo que ha vendido activos inmobiliarios para conseguir aire
Precedentes industriales y lógica de gobernanza familiar
Kering no es el primer grupo que apuesta por un perfil externo para dirigir una firma de moda. En 2004, Gucci Group nombró a Robert Polet, procedente de Unilever. Fue una decisión polémica, pues implicaba pasar de vender helados a liderar la casa de Tom Ford, pero la apuesta resultó también eficaz. Polet cuadruplicó el beneficio operativo en tres años.
Ralph Lauren, por su parte, fichó a Patrice Louvet desde Procter & Gamble en 2017. Chanel nombró en 2022 a Leena Nair, ejecutiva de talento en Unilever, para liderar la maison. Incluso Ferrari confió en 2021 en el ingeniero Benedetto Vigna para reconducir su transición tecnológica.
El lujo, cada vez más, parece exigir gestores capaces de repensar la cadena de valor, optimizar recursos y conectar con consumidores que no se emocionan sólo con herencia o savoir-faire. De Meo no viene del mundo de la moda, pero sabe construir relato de marca, reposicionar producto y transformar operaciones. En el contexto actual, eso pesa más que el pedigrí fashion.
Kering es, además, una empresa familiar. François-Henri Pinault conserva el 42% del capital a través de Artémis, el hólding fundado por su padre François Pinault. El nuevo director general no es ajeno a este tipo de estructuras. En Fiat trabajó bajo el paraguas de la familia Agnelli, y en Volkswagen bajo el ojo de los Piëch. Sabe cómo operar entre grandes accionistas, intereses cruzados y lógica patrimonial.
La pregunta es si su modelo de liderazgo basado en análisis y austeridad, visión industrial y márketing eficaz podrá adaptarse al ritmo volátil, creativo y emocional del lujo.