Tino González echó a andar en la década de los ochenta de la mano de Valentín González. La compañía, especializada en calzado, se extendió rápidamente con la fórmula de la franquicia y en 2011 atrajo al capital riesgo, dando entrada a Atlas Capital. Dos años después, entró en concurso de acreedores. Aunque logró dejar los juzgados cinco años después, terminó entrando en liquidación en 2020 tras fracasar en la búsqueda de un comprador.