Lanvin Group estudia su repliegue y la reorganización de sus marcas ante la caída de ventas
El grupo de lujo controlado por el chino Fosun habría puesto a la venta sus marcas, como Caruso o Sergio Rossi, para centrarse en la supervivencia. La compañía está valorada en una cifra de más de 300 millones de dólares.


El fracaso de Fosun en la industria de la moda está en marcha, demostrando que hace falta mucho más que capacidad inversora para construir un gigante de lujo alrededor de una maison histórica de costura. En un contexto de desaceleración del consumo global y crecientes desafíos operativos, Lanvin Group habría iniciado un proceso de reestructuración que implica la venta de algunos de sus activos y la reorganización de su cartera de firmas de lujo.
El hólding, propiedad del conglomerado chino Fosun, habría optado por reducir su perímetro de marcas con el objetivo de reenfocar recursos, contener costes y reforzar su liquidez, según han indicado fuentes financieras al medio especialista Miss Tweed.
Por el momento, ningún comprador habría realizado una oferta en firme para refrescar las cuentas de la compañía asiática controlada por el millonario Guo Guangchang y cotizado en la Bolsa de Hong Kong. Actualmente, el grupo se encuentra endeudado y sus acciones valen tres veces menos que hace tres años.
Así, el conglomerado habría decidido desprenderse de fábricas e inmuebles con el objetivo de adquirir rápidamente cierta liquidez. Fosun también podría deshacerse de su participación en Caruso, firma italiana especializada en sastrería de lujo, adquirida en 2013 como parte de su ofensiva inicial en el segmento premium europeo. Esta desinversión se sumaría a la de St. John Knits, marca estadounidense de moda femenina, que pasó a formar parte de su cartera en 2019.
Lanvin Group habría puesto en venta todas las marcas de su cartera
Entre los activos afectados también figuran casas históricas como Lanvin, fundada en 1889, el fabricante italiano de calzado de lujo Sergio Rossi o la marca austriaca de lencería y calcetería Wolford. Esta reestructuración pone de manifiesto las tensiones internas que atraviesa el grupo, que, tras años de expansión, se enfrenta ahora a una etapa de contracción.
El movimiento responde al deterioro de sus cuentas en el último ejercicio. En 2024, el grupo registró una facturación de 328,2 millones de euros, lo que supuso una caída del 23% y el aumento de las pérdidas hasta 189,3 millones de euros, frente a los 146,2 millones de euros que perdió un año antes. El resultado, por su parte, se desplomó hasta situarse en 182,7 millones de euros, un 27% menos que en el ejercicio previo.
El entorno macroeconómico, la incertidumbre geopolítica y los cambios de hábitos de consumo han impactado especialmente en algunas regiones clave del grupo. Si bien Japón y Norteamérica han mostrado cierta resiliencia, el resto de los mercados no lograron compensar la caída. Como parte de su respuesta, Lanvin Group anunció la apertura de una nueva sede corporativa en Europa, con el objetivo de reforzar su presencia en los mercados occidentales y facilitar la gestión operativa desde un entorno más próximo a sus principales marcas.
Tras una etapa de fuerte expansión en Asia, donde las operaciones no cumplieron con las expectativas planteadas por la dirección anterior, Lanvin Group se ve obligada a replantear su estrategia. La internacionalización, lejos de consolidarse como una palanca de crecimiento, ha generado ineficiencias y ha acentuado la desconexión entre las marcas del grupo y sus mercados naturales.
La compañía, propiedad del chino Fosun, acelera la reestructuración con el foco en Europa
Para liderar esta nueva etapa, el pasado enero, Andy Lew asumió el cargo de consejero delegado de la compañía con el objetivo de reconducir la situación financiera del grupo y reequilibrar su posicionamiento geográfico.
En paralelo a la inestabilidad financiera, las marcas de Lanvin Group han atravesado largos periodos sin dirección creativa clara. La maison Lanvin estuvo más de un año sin director artístico hasta la llegada de Peter Copping en junio de 2024. Por su parte, Sergio Rossi permaneció cuatro años sin dirección creativa, vacante que se cubrió también el año pasado con el nombramiento de Paul Andrew. Estos relevos constantes han afectado a su posicionamiento comercial, en un mercado saturado y exigente.
Con la posible desinversión de activos y un plan de reestructuración en marcha, Lanvin Group entra en una fase crítica de redefinición de la que dependerá la futura viabilidad de sus marcas icónicas. Las dificultades a la hora de construir (o salvar) un grupo de lujo no son nuevas. En Estados Unidos, el sueño americano de competir contra los gigantes europeos como LVMH y Kering se ha quedado en papel mojado, después de los respectivos fracasos de Tapestry y Capri Holdings.
Lo que comenzó como una ofensiva ambiciosa para consolidar marcas como Coach, Kate Spade, Michael Kors o Versace bajo un mismo paraguas, terminó como una operación frustrada entre ambos grupos. Tapestry acabó deshaciéndose de Stuart Weitzman, mientras que recientemente Capri ha cedido Versace al grupo italiano Prada.