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Agitar conciencias, un planeta en crisis y pocas soluciones en la cumbre sostenible de Europa

Global Fashion Summit dio ayer el pistoletazo de salida en Copenhague, donde profesionales y activistas se dieron cita. Paul Polman, Circ o la Comisión Europea reflexionaron sobre muchas ideas, pero sacando pocas conclusiones.

Agitar conciencias, un planeta en crisis y pocas soluciones en la cumbre sostenible de Europa
Agitar conciencias, un planeta en crisis y pocas soluciones en la cumbre sostenible de Europa
Colaboración para descarbonizar la cadena de aprovisionamiento, materiales de nueva generación, regulación o recolección de prendas para su posterior reciclaje fueron algunas de las temáticas de las mesas redondas del día.

Pilar Riaño. Copenhague

23 may 2024 - 05:00

 

El planeta está en crisis. Con estas o con otras palabras y con unos y otros adjetivos, esta fue la frase más repetida ayer en la primera jornada de Global Fashion Summit, el congreso de sostenibilidad que anualmente se celebra en la ciudad danesa de Copenhague y que reúne a profesionales y activistas de todo el mundo. Colaboración para descarbonizar la cadena de aprovisionamiento, materiales de nueva generación, regulación o recolección de prendas para su posterior reciclaje fueron algunas de las temáticas de las mesas redondas del día, en un palacio de congresos en el que se dieron cita alrededor de 600 personas con muchas dudas, pero pocas soluciones o todavía muy verdes.

 

A diferencia de anteriores ediciones, a los diferentes escenarios de Global Fashion Summit, que este año celebra su quince aniversario, se subieron pocos pesos pesados. Ni el gigante del lujo Kering ni el de la gran distribución Inditex figuraban entre los ponentes principales, mientras otras grandes compañías que mueven la rueda de la moda y de la sostenibilidad participaron en encuentros a puerta cerrada.

 

El hoy activista de la sostenibilidad y exdirectivo de Unilever Paul Polman fue el encargado de abrir el primer día de Global Fashion Summit. El exejecutivo hizo un llamamiento al sector con un “Do you care?” (“¿Os importa?”) en referencia al impacto que tiene la moda en el mundo, al tiempo que mencionó nuevas regulaciones como la que prepara Francia para regular y gravar el fast fashion a la que, “personalmente”, da la bienvenida.

 

 

 

“Hay que liderar con transparencia”, dijo Polman, “no con objetivos creados por departamentos legales, de relaciones públicas o de comunicación, sino creados por científicos”. El activista también habló, por supuesto, de colaboración para avanzar hacia la transparencia. “Toda industria en que todos los actores no se sientan implicados acabará revolviéndose; en moda, ocho de cada diez empresas no pagan suficiente”, afirmó. “¿Quieres que esto le pase a tus hijos?”, dijo provocando al auditorio.

 

Uno de los pocos pesos pesados del sector que figuraba ayer en la agenda era Adam Karlsson, director financiero de H&M, que se centró en hablar sobre financiación colectiva para hacer evolucionar la cadena de valor hacia la sostenibilidad. “Llevamos toda nuestra historia invirtiendo en el desarrollo del sector; ahora llega la nueva ola de la sostenibilidad, que debe servir para catalizar el cambio que necesita la moda”, dijo Karlsson, al tiempo que añadió que el reto es “mirar a los cashflows a largo plazo”. “Un negocio sostenible debe ser rentable”, advirtió.

 

Para poder cumplir sus objetivos, el director financiero de H&M considera clave las iniciativas de colaboración. De la mano del grupo danés Bestseller, H&M ha comprometido una inversión de cien millones de dólares para la construcción de un parque eólico marino en Bangladesh para abastecer de energía renovable al país, uno de los principales mercados de producción de moda.

 

Para Thomas Tochtermann, presidente de Global Fashion Agenda (organizador del congreso), la alianza de Bestseller y H&M es sólo un pequeño paso, pero marca un camino. “Estamos ante una industria totalmente fragmentada: el top 10 sólo representa el 15% de la facturación global y no tienen producción propia, así que es valiente invertir en la cadena de suministro”, afirmó.

 

En este sentido, Polman apuntó un hecho que resulta crítico: ¿quién realiza la inversión cuando las fábricas producen para varios. “Es necesario el compromiso de todas las marcas -señaló-; el rol de la industria es dar las garantías para que los proveedores puedan hacer cambios, porque solos no pueden hacerlo”.

 

Las energéticas no tienen incentivos para cambiar su mix, los gobiernos no lo ven como una prioridad y los fabricantes no invierten porque es un riesgo y es a largo plazo, mientras la moda tiene ciclos más cortos -reflexionó Tochtermann-; no hay suficiente capital y nos estamos quedando sin tiempo, por eso es el momento de invertir”.

 

 

 

 

La falta de capital no sólo está afectando a los proyectos de descarbonización de la cadena de suministro como denunció el presidente de Global Fashion Agenda, también al desarrollo de materias primas de nueva generación. Compañías como Renewcell, emblema de los materiales next gen y que a principios de año se acogió a la quiebra por falta de recursos, es el mejor ejemplo de ello.

 

“El tiempo no es nuestro amigo -señaló ayer Peter Majeranowski, confundador y consejero delegado de Circ-; no podemos esperar mientras las marcas se lo piensan, necesitamos acuerdos de compra y compromisos a largo plazo”. El empresario, que con su empresa ha logrado reciclar prendas fabricadas con mezclas de algodón y poliéster, denunció asimismo que “las marcas estás acostumbradas a comprar prenda terminada, con lead times muy cortos”. “Pero nosotros no tenemos tiempo, necesitamos encontrar otras opciones”, se lamentó.

 

La escalabilidad de las soluciones next gen y de los negocios que hay detrás son el principal reto que deben salvar compañías como Circ. ¿Cuáles son las barreras para la escalabilidad? La mayor, según Majeranowski, que todos los stakeholders deben sumarse, “desde la fibra hasta la prenda terminada”. “Estamos empezando a verlo ahora, pero deben unirse todos: para las marcas, quizás eso signifique acortar las distancias con los proveedores con que trabajan, si quieren desarrollar prendas con nuevas fibras”, dijo.

 

El precio es, por supuesto, otra barrera para el desarrollo de las fibras next gen. “Cuando algo nuevo llega al mercado es caro, como en tantos otros sectores -reflexionó el empresario-; y los márgenes son sensibles”. El sobrecoste de utilizar una fibra de nueva generación frente a una tradicional puede rondar el 20%.

 

 

 

 

La regulación fue, por supuesto, otro punto caliente del encuentro. Nate Hermann, responsable de asuntos públicos en la American Apparel & Footwear Association (Aafa), se lamentó de la gran diferencia entre legislaciones que existe entre los diferentes países e, incluso, estados en el caso de Estados Unidos. “La sostenibilidad es un problema global: legislaciones diferentes crean mucho trabajo y esfuerzo perdido”, exclamó.

 

“La Comisión Europea está trabajando en una legislación a prueba del futuro y agnóstica de la tecnología”, explicó Antonio de Sousa, legal & policy officer de la Comisión Europea. “Será muy técnica, aunque somos conscientes de que la tecnología (en especial la de reciclaje) todavía no está totalmente desarrollada -profundizó-; estamos tratando de que los primeros requerimientos de ecodiseño sean totalmente accesibles”.

 

De Sousa señaló que, en el desarrollo de la normativa de ecodiseño, la Comisión se está centrando en tres criterios de comportamiento de las prendas: durabilidad, reciclabilidad y composición de las prendas en términos de fibras recicladas. “Todavía no sabemos si hay disponibilidad de todos los materiales, estamos estudiándolo ahora para regular los requerimientos de composición de las prendas”, agregó.

 

A juicio del cargo público, “una vez los requisitos de ecodiseño sean obligatorios los precios subirán un poco y las prendas de muy baja calidad quedarán fuera del mercado en Europa”. “No queremos dejar fuera de juego a compañías, no es nuestro objetivo, sólo aquellos que están poniendo en el mercado prendas de súper baja calidad, por lo que empezaremos de forma lenta con los requerimientos de ecodiseño”, reflexionó.

 

El pasaporte digital de producto (DDP) fue otro de los aspectos de la futura legislación que De Sousa trató. “Las grandes marcas y asociaciones de empresas deben empujar a la cadena de suministro a avanzar -señaló-; las grandes marcas no son dueñas de las fábricas en que producen y casi no hablan con sus cadenas de suministro: deben empezar a hacerlo”. En su opinión, el DDP ayudará a ello, aunque advirtió que “la Comisión Europea no desarrollará la herramienta para ello, sino que las marcas deben desarrollar la herramienta que les permita reportar lo que la DDP requiera”.