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Gran Vía 32: historia, propietarios y cifras de un edificio en el que Primark cumple diez años

El 15 de octubre, la cadena irlandesa de moda low cost celebra una década de su primera tienda a pie de calle en España. La historia de Gran Vía 32 tiene franceses, arquitectos, errores de cálculo e incluso gritos republicanos.

Gran Vía 32: historia, propietarios y cifras de un edificio en el que Primark cumple diez años
Gran Vía 32: historia, propietarios y cifras de un edificio en el que Primark cumple diez años
El número 32 de la Gran Vía de Madrid acogió a los segundos grandes almacenes de la calle.

Pilar Riaño

Poco imaginaba el arquitecto Teodoro de Anasagasti, nacido en Bermeo en 1880, que una de sus obras más importantes terminaría acogiendo a un gigante de la gran distribución de moda. De hecho, cuando el edificio en cuestión terminó de levantarse, la compañía en cuestión aún no se había ni fundado. El próximo 15 de octubre se cumplirán diez años desde que el gigante irlandés Primark se instaló en el número 32 de la Gran Vía de Madrid, desafiando a todo lo visto hasta aquel momento en términos de superficie para una sola marca, poniendo en evidencia a las marcas que ocupaban los locales colindantes, creando colas kilómetricas durante días y, sobre todo, cambiando la fisonomía y el tráfico de una de las principales vías comerciales de Madrid.

 

A Primark le costó más de cinco años abrir en la Gran Vía. La operación comenzó a gestarse en 2011 y no fue hasta 2012 cuando trascendió la noticia de que la compañía negociaba el alquiler del espacio principal del edificio, en aquel momento ocupado por el grupo de medios de comunicación Prisa y que contaba con 14.700 metros cuadrados de superficie.

 

Aunque el nombre de Prisa, editora de El País, continuaba vinculándose con el edificio, esta no era su propietaria desde hacía años. En 2008, Prisa había vendido el activo a Longshore, un vehículo de inversión participado al 50% por PSP Investments (el fondo de pensiones público de las fuerzas armadas de Canadá) y por el fondo de inversión inmobiliaria Drago Real Estate Partners. El inmueble fue vendido en bloque junto a dos más (uno en Barcelona y otro en Madrid) por un importe total de 300 millones de euros.

 

 

gran via 32 120

 

 

Antes de que Primark abriese sus puertas, Gran Vía 32 vivió un pase más. En enero de 2015, Pontegadea, el brazo inversor de Amancio Ortega (fundador y máximo accionista de Inditex, el mayor rival del grupo irlandés) se hizo con él. El conjunto del edificio, que albergaba y sigue albergando tiendas de H&M, Mango y Lefties, suma 36.376 metros cuadrados de superficie construida y, aunque el precio de la operación de compra no trascendió, su precio de salida se situaba en torno a 400 millones de euros.

 

Gran Vía 32 fue la primera tienda a pie de calle en España de Primark. Hasta entonces, la cadena irlandesa, reina por antonomasia de la moda low cost, no había podido instalarse en centro de ciudad y veía restringida su actividad a centros comerciales por los elevados metrajes que requieren sus tiendas. Así, Primark desembarcó en España en 2006, en plena Gran Recesión, y no fue hasta casi una década después cuando llegó a la calle.

 

Pero para que Primark pudiera abrir a lo grande en España, con una tienda que los directivos del grupo catalogaron de “joya de la corona” el día de su inauguración, la Sociedad Madrid París, de capital galo, tuvo que imaginar siglos antes la implantación en Madrid de unos grandes almacenes al estilo del lujo francés: los Almacenes Madrid París.

 

 

 

 

Tal y como explica el área de Patrimonio Cultural y Paisaje Urbano del Ayuntamiento de Madrid, la Sociedad Madrid París encargó al arquitecto francés G. Braive el diseño del majestuoso edificio, que Teodoro de Anasagasti se encargó de adaptar a España. “Para poder construirlo con la holgura deseada, además del solar expropiado para la apertura de la nueva avenida, la sociedad promotora adquirió las cinco casas que restaban en pie de la manzana, que ocupaba en total 3.809 metros cuadrados, pero conservando de modo inexplicable la que hacía esquina en la calle Desengaño con Mesonero Romanos, que quedó integrada en la distribución interior”, señala Patrimonio Cultural.

 

El edificio se elevaba en torno a un gran patio de luces octogonal, que se extendía desde la planta baja hasta la cuarta y se cubría con una cúpula esquifada de hormigón armado y treinta metros de diámetro, coronada por una linterna igualmente octogonal, aunque el área de venta ocupaba sólo las tres primeras plantas, el bajo y parte del sótano, dedicándose el resto a instalaciones y almacenes de mercancías, una distribución que todavía puede apreciarse actualmente.

 

Aquel espacio de la calle Desengaño que había quedado fuera de la operación dio más que dolores de cabeza a los promotores del proyecto, que vieron como las licencias se retrasaban. Finalmente, las obras comenzaron en diciembre de 1920, aunque la apertura de los Grandes Almacenes Madrid París (que se convertirían en los segundos de la Gran Vía tras los Almacenes Rodríguez) no tuvo lugar hasta el 4 de enero de 1924, con retrasos incluidos por varias huelgas obreras. A la inauguración asistieron los reyes Victoria Eugenia y Alfonso XIII.

 

 

almacenes madrid paris anos treinta 1200

Las obras de los Almacenes Madrid París comenzaron en diciembre de 1920, aunque la apertura no tuvo lugar hasta el 4 de enero de 1924, con la asistencia de los reyes Victoria Eugenia y Alfonso XIII.

 

 

La gloria de los Almacenes Madrid París duró poco. La oferta no encajó con la España de la época y, aunque los impulsores la adaptaron con una gran sección de alimentación y con un salón de té con capacidad para 600 personas, el edificio requirió mejoras que dispararon los costes. La Gran Depresión de 1929 terminó haciendo mella en el negocio, que echó el cierre en 1934.

 

El monumental edificio se dividió entonces en partes para poder acoger negocios que no requerían tanta superficie. En la planta calle, por ejemplo, se ubicaron diferentes locales comerciales, que fueron ocupados por la Sociedad Española de Precios Únicos (Sepu), unos grandes almacenes populares, o por la agencia de turismo Carco. El vacío del patio central se aprovechó para abrir el cine Madrid París, con 500 localidades, que comenzó a proyectar películas en 1935 y tras la Guerra Civil fue renombrado como cine Imperial.

 

Durante la Guerra Civil, Gran Vía 32 albergó Unión Radio, el altavoz de la República desde donde Pasionaria gritó “No pasarán”. Mientras tanto, en sus sótanos dos contrarios a la República se enlazaban de forma clandestina con el ejército de Franco.

 

En 1956, Gran Vía 32 volvió a mutar, cuando el arquitecto Fernando Cánovas del Castillo lideró un proyecto para elevarlo en dos plantas más, eliminó las cúpulas laterales y dotó al inmueble de uno de sus elementos más característicos: la escultura del ave fénix que lo corona actualmente.

 

En 1988, Prisa encargó otra gran reforma para instalar en el inmueble la Cadena Ser (en las plantas octava y novena) y, un año más tarde, en diciembre de 1989, el grupo de comunicación adquirió el edificio completo a La Unión y el Fénix Español (perteneciente a Banesto), que lo había adquirido en 1948, para instalar otras divisiones del grupo.