Menos puentes y más broncas: Trump y Von der Leyen llega a la cumbre sostenible de Europa
El Global Fashion Summit celebró ayer su primera jornada en Copenhague (Dinamarca), en un entorno macroeconómico cada vez más complejo y que desvió por primera vez en años el discurso unitario en torno a la sostenibilidad.


Pese a los esfuerzos por mantener un discurso positivo, el primer encuentro de la edición de 2025 de Global Fashion Summit, el congreso de sostenibilidad más importante en Europa y que está teniendo lugar esta semana en Copenhague (Dinamarca), puso la guinda a una sensación que hace meses se intuye en el sector. Esa de que la era de la sostenibilidad ha llegado a su fin, junto a la de la colaboración, los avances y los puentes. Los aranceles recíprocos de Estados Unidos o el paquete Ómnibus sobrevolaron ayer la jornada desde el primer momento, enfrentando a legisladores, empresas y patronales ante la gran pregunta: ¿cómo hacer avanzar la sostenibilidad en esta nueva realidad cada vez más incierta?
“No sólo se ha parado el tren, sino que ha empezado a ir hacia atrás, y lo ha hecho sin avisar”, expresó ayer Claus Teilmann, responsable de derechos humanos y compromiso en el gigante Bestseller. Al directivo le tocó la titánica tarea de ser la primera, y de las pocas empresas, que acudirá como ponente a la jornada durante los próximos días. Para Teilmann la respuesta estuvo clara. “Europa ha fallado – argumentó-; la simplificación se va a convertir en desregulación, así que debemos optar por salvar lo que podamos”.
Mientras que el directivo de Bestseller optó por la practicidad, para Lara Wolters, eurodiputada e impulsora de la Due Diligence, una de las tres legislaciones afectadas por el paquete Ómnibus, la batalla aún no está perdida. “Tenemos que hacerlo mejor, el año pasado sacamos adelante dos grandes piezas legislativas que no eran perfectas, pero eran buenas, y la Comisión Europea ha utilizado el informe Draghi para desregularizar en el momento que ha podido”, denunció la parlamentaria.
Lara Wolters: “La intención de la Comisión es enviar una señal de que nosotros también vamos a hacer las cosas diferentes”
En este sentido, Wolters redibujó la razón real tras la renovada estrategia de la Comisión Europea: “No hay nada malo en simplificar para hacer las legislaciones sostenibles para las empresas, pero la intención siempre ha sido enviar una señal política de que nosotros también vamos a hacer las cosas diferentes”, argumentó.
En un ambiente global complejo e incierto, la primera jornada de Global Fashion Agenda, que se celebra bajo el lema Barriers and Bridges, estuvo ayer más marcada por las barreras que los puentes. Teilmann recurrió a la escalabilidad como el gran problema del sector. “Hemos invertido grandes cantidades en desarrollar nuevos materiales, pero estamos en la fase de experimentación todavía, llevar esto a la cadena es todavía muy costoso”, defendió.
El directivo también aprovechó el escenario para apelar a los reguladores europeos, bajo la premisa que la sostenibilidad no puede avanzar si no se incentiva también la demanda. “No podemos asumir todos los costes, y el cambio será difícil hasta que el consumidor también se implique”, alegó Teilmann.
Wolters, por su parte, que protagonizó uno de los discursos más críticos durante la jornada de ayer, se dirigió también directamente a las empresas. “Fabricar una camiseta que se venderá a 25 euros puede costar apenas 50 céntimos ¿pero no podemos subir el coste de producción un euro por utilizar algodón reciclado? -replicó la parlamentaria-; y de hacerlo, ¿hay que pasárselo al consumidor?”.
En Estados Unidos, la moda se enfrenta a recortes presupuestarios y políticas contrarias a criterios ESG
Las barriers del otro lado del charco
Parálisis, caos y, especialmente, frustración, resonaron entre los participantes de la discusión. Junto a Teilmann y Wolters, Chelsea Murtha, directora senior de sostenibilidad en la American Apparel&Footwear Association (Aafa), la patronal de la moda en Estados Unidos, participó en la primera jornada de la cumbre. “¿Cómo no van a ser una prioridad para nosotros los aranceles?”, preguntó la directiva al público.
“Si suben los precios y cae el consumo, significa que cada vez las empresas tienen menos dinero para gastar -razonó la directiva-; y es más y más complicado convencer a un director financiero para que invierta en decisiones sostenibles”.
Junto al enfrentamiento entre la Comisión y el Parlamento europeo, en Estados Unidos, la legislación ha tomado dos caminos muy diferentes a nivel nacional y estatal, ilustró Murtha. Mientras la administración de Donald Trump, presidente del país, ha optado por recortar planes de gasto en programas ESG y abandonar cualquier intención de regulaciones sostenibles, varios estados, liderados por California y Nueva York, avanzan poco a poco en sus legislaciones y esquemas de responsabilidad ampliada del productor (RAP).
Chelsea Murtha: “¿Cómo no van a ser una prioridad para nosotros los aranceles?”
Las barreras entre el camino del Gobierno central y los estados han añadido capas de incertidumbre a la gestión empresarial en el país, en un momento ya muy marcado por la volatilidad y la incertidumbre. “Los estados pueden actuar hasta cierto punto, el gobierno de California no puede negociar un acuerdo de libre comercio o controlar las importaciones”, recordó Murtha.
Las nuevas realidades y barreras políticas que se han alzado desde el encuentro del año pasado tuvieron un lugar central ayer. “Cuántas cosas cambian en el mundo, especialmente en política: hace un año no teníamos ni el mismo Parlamento ni Comisión Europea que hoy, así como un presidente de Estados Unidos muy diferente”. Fue precisamente con esta frase con la que Federica Marchioni, consejera delegada de Global Fashion Agenda, daba inicio a la cumbre. Pese a ello, la jornada comenzó con un discurso aún positivo en torno al futuro de la sostenibilidad en moda de la mano de la parlamentaria danesa Mette Reissmann, que calificó la sostenibilidad como un imperativo del crecimiento.
“Debemos superar todo el ruido y alzarnos por encima de que la idea de los negocios es simplemente esa, en lugar de un equilibrio entre generar beneficios y la sostenibilidad de un modelo”, defendió. Frente a la sensación de que la Unión Europea ha dejado de tener voz en el plano de las relaciones internacionales, la representante volvió a defender el poder blando de los Veintisiete. “Podemos tener un impacto; por mucho que se esfuercen en lo contrario, nuestro futuro no está marcado por un arancel”, argumentó.