Entre la independencia y las alianzas, cómo asegurar la rentabilidad ‘post sostenibilidad’
El cambio de paradigma impulsado por la legislación medioambiental de la mano de la UE puede poner en riesgo los modelos de negocio tradicionales y empujar a las empresas a que encuentren formas de rentabilizar la sostenibilidad.


Para 2030, el avance legislativo de la Unión Europea y la mayor conciencia del consumidor en materia de sostenibilidad habrá dejado desfasados los modelos de negocio que hoy garantizan la viabilidad y el liderazgo de las empresas. En moda, un sector marcado por un modelo con márgenes bajos y dependiente de grandes volúmenes, el riesgo es aún mayor.
“Las inversiones necesarias para realizar cambios en el ecodiseño a nivel de producto, establecer un pasaporte digital y anticipar los mayores costes asociados a la gestión de residuos -relata el último informe de Deloitte, al que ha tenido acceso Modaes-; aumentarán el coste de las operaciones y probablemente cuestionarán la rentabilidad de las empresas que operan en el sector textil”.
Para sobrevivir a esta transformación, explican desde la consultora, las compañías de moda deben escoger estratégicamente qué cambios impulsar de forma colaborativa con otras empresas, como ha sucedido en el caso de Re-viste y la responsabilidad ampliada del productor (RAP), por ejemplo, o de manera independiente, asegurándose así una ventaja competitiva. “Las compañías que adopten los criterios ESG como eje estratégico podrán obtener ventajas competitivas, como nuevas alianzas, ingresos adicionales y ahorro de costes”, explica Cecilia Dall’Acqua, socia de Economía Circular y Sustainability de Deloitte en España.
Para la experta, además, España, por su estructura productiva, logística e industrial, tiene el potencial de convertirse en uno de los grandes hubs europeos de circularidad textil.
Las empresas han optado tradicionalmente por impulsar sus iniciativas en solitario
Trabajar de manera colaborativa, recuerda el texto, incrementa la eficiencia de los recursos disponibles, a la vez que facilita el intercambio de conocimiento sobre el sector en relación a innovaciones y alternativas. Si las compañías actúan conjuntamente, además, también hay un reparto de los riesgos, minimizando su exposición individual.
En este sentido, el último gran ejemplo de la moda pasa por la creación de un scrap para gestionar la recogida separada del residuo textil, que tras pasar a ser obligatoria este año, será próximamente una obligación para las empresas financiarla. A través de Re-viste, los principales gigantes de la moda se han unido en una misma entidad con el objetivo precisamente de compartir los gastos y riesgos que supone esta nueva responsabilidad.
La colaboración, sin embargo, también implica riesgos para las empresas del sector, como es el intercambio de información sensible con los que no dejan de ser sus competidores en el sector. La capacidad para hacer coincidir las respuestas con las estrategias de cada compañía, además, también se alza como un reto a la hora de aliarse.
Las empresas, explica la consultora, deben tener en cuenta qué parte de la cadena de suministro se beneficiaría de la adopción de un modelo colaborativo, y qué aspectos son importantes desde el punto de vista estratégico para seguir operando con independencia. En este sentido, dentro del sector algunas empresas han optado por poner en funcionamiento modelos de segunda mano particulares, como es el caso de Inditex y su buque insignia, a través de Zara Pre-owned, o colaborativos.
Colaborar puede suponer compartir el know how con los principales competidores
Trabajar de forma separada, una tendencia mucho más extendida en el sector, conlleva también algunos riesgos, como puede ser una escalada de precios de algunas soluciones, como tejidos más sostenibles, debido a su baja disponibilidad, o las mayores barreras de entrada para las pymes, que, recuerda la consultora, suponen el 99% del tejido industrial del sector textil y la confección en Europa.
Los beneficios, sin embargo, hasta el momento han prevalecido. La seguridad de mantener el know-how de la compañía en secreto, así como la selección de los mejores proveedores, o la agilidad que comporta actuar en solitario son algunas de las ventajas con las que cuentan las empresas. “Las empresas pueden mantener el liderazgo anticipándose a los cambios normativos y realizando cuanto antes las inversiones necesarias”, recuerda el texto.
En este sentido, una empresa que consiga que la sostenibilidad de sus prendas se convierta en un factor diferencial, deberá, explica la consultora, impulsar su ventaja competitiva respecto al resto sector en las áreas clave que estén alineadas con su marca.
El consumidor, más allá del precio
Más allá de la pregunta de si el consumidor está, o no, dispuesto a pagar mucho más por una prenda sostenible, la consultora ha analizado otra ventaja que implica la adopción de un modelo de negocio más sostenible, como es la cercanía y comunicación.
“Un modelo circular permite una mayor cercanía entre la empresa y sus clientes y amplía su relación más allá del punto de venta -relata el texto-; lo que ofrece a las empresas la oportunidad de mejorar las relaciones con los clientes al aumentar los puntos de interacción que, en última instancia, pueden impulsar la confianza en la marca y su fiabilidad”.
La percepción de los consumidores, analizan desde Deloitte, será una de las claves para el éxito de estos nuevos modelos de negocio. Ampliar el ciclo de vida de los productos, permitir su reparación o reventa o encargarse de la recogida cuando este ya no pueda utilizarse más son algunas de las acciones que las empresas pueden poner en marcha para fortalecer su imagen frente a un consumidor que, aseguran, está cada vez más concienciado.
Según datos del informe, de hecho, de la muestra de ciudadanos consultados, un 58% ha reducido la cantidad de moda comprada por motivos de sostenibilidad, mientras que hasta un 60% han priorizado adquirir productos de segunda mano y un 49% han acudido a reparar el artículo antes que tirarlo.
“Aunque el desarrollo actual de estas iniciativas sigue siendo modesto, la identificación de los servicios que mejor se alinean con la identidad de marca y el modelo de negocio de una empresa debe considerarse un primer paso esencial antes de ampliar la escala de estas iniciativas para obtener los beneficios”, resalta la consultora.
Cerrar el círculo
Pese a los potenciales retos, el estudio de la consultora resalta la circularidad como una palanca en la competitividad y el desarrollo de las industrias textiles. En concreto, el texto se centra en diferentes normativas y herramientas que afectarán al sector en los próximos años, y cómo las empresas pueden avanzarse y ganar ventajas competitivas. “El nuevo panorama regulatorio plantea exigencias, pero también abre la puerta a una transformación del modelo de negocio: como una vía para generar valor, diversificar ingresos y fortalecer su posición en un mercado”, explica Dall’Acqua.
Principalmente, el informe menciona la ley de Ecodiseño, conocida formalmente como Espr, y que obligará a las compañías a introducir parámetros mínimos de durabilidad, reciclabilidad y reparabilidad en las prendas, además de incorporar un porcentaje mínimo de material reciclado. El texto destaca la importancia de que las compañías del sector inicien ya la toma de decisiones respecto a estos nuevos requisitos, pero siempre, recuerda, manteniendo la coherencia con sus valores de marca y posicionamiento de mercado.
El gran cambio que conllevará esta normativa europea, sin embargo, será la entrada en funcionamiento de un pasaporte digital (DPP, por sus siglas en inglés), y que establece la obligación de proporcionar información sobre el ciclo de vida de los artículos, entre ellos, las prendas de vestir y calzado. Pese a que la herramienta no entrará en vigor hasta 2028, el informe alerta del reto significativo que representará para las empresas industriales de moda “debido a la complejidad de las cadenas de valor y la ausencia de plataformas estandarizadas en el sector”.
Sin embargo, recuerda el texto, las empresas pueden ya iniciar las preparaciones para hacer la transición más sencilla, centrándose en el mapeo de la cadena de suministro, la identificación de líneas de producto con carencias de datos o la mejora de los compromisos de las prácticas de compra con los proveedores.
Respecto al último eslabón de la cadena de valor, que hace referencia a la gestión de residuos, el informe destaca dos normativas fundamentales: la directiva marco de residuos, que ya se ha empezado a trasponer a las legislaciones nacionales a través de la responsabilidad ampliada del productor (RAP), y la nueva Regulación sobre Traslados de Residuos, que limitará la exportación de desechos textiles a partir de 2027.
“Ante este nuevo escenario, las empresas deben prepararse evaluando el impacto de las futuras restricciones a la exportación, estableciendo vínculos con plantas de reciclaje locales y anticipando posibles incrementos en los costes derivados del cumplimiento de la RAP”, recomienda el informe de la consultora.