Entorno

Gary Horlick (Yale): “Sin EEUU, China tiene todavía un 88% del mundo al que vender”

El abogado especializado en comercio internacional analiza la psicología detrás la política comercial de Donald Trump, el cambio que ha vivido el mundo gracias al comercio y las oportunidades perdidas de crear un sistema mejor.

Gary Horlick (Yale): “Sin EEUU, China tiene todavía un 88% del mundo al que vender”
Gary Horlick (Yale): “Sin EEUU, China tiene todavía un 88% del mundo al que vender”

Celia Oliveras

La industria internacional de la moda se mueve al ritmo de las tendencias del consumidor y, también, del sourcing. En los últimos seis años, el mapa internacional del aprovisionamiento ha entrado en crisis, con disrupciones como la pandemia, la crisis del Mar Rojo o la revolución arancelaria provocada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. En este nuevo Insight, patrocinado por Sevica, Modaes analiza cuál es la situación actual del sourcing en moda, un sector que juega en un nuevo tablero con cambios geográficos, de medios de transporte y aduaneros.

 

Lee aquí el Insight

Sourcing, el nuevo tablero mundial

 

 

Gary Horlick ha participado en algunas de las negociaciones comerciales más importantes de las últimas décadas. El abogado, especializado en comercio internacional, ha formado parte de los grupos especiales de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y Mercosur, creados para solucionar las disputas comerciales entre países, así como ocupado diferentes cargos dentro Gobierno de Estados Unidos, como el de asesor de comercio internacional del Comité financiero del Senado y director de la administración de importaciones del Departamento de Comercio. El hoy profesor en las universidades de Yale, Georgetown y Berna, analiza los errores tras la estrategia comercial del presidente de Estados Unidos y los cambios del comercio internacional a lo largo de la historia. “En cualquier escenario, los resultados siempre serán mejor para todos si todos los jugadores cooperan que si compiten, y así se ha demostrado a lo largo de la historia económica mundial, es simple teoría de juegos”, defiende el experto.

 

 

Pregunta: ¿Qué ha fallado en el modelo de comercio mundial y globalización para que ahora entre en crisis?

Respuesta: Tradicionalmente, la política comercial ha sido un asunto geográfico en Estados Unidos, no partidista, por lo que dos senadores de diferentes partidos pero que representaban al mismo estado, podían estar de acuerdo. Pero ahora, con la llegada de Donald Trump, todo se ha desconfigurado. Mi percepción es que Trump aún cree que vivimos en 1965. En ese momento, el mundo todavía no se había recuperado de las guerras mundiales, y la economía estadounidense dependía en un 5% del comercio internacional, frente al más de 30% que supone hoy en día. En su mente, por lo tanto, si vivimos en 1965, cuando compras un coche, ese coche estará hecho en Estados Unidos, y si compras una camiseta, lo mismo, por lo que el país es autosuficiente, a excepción de ese 5%. Pero la realidad ahora es otra, y es que importamos el 99% de todos los coches y moda que consumimos.

 

 

P.: ¿Qué originó ese cambio?

R.: Que todo volvió a su lugar. El mundo era un lugar mucho más interconectado en los años 30 que en la década de los 60, es una de las principales consecuencias de las guerras. Pero una vez que las economías volvieron a arrancar, no tenía sentido pagar el salario mínimo de los trabajadores estadounidenses aquí para fabricar productos como la moda. Es simplemente como funcionan las economías de escala: si Boeing o Airbus fabricaran todos sus aviones en Estados Unidos, para venderlos en Estados Unidos, no venderían ni un tercio de lo que venden ahora, y cada uno costaría tres veces más, por lo que ninguna aerolínea los compraría, ya que no podrían subir suficiente los billetes de avión para cubrir el coste extra. En el momento en el que Estados Unidos y Europa eliminaron gran parte de los aranceles a las importaciones, las empresas se dieron cuenta de que cuesta menos fabricar un coche en Alemania, con el mayor coste asociado, a hacerlo en un país del sur de África, incluso pagando el transporte.

 

 

P.: ¿La globalización se está revirtiendo?

R.: Veamos los números. Del total de exportaciones mundiales, entre un 12% y 13% va a parar a Estados Unidos, lo que es mucho más que cualquier otro país, pero también significa que hay otro 88% que no va a Estados Unidos. Sin EEUU, China tiene todavía un 88% del mundo al que vender. Pero lo que está haciendo Trump, es teoría de juegos, porque sabe que Estados Unidos es importante, así que sale a negociar un acuerdo comercial país a país, e implanta, por ejemplo, un arancel del 15% a Japón, y todos los coches japoneses. ¿Qué ocurre? Que después impone un arancel del 50% a las importaciones de acero, sin saber, que muchas empresas japonesas tienen ya fábricas en Estados Unidos, por lo que finalmente, esas compañías escogerán antes importar un coche acabado, pagando un 15% de arancel, que importar el acero para fabricarlo en Estados Unidos, y pagar un 50%.

 

 

 

 

P.: Ha dicho que Trump está aplicando teoría de juegos…

R.: Exacto. Como he comentado, el 88% de las exportaciones del mundo está en países más allá de Estados Unidos, pero lo que Trump percibió es que ese 88% de los países no se reunirían entre todos para plantar cara, sino que iban a competir entre sí para conseguir el mejor acuerdo comercial. Y eso es exactamente lo que ha sucedido, y está siendo la discusión principal en la OMC: ¿por qué no cooperamos? Porque de nuevo, si volvemos a la teoría de juegos, en cualquier escenario, los resultados siempre serán mejor para todos si todos los jugadores cooperan que si compiten, y así se ha demostrado a lo largo de la historia económica mundial.

 

 

 

Lejanía: la fórmula tradicional y (casi)

invencible de la producción de moda

 

 

P.: ¿El comercio ayuda a la gobernanza mundial mejorando las relaciones entre los países? ¿O es una falacia?

R.: Empíricamente, si comparamos la situación de hoy con la de hace media década, la situación ha mejorado sustentablemente. No sólo es el comercio, que sí es un gran facilitador de todo eso, pero es también ha sido gracias a la inversión, a la innovación, a la educación, etc. Y los resultados son visibles, el acceso a agua limpia es casi de un 70%, la mortalidad materna e infantil se ha reducido en más de un 90%, los indicadores de calidad de vida han aumentado, quizás no de forma sistemática e igualitaria en todos los países, pero lo han hecho. Este es el mejor argumento, sea la razón detrás de todo, el sistema ha funcionado.

 

 

R.: Un sistema que debe ser tan perfecto para funcionar como es el comercio internacional, ¿es débil?

 

R.: Claro, estamos hablando de que, si los gobiernos se unen y trabajan juntos, el mundo irá mejor, pero es un gran si… Los países están gobernados por políticos, y esos mismos dirigentes de Estados Unidos y Europa tuvieron la oportunidad en la década de 2010 de cerrar un acuerdo comercial entre ambos, que eran los dos mayores mercados del mundo en ese momento. Yo participé en esas negociaciones, y en su día, hice el cálculo: ese acuerdo hubiera supuesto un 73% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial. ¿Cómo? Porque no habría incluido sólo a Estados Unidos y Europa, sino a todos los países que quisieran comerciar con ellos de forma competitiva. Entonces, China contaba con un 13% del PIB mundial, pero Trump puso fin a las negociaciones, y acabó con la última gran oportunidad de ganar peso en frente a China.

 

 

 

 

P.: Una crítica a los aranceles es que puede derivar en una mayor inflación. ¿Es un riesgo real?

R.: Claro, pero sólo para Estados Unidos. Al final, si Arabia Saudí deja de vender petróleo al mundo, los precios se multiplicarían, y eso afectaría a todo el mundo, pero Estados Unidos se está haciendo esto a sí mismo, se está convirtiendo en una especie de isla inflacionaria. De repente, todo lo que importemos va a estar sujeto a aranceles de un 50%, 25% o 15% más. Esto aún no se ha visto reflejado, pero únicamente porque los primeros aranceles apenas se empezaron a aplicar hace unos meses, y además, estamos viviendo todavía del sobre stock que acumularon las empresas cuando se anunciaron los gravámenes. Pero alguien va a tener que pagar ese tanto por ciento más, va a aumentar el precio, y sólo lo hará aquí, porque el resto del mundo estará ocupado pagando el precio de siempre.

 

 

El nuevo ‘sourcing’:

más cercano, más estrecho y más incierto

 

 

P.: ¿Cuál es la estrategia más inteligente por parte de bloques neutrales como Europa o Mercosur?

R.: La estrategia de Europa hasta ahora ha sido ir firmando acuerdos comerciales con todos los países con los que Estados Unidos tuviera ya sus propios pactos. Pero es verdad que hemos visto cierto cambio de tendencia. Justo antes de que Estados Unidos y Europa empezaran a negociar su acuerdo comercial, Asia había estado negociando con Estados Unidos, el que ahora se Conoce como Cptpp (Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico), y que incluye a países como Japón, Vietnam y una buena parte de las economías emergentes asiáticas, pero también a Perú, Chile, Nueva Zelanda, etc. ¿Qué ocurrió? Que Trump, de nuevo, sacó a Estados Unidos del acuerdo justo antes de que se firmara, pero el resto de los países, en lugar de abandonar las negociaciones, siguieron adelante, y dio como resultado un bloque comercial que, tras la entrada de Reino Unido hace relativamente poco, concentra entre un 20% y 25% del PIB mundial. Algo parecido sucedió con el Rcep (Asociación Económica Integral Regional). Inicialmente este acuerdo fue impulsado por China e India, para integrar a los principales países del Asia, pero en el último momento, India abandonó las negociaciones, y el tratado siguió adelante igualmente. Si juntas ambos, no es un gran acuerdo comercial global, pero demuestra que el resto del mundo no necesita necesariamente a Estados Unidos para comerciar entre sí.

 

 

 

 

P.: China ha publicado hoy su crecimiento, que pese a suponer una desaceleración a la que nos tiene acostumbrado el gigante asiático, se mantiene dentro de las principales previsiones. ¿Están teniendo los aranceles el impacto previsto por Trump?

R.: ¡Y no es ninguna sorpresa! Una de las estrategias más inteligentes que ha sabido hacer China es coger un producto que ya fabrica, y venderlo en todo el mundo, de diferentes formas. Por ejemplo, puedes encontrar un producto bajo la marca china, pero en Estados Unidos, donde no cree que sea rentable invertir en publicidad para dar a conocer una marca nueva, se lo vende directamente a otra empresa, que lo comercializa bajo otro nombre. Pero el producto chino estará igualmente en el mercado estadounidense. No somos conscientes de que poco a poco, todos esos países que consideramos pobres y menos desarrollados han ido creciendo, y ya no son tan pobres ni están tan poco desarrollados. Y el error de Trump ha sido pensar que la China a la que se enfrentaba no había crecido, y no tendría la fuerza para responder a sus amenazas comerciales. Pero China hoy es un actor clave en todo el mundo, tiene materias críticas, para empezar, que se utilizan en la fabricación de los productos electrónicos, como los coches, así que, si quiere que en Estados Unidos se sigan fabricando coches, necesita los minerales de China.

 

 

Sheng Lu (Universidad de Delaware):

“El ‘friendshoring’ no es práctico para productos de moda”

 

 

P.: Es un sector tan globalizado como la moda, ¿será un problema cambiar el sourcing de las empresas a 10 años vista?

R.: Desde un aspecto comercial, los proveedores pueden mover las fábricas de moda en una semana. A pesar de todos los avances tecnológicos que ha habido en el mundo, nadie parece haber encontrado la forma de automatizar un proceso tan simple como confeccionar una prenda, así que las fábricas siguen siendo habitaciones vacías con hileras de personas, principalmente mujeres, cosiendo y cortando. Las plantas con las que empezaron a trabajar hace 30 años Inditex o Walmart en China, están ahora en Bangladesh, Vietnam o Haití, porque es mucho más barato, y ni nos hemos dado cuenta. Hasta ahora no ha habido ningún problema en mover la producción, los proveedores lo han hecho constantemente, están acostumbrados a hacerlo.