Entorno

Especial 2020: el negocio de la moda en el año del Covid-19

La industria de la moda, ante una hibernación no tan corta

El sector de la confección y la industria del cuero y el calzado no recuperaron ni mucho menos el ritmo anterior a la pandemia superado el estado de alarma.

C. De Angelis

30 dic 2020 - 04:53

La industria de la moda, ante una hibernación no tan corta

 

Como cada año, Modaes.es realiza en las últimas semanas de diciembre un repaso a los últimos doce meses en el negocio de la moda, marcados por el impacto de la pandemia del Covid-19. Análisis macroeconómico de España y el mundo, recorrido por los fenómenos sociales que ha provocado el coronavirus y reportajes sobre el impacto en las principales empresas del sector forman el Especial 2020: el negocio de la moda en el año del Covid-19. 

 

 

Hibernación y puesta a disposición de la capacidad productiva para atender a las necesidades sanitarias son dos de las expresiones que deja 2020 como resumen de algunas de las pretensiones de las autoridades hacia la industria nacional. Ideas y proclamas que, sumadas a confinamiento, estado de alarma y crisis de consumo y demanda exterior, definen un año de catarsis en la industria española de la moda, que encara 2021 claramente tocada en sus bases.

 

A falta de conocer el verdadero balance empresarial del ejercicio más complicado para la economía (a través de las cuentas de resultados de las empresas industriales) y de que el fin de los expedientes de regulación temporal de empleo (Ertes) puedan despejar los artificios que afectan a las estadísticas sobre el empleo, lo cierto es que todos los indicadores señalan a que la pretendida hibernación no ha sido tal y como se deseaba.

 

El ejemplo más claro de anormalidad se da en el sector del cuero y el calzado, uno de los motores económicos de algunas plazas situadas en diferentes puntos de la geografía española. El estado de alarma y el confinamiento golpeó al sector en un momento ya incierto, en el que la actividad productiva había caído a ritmos del 1,2% y del 2,8%, respectivamente, en enero y febrero de 2020, tras haber registrado un descenso medio del 1,1% en 2019. En marzo, el Índice de Producción Industrial (IPI) del sector registró una contracción del 28,8%, la más elevada desde 2009, en plena Gran Recesión. Pese a la magnitud del ajuste en la actividad en el primer mes del estado de alarma, el verdadero frenazo llegó en abril, cuando la producción del sector registró un descenso interanual histórico del 74%.

 

 

 

 

En mayo, la caída se moderó hasta el 38,6%, pero en los meses sucesivos no hubo ni mucho menos una reactivación de la actividad que permitiera recuperar los volúmenes perdidos durante el estado de alarma: al contrario, el IPI del sector continuó cayendo a ritmos de récord, con caídas del 23,8% al 29,7% hasta octubre, último mes con datos disponibles.

 

Algo semejante ocurrió con el Índice de Cifra de Negocios (ICN) del sector. El indicador ya evolucionaba en negativo en enero y febrero, con descensos interanuales del 5,9% y el 0,8%, respectivamente, hasta que el inicio del confinamiento provocó descensos del 35% en marzo y del 73,7% en abril, de nuevo sin precedentes. La entrada de España en la llamada nueva normalidad no permitió que la facturación industrial en el sector cambiara de signo, ni siquiera que dejara de caer en barrena, con descensos mes a mes superiores al 20%.

 

Todo esto ha tenido un impacto devastador en las cifras de afiliación en actividades ligadas a este sector. En comparación con diciembre de 2019, en noviembre la industria del cuero y el calzado había perdido 7.828 trabajadores, lo que equivale al 18% de su fuerza laboral, hasta un total de 35.626 puestos de trabajo.

 

 

Aunque más moderada, la evolución de los principales indicadores sobre el sector es igual de descorazonadora en el sector de la confección, que al menos hasta 2020 era el más importante en el sector de la moda en términos de empleo y número de empresas. A diferencia de lo ocurrido con el sector del cuero y el calzado, la confección había tenido un arranque de año en positivo en términos de producción, con un alza del 8,1% interanual en enero, y en el ICN, con un incremento del 12,7%. Tras pinchar en febrero, con caídas del 9,9% en el IPI y del 1,5% en la cifra de negocios, la distorsión provocada por el Covid-19 fue aún mayor en la confección que en los otros sectores. En marzo, la producción cayó un 29,8% interanual y la cifra de negocios lo hizo un 34,3%, mientras que en abril las caídas llegaron a ritmos del 77,3% en la producción y del 80,1% en facturación.

 

Igual que en el sector del cuero y el calzado, la situación no se despejó en los meses sucesivos para la industria española de la confección. En mayo, el ICN del sector se redujo un 58,4% y la producción lo hizo un 78,9%. Las caídas posteriores fueron de máximos del 19,3% a mínimos del 2,2% en los meses sucesivos en el caso del ICN de la confección y de entre un puntual aumento del 3,4% en la producción, registrado en septiembre, a caídas que llegaron al 29,4% en junio o el 24,2% en julio, una vez superado el confinamiento.

 

El balance en términos de pérdidas de puestos de trabajo en la confección fue de 2.225 afiliados a la Seguridad Social menos hasta octubre, en comparación con el dato de cierre del año anterior. En este caso, el sector perdió el 4,7% de su fuerza laboral.

 

La excepción del sector textil

La única excepción a esta sucesión de datos negativos se produjo en la industria textil. El llamado textil de cabecera había empezado el año también en negativo: tras registrar un descenso medio en la producción del 5,1% en 2019, el IPI del sector textil comenzó el ejercicio cayendo un 7,9% en enero y un 3,9% interanual en febrero. En marzo, abril y mayo las caídas fueron también de récord, con descensos sucesivos en los índices de producción del 20,8%, del 53,4% y del 39,9%. Por su parte, los descensos en el ICN del textil durante esos tres meses se situaron en el 17,2%, el 50,3% y el 36,3%.


En junio las consecuencias del estado de alarma todavía coleaban en la industria textil española, pero con magnitudes de bajada de actividad y cifra de negocio muy inferiores a las que registraron ese mes tanto la confección como el sector del cuero y el calzado: en el textil de cabecera el IPI cayó en junio un 9,5% y la cifra de negocios del sector lo hizo un 4,7%.

 

 

 

 

Los brotes verdes para el sector comenzaron a partir de julio, cuando la producción se instaló en unas magnitudes positivas que no abandonaría al menos hasta octubre, hasta donde llegan los datos disponibles. En concreto, la producción industrial del sector textil registró un aumento del 3,2% en julio, subió un 18,5% en agosto, se elevó un 6,1% en septiembre y volvió a crecer un 4,1% en octubre.

 

Por su parte, el ICN del sector pinchó en julio (con una caída interanual del 0,2%) y en octubre (con un descenso del 0,6%), pero pudo mitigar estos resultados con dos subidas en el segundo semestre, del 11,7% interanual en agosto y del 4% en septiembre.

 

Gracias a esta reactivación del funcionamiento de las fábricas textiles, el número de afiliados al sector textil español apenas se ha resentido por efecto de la pandemia. En noviembre, el textil se había convertido en el principal generador de empleo en la industria española de la moda, con 46.586 afiliados a la Seguridad Social, sólo 193 trabajadores menos que a cierre de 2019.

 

 

 

 

Por grupos más concretos de actividad, el único segmento que salva el periodo de enero a octubre con un incremento medio acumulado de la producción es el de fabricación de tejidos textiles, con un alza del 1,8%.

 

El resto de segmentos registran en todos los casos caídas del IPI de doble dígito. El ajuste más severo corresponde al sector de la fabricación de calzado, que hasta octubre había registrado una reducción de su actividad productiva del 29,2%. Le siguieron los descensos en confección de prendas de vestir, con una pérdida de actividad industrial del del 28,4%; acabado de textiles (25,6%); sector del cuero (24,6%); preparación e hilado de fibras (18,3%); confección de prendas de punto (17,5%) y fabricación de otros productos textiles (18,3%).

 

Con todo, el balance acumulado en los diez primeros meses del año es particularmente negativo en la industria española de la moda en comparación con el conjunto del sector secundario español. El índice de producción acumuló de enero a octubre una caída media del 12,1% en el textil, del 27,9% en la confección y del 27,6% en el calzado, en los tres casos por encima de la caída general registrada por el conjunto de la industria española, cuya actividad se redujo una media de 10,9% en los diez primeros meses de 2020.

 

 

 

 

Por su parte, el ICN del conjunto de la industria española registró hasta octubre una caída media del 13,5%, por encima del resultado del textil, con un descenso promedio del 11,2%, pero muy por debajo del registrado en la confección (22,8%) y en el sector del cuero y el calzado (27,6%).

 

Los precios del textil se mantienen

La distorsión en el año del Covid-19 no afectó al ámbito de los precios, cuyo curso a lo largo del año se mantuvo en valores normalizados durante los once primeros meses del ejercicio 2020. El Índice de Precios Industriales (Ipri) del textil, por ejemplo, que había subido un 0,1% en 2019, registró sus valores máximos en enero y febrero, con subidas interanuales del 0,5% y del 0,3%, respectivamente. No obstante, la paralización de la actividad no provocó cambios abruptos en las políticas de precios de las empresas industriales: el Ipri del sector evolucionó plano en marzo y se mantuvo en negativo de abril a agosto, pero con una caída máxima del 0,4%. En los últimos cuatro meses del año, el Ipri osciló entre el 0,0% y el 0,3% negativo.

 

En la industria de la confección los precios tampoco registraron grandes caídas a causa de la pandemia: de hecho, el mayor descenso, del 0,3%, se dio en enero, antes de que el virus afectara a la actividad empresarial en España. De febrero a abril, el Ipri de la industria española de la confección subió a ritmos interanuales del 0,2%, para acelerarse hasta el 0,4% en mayo y al 0,7% de subida en junio, el máximo anual. La segunda mayor subida del año se dio en noviembre, con un alza de precios del 0,6%.

 

En el caso del cuero y el calzado, el Ipri marchó durante todo el ejercicio en positivo, con subidas que fueron del 0,5% al 0,9%.

 

Cambio de actividad

Además de atender a la urgencia sanitaria, tal y como habían pedido las autoridades, parte de la industria española de la moda encontró en la fabricación de mascarillas y otro tipo de equipamiento un filón para mantener su capacidad productiva en funcionamiento en mitad de la crisis sanitaria.

 

En abril, cuando el sistema sanitario del país adolecía de un acuciante problema de suministro de equipos de protección individual para los sanitarios, cuatro empresas españolas del sector obtuvieron el visto bueno del Gobierno para la producción de mascarillas con el objetivo de combatir el coronavirus.

El Ministerio de Industria, Comercio y Turismo y la Agencia Española del Medicamento dieron luz verde a El Corte Inglés, el Centro Tecnológico de Confección de Talavera (Asintec), Manufacturas Lillotex y Uniformidad Laboral Barberá para iniciar la producción en sus instalaciones.

 

En paralelo, Moda España estaba trabajando entonces para obtener la licencia para Sahogar, Soluciones Textiles Alonso, Confecciones Hortensia y Texcon. En algunos casos, el cambio de actividad trascendió a los meses más críticos del estado de alarma. Una histórica del sector, Textil Dimas, se volcó por ejemplo durante todo el año en la fabricación de mascarillas higiénicas reutilizables para compensar la oleada de cancelaciones de pedidos durante 2020. La empresa se alió con dos grupos de Suiza y Japón para desarrollar una línea de mascarillas que espera que en 2021 cope el 50% de su facturación.