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Raffaello Napoleone (Pitti Uomo): “Estamos en un buen momento para reconfigurar la moda”

El consejero delegado de la feria florentina de moda masculina analiza el contexto de “tormenta perfecta” con optimismo, destacando la necesidad de reinvención y la resiliencia de un sector experto en sobrevivir a las crisis.

Raffaello Napoleone (Pitti Uomo): “Estamos en un buen momento para reconfigurar la moda”
Raffaello Napoleone (Pitti Uomo): “Estamos en un buen momento para reconfigurar la moda”
Raffaello Napoleone (Pitti Uomo): “Estamos en un buen momento para reconfigurar la moda”

Triana Alonso. Florencia

El consejero delegado de Pitti Immagine Uomo analiza la evolución de la moda masculina desde Florencia, en plena celebración de la feria en un contexto global incierto. En conversación con Modaes, Napoleone reivindica el papel resiliente del sector y defiende la capacidad del modelo italiano para adaptarse con agilidad a los nuevos códigos del consumo y del retail. Frente a lo que califica como una “tormenta perfecta”, el directivo apuesta por consolidar el saber hacer local, abrirse a nuevos mercados como Indonesia y reforzar los vínculos entre cultura, industria y sostenibilidad.

 

Pregunta: Esta temporada parece marcar un punto de inflexión en la feria. ¿Cómo lo vive desde su posición de dirigente?

 

Respuesta: Hay que decirlo claramente: estamos atravesando una de las crisis más complejas desde la Segunda Guerra Mundial. Hemos vivido una pandemia, hay una guerra en curso, una crisis energética, problemas logísticos y un entorno de incertidumbre sin precedentes en la economía y en la geopolítica. Además, algo inédito: no hay liderazgo mundial. No quiero señalar a nadie, pero no hay una figura o país que lidere el sistema como en el pasado pudieron ser Estados Unidos, Alemania o el Reino Unido. Y eso complica todo. La moda, como siempre, es el termómetro más sensible, porque no deja de ser un bien necesario, cotidiano y profundamente cultural.

 

 

P.: ¿Esa sensibilidad se refleja también en la forma de vestir y de comprar?

 

R.: Sí, totalmente. El estilo de vida ha cambiado. Hoy hablamos mucho de wellness, pero no sólo bienestar en términos físicos. Tiene que ver con cómo nos movemos, cómo vivimos. Fijémonos en la bicicleta, en el centro de esta edición. Hoy puedes alquilar una en cualquier ciudad con una tarjeta. Lo mismo con los patinetes. Eso modifica cómo vestimos. Necesitamos ropa con rendimiento, funcional, ligera, adaptable. No basta con estética. Lo vemos en el calzado también, con sneakers que han sustituido a los zapatos clásicos. La moda debe responder a ese ritmo de vida. En el pasado había una separación clara entre lo formal y lo funcional. Hoy, incluso los tejidos clásicos se adaptan.

 

 

P.: ¿Y esa transformación está presente en los salones?

 

R.: Por supuesto. Basta con recorrer el pabellón central de Pitti Uomo para ver cómo todo ha evolucionado hacia la performance. El streetwear sigue creciendo. Podíamos pensar que era una tendencia pasajera, pero se ha consolidado.

 

 

P.: Durante años se ha dicho que era el fin de los salones o del multimarca. ¿Cómo continúa sobreviviendo el sector?

 

R.: Sí, se ha dicho muchas veces que todo acababa: los salones, las tiendas multimarca, incluso la producción local. Pero la moda es un sistema resiliente. Estamos en un buen momento para reconfigurar el sistema de moda. En Italia tenemos un modelo de pequeñas y medianas empresas, muy especializado, con distritos industriales que permiten adaptarse con rapidez. Eso es una fortaleza, aunque financieramente suponga una fragilidad. Muchas de estas empresas producen para grandes marcas y mantienen también líneas propias que apenas superan 1,5 millones de euros, pero que garantizan su sostenibilidad. Son estructuras familiares, con empleados que han dedicado su vida al trabajo, sin lujos ni excesos. A ellos hay que protegerlos, con garantías, para preservar el saber hacer.

 

 

P.: ¿Ve soluciones como el Gruppo Florence como un modelo a seguir?

 

R.: Sin duda. Han conseguido unir diferentes empresas en tres años, llegar a 700 empleados, mantener la propiedad y ganar capacidad financiera. También vemos a grupos como Prada o Brunello Cucinelli tomando participaciones en empresas clave, asegurando continuidad sin intervenir en la gestión. Hay mucho movimiento en Italia ahora. La prioridad es evitar que se pierdan capacidades industriales por falta de apoyo o financiación.

 

 

P.: ¿Cómo afecta al Made in Italy las polémicas relativas a las empresas subcontratadas en la cadena de suministro?

 

R.: casos puntuales que deben ser controlados, pero el sistema es mayoritariamente legal. Más del 90% de las empresas cumplen la normativa. Además, muchos trabajadores son de segunda o tercera generación de inmigrantes, plenamente integrados. La integración es necesaria, especialmente en un país como Italia, donde la natalidad ha caído a niveles preocupantes. Estamos por debajo del umbral de reemplazo. Sin inmigración y sin integración, el sistema no puede sostenerse.

 

 

P.: ¿Cree que el prestigio del Made in Italy está en riesgo o puede seguir compitiendo?

 

R.: No. Los datos son claros. Los casos problemáticos son una minoría. En Italia hay un marco regulador sólido. Y además, la moda italiana tiene un peso cultural y económico enorme. No debemos dejarnos llevar por titulares sensacionalistas. Hay que mirar los porcentajes. La inmensa mayoría trabaja bien.

 

 

P.: ¿Cuál es el sentimiento general entre las marcas que participan en Pitti?

 

R.: Hay preocupación, claro. Pero también hay confianza. Lo que domina es la incertidumbre. Pero la economía real sigue existiendo. Lo que ha cambiado profundamente es la distribución y el auge de la segunda mano. Chanel ya ha lanzado su plataforma circular. El mercado de la segunda mano alcanzará 150.000 millones de euros en 2024 y se prevé que llegue a 350.000 millones en 2028. En Italia, la moda sigue siendo un motor: 98.000 millones de euros en facturación en 2024. Y el mercado de segunda mano representa ya casi la mitad del sector en volumen.

 

 

 

 

P.: ¿Se trata de un cambio cultural?

 

R.: Completamente. Tengo una hija de 17 años. Ella vende unas zapatillas y compra otras. No es la lógica de mi generación, que aspiraba a una marca o producto concreto. Hoy hay más rotación, más intercambio. Cada generación ha vivido su transformación. Antes, los ciclos de cambio eran de 25 años. Ahora, cada 10 o 15 años hay una renovación total del sistema. Hay que entenderlo y adaptarse.

 

 

P.: ¿Cómo están afrontando las marcas la tendencia al alza de enfocarse hacia la apertura de tiendas físicas y menos en el wholesale?

 

R.: Las grandes ubicaciones como Via Montenapoleone o Madison Avenue son caras, sí, pero hay muchas otras zonas secundarias que funcionan muy bien. Es cuestión de encontrar el lugar adecuado para cada producto y para cada marca. No todo es lujo o flagship. Hay formatos intermedios muy eficaces.

 

 

P.: ¿Qué mercados están creciendo con fuerza en el caso de Pitti Uomo?

 

R.: Corea del Sur es clave. Siempre hemos trabajado con China y Japón, pero ahora estamos muy centrados en Corea, incluso con presencia permanente. También hay mercados emergentes como Tailandia, Vietnam o Indonesia. Estuve hace poco en la fashion week de Yakarta y vi grandes almacenes totalmente al nivel de Nueva York o París, aunque todavía centrados en grandes marcas. Ahí hay un espacio enorme para crecer. Indonesia tiene 450 millones de habitantes. Hay que estar allí.

 

 

P.: ¿Y dónde queda España?

 

R.: España se mueve bien. Zara y Mango exportan muchísimo. En cuanto a intercambio con Italia, es de los primeros socios comerciales. En Pitti, además, tenemos un evento dedicado a marcas españolas en colaboración con Icex, que queremos seguir desarrollando. Llevamos años colaborando con Japón, China, y más recientemente con jóvenes creadores chinos. También trabajamos con plataformas o iniciativas con Ucrania. Es importante abrirse a nuevas ideas desde distintos mercados.

 

 

P.: ¿Cómo ve la evolución de Pitti Bimbo y el segmento infantil?

 

R.: El canal ha cambiado drásticamente. Hoy, el 60% de la distribución está en manos de grandes cadenas. Yo tengo siete nietos, y sus padres compran en Uniqlo polos de algodón orgánico por 8 o 12 euros, por ejemplo. Es difícil competir con eso. El reto está en adaptarse a una distribución que ha cambiado.

 

 

P.: Francia ha aprobado una ley contra el fast fashion, especialmente contra Shein, uno de los actores que más aprieta en el segmento niño-adolescente. ¿Qué opina de tomar el ejemplo en Italia?

 

R.: No me preocupa tanto el fast fashion como el impacto medioambiental de ciertos modelos productivos. Lo que hay que combatir es la producción no ética, mal remunerada, que además perjudica al entorno. Eso sí es grave. Lo demás, forma parte del mercado, siempre ha existido.