Poder, márgenes y uno o dos elefantes: la moda se saca tarjetas rojas en Copenhague
La jornada fuerte de Global Fashion Summit reunió ayer a empresas, proveedores y reguladores, que aprovecharon todas las oportunidades para hacer demandas y reclamar cambios, pero sin pistas sobre el desarrollo futuro del sector.


Un año después de la última edición de Global Fashion Summit, en la que muchos pesos pesados faltaran a la cita europea de la sostenibilidad en el sector de la moda, el sector volvió a encontrarse cara a cara ayer en el congreso de sostenibilidad más importante en Europa y que está teniendo lugar esta semana en Copenhague (Dinamarca). Un año en el que proveedores, marcas y stakeholders han aprovechado para apuntar todas las cuentas pendientes.
“Colaboración es compartir el poder, los beneficios y las plataformas -recordó la empresaria y consultora nigeriana Omoyemi Akerele-; no compartir ideas que acabarán diluidas en vagas declaraciones de intenciones”. En una de las intervenciones más fuertes de la jornada de ayer, y en la que compartió escenario con Leyla Ertur, directora de sostenibilidad del grupo H&M, la experta recordó al elefante del auditorio: “Siempre va a existir esa tensión entre el beneficio y la sostenibilidad”.
Los elefantes proliferaron ayer en Copenhague, y aparecieron también en la última sesión de la jornada, en la que Eileen Fisher, fundadora de la marca homónima, cerró con un mensaje fuerte. “No podemos salir de este problema a través de reciclaje”, defendió la empresaria de la compañía de moda sostenible. Fisher puso el foco en el diseño, en la necesidad de crear piezas que no acaben en vertederos, pero también en el uso del poliéster.
Krishna Manda (Lenzing): “La moda no está dispuesta a perder ni una pequeña parte del margen”
“Uno de los elefantes en la habitación es el poliéster, las fibras naturales encuentran su camino de vuelta al medioambiente, pero las sintéticas acaban en el océano”, defendió la empresaria. Mientras que para Attila Kiss, consejero delegado del Gruppo Florence, la empresa propietaria de una extensa red de proveedores italianos, el otro gran mamífero del auditorio ayer fue la presión que ejerce el mercado sobre las marcas, hace que estas presionen a su vez a los proveedores, “que terminan por renunciar a los estándares sostenibles para poder seguir operando”, lamentó.
Tras un inicio de la cumbre algo turbulento, el discurso en la jornada volvió a dispararse en la primera mesa, que encontró a Thijs Maartens, vicepresidente de sostenibilidad en Tommy Hilfiger, con Krishna Manda, su homónimo en el fabricante Lenzing. “Todos los que estamos aquí trabajamos en un sector que no está dispuesto a perder ni una pequeña parte del margen”, dijo el ejecutivo.
Manda puso el foco en las barreras de los proveedores. Barreras de costes, de escalabilidad y de demanda, recordó, tras lo cual quiso recordar al auditorio que las innovaciones deben caminar antes de ponerse a correr. “Seamos realistas, no podemos esperar que un tejido con un 50% de material reciclado tenga desde el principio las mismas calidades que uno virgen”, alegó.
“Estamos cerca, vemos todo el progreso que hemos hecho, pero no podemos olvidar que también falta lo más difícil”, recordó Ertur durante su turno de palabra. La directiva aprovechó también para recordar las dos normas básicas de la agenda sostenible del gigante sueco: no poner en el mercado nada que no vayan a ser capaces de vender, algo complejo dado los volúmenes con los que trabaja la compañía, y crear una infraestructura que permita gestionar el desecho que generan.
Costes, escalabilidad y demanda marcaron muchas de las conversaciones
Una misión y una caja de herramientas
Maartens, por su parte, abarcó la extensión de la petición. “La circularidad es una sola herramienta dentro de una caja llena de herramientas, hay muchas cosas en las que incidir”, ilustró. Para navegarla, y ante el aluvión de peticiones al sector que resonaron ayer en los diferentes auditorios, el directivo de la empresa de moda estadounidense apeló a la necesidad de hablar en el idioma de las empresas y poner el valor que se puede generar con la circularidad en el centro de la conversación.
“No depender de materiales vírgenes nos hará más resilientes a que, en el mejor de los casos, evitemos las multas que traen las nuevas regulaciones, y en el peor de todos, perdamos cuota de mercado”, abogó Maartens.
Pero, ¿debe depender la sostenibilidad del valor que genere? Para Sébastien Kopp, confundador y director creativo de la empresa de calzado sostenible Veja la respuesta estaba clara. “A mucha gente no le importa realmente, no quiere importarle, pero a nosotros sí, y vamos a seguir avanzando”, defendió el directivo.
A la pregunta sobre cómo una zapatilla de la marca puede producirse de forma sostenible sin disparar el precio, cómo una especie de infiltrado en su propio bando, Kopp se enfrentó al modelo de otras compañías.
“El margen de los gigantes del calzado se va en publicidad, en pagar a futbolistas y estrellas para grabar esos anuncios tan espectaculares -defendió el directivo-; es aquí donde está entre el 50% o 70% del coste de una de sus zapatillas, no en la producción que están llevando a cabo”.
La patronal de moda estadounidense acudió a la jornada con una solución polémica para los aranceles
Los aranceles, ¿una solución?
La epidemia arancelaria también se hizo un hueco en las sesiones de ayer. La discusión sobrevoló tímidamente las primeras conversaciones, con referencias a la situación macroeconómica cada vez más compleja. El debate, sin embargo, llegó a su punto álgido cuando subió al escenario Chelsea Murtha, directora senior de sostenibilidad en la American Apparel&Footwear Association (Aafa), la patronal de la moda en Estados Unidos.
“Claramente los aranceles van a tener un efecto en todo el mundo, pero en el centro del conflicto están los trabajadores y empresas estadounidenses”, recordó la empresaria. Como representante de una entidad que debe trabajar con la administración que está llevando a cabo las políticas, Murtha hizo hincapié en las posibles soluciones. “No me malinterpreten… ¿pero no pueden ser los aranceles un tipo de solución?”, se lanzó a preguntar al auditorio.
Para la directiva el problema pasa por el enfoque de estos gravámenes, y ante un auditorio lleno de todo tipo de actores de la cadena de valor, se atrevió a proponer una alternativa. “Las empresas siempre estarán motivadas por los beneficios, y hasta ahora estos pasaban por el comercio internacional -relató Murtha-; pero y si en lugar de eso, implantamos un sistema que favorezca a los artículos más sencillos de reciclar, por ejemplo, y penalice a aquellos que no?”.
Desde el otro lado de la cadena le siguió el hilo el periodista Johannes Neubacher, cofundador y director de WWD en China. “Los aranceles nunca van a impulsar el comercio, pero sí que pueden impulsar una transformación en la cadena de valor en China, que busque una solución a la caída de la demanda a través de las inversiones y compromisos sostenibles”.