Entorno

Especial 2020: el negocio de la moda en el año del Covid-19

Un año de vértigo en el campo: la pandemia presiona al máximo las materias primas de la moda

Primero, la pandemia paralizó las fábricas. Después, cortó la demanda con una brusquedad nunca vista en la historia. El algodón, el poliéster, la lana o el nylon han sufrido el golpe en cada fase de la pandemia.

Iria P. Gestal

25 dic 2020 - 04:58

Un año de vértigo en el campo: la pandemia presiona al máximo las materias primas de la moda

 

 

Como cada año, Modaes.es realiza en las últimas semanas de diciembre un repaso a los últimos doce meses en el negocio de la moda, marcados por el impacto de la pandemia del Covid-19. Análisis macroeconómico de España y el mundo, recorrido por los fenómenos sociales que ha provocado el coronavirus y reportajes sobre el impacto en las principales empresas del sector forman el Especial 2020: el negocio de la moda en el año del Covid-19. 

 

 

Sin tiendas no hay demanda, sin demanda no se produce más ropa y, si no se produce más ropa, no hay necesidad de comprar más algodón. El efecto dominó que comenzó con la detección del primer caso de coronavirus en Wuhan (China) llegó también a los campos de la materia prima preferida de la moda. Los precios del algodón se desplomaron a mínimos de diez años, los stocks se dispararon y las organizaciones internacionales alertaron del riesgo de que los productores abandonen esta commodity para dedicarse a sectores en plena expansión, como la alimentación.

 

Los precios del algodón, que cotiza en el mercado de futuros de Nueva York, no dependen solamente de la evolución de la oferta y la demanda de esta materia prima, sino de un aspecto que este año ha cotizado (y mucho) a la baja: las expectativas.

 

En febrero, el algodón tocó máximos de 71 céntimos de dólar por libra, pero el shock de demanda por las restricciones en Europa llevó a la materia prima a cerrar el primer trimestre con un descenso del 23%. El suelo se tocó el viernes 20 de marzo, cuando los precios firmaron el mínimo en una década situándose en sólo 53,6 centavos por libra. El anterior ciclo deflacionista en el algodón se produjo de mediados de 2018 a agosto de 2019 y estuvo influenciado, principalmente, por la guerra comercial entre China y Estados Unidos.

Las tensiones entre ambos países llevaron a la principal materia prima para el sector de la moda a cotizar a 58 centavos por libra en agosto del pasado año, con una caída acumulada de 37 centavos.

 

 

 

 

La presión sobre los precios se mantuvo durante toda la campaña con la avalancha de cancelaciones de pedidos durante el cierre en Europa y también más tarde, cuando la reactivación de la economía no fue suficiente para estimular los precios del algodón. De hecho, el International Cotton Advisory Committee (Icac) anticipa que los precios se sitúen en una media de 69,4 céntimos por libra este año, frente a los 69,3 céntimos previstos en el análisis de noviembre.

 

Para el cierre de la campaña 2020-2021, el Icac anticipa una producción global de 24,7 millones de toneladas y unos stocks de 21,7 millones de toneladas, lo que podría reducir, al menos en parte, la presión sobre los precios.

 

“Aunque la recuperación del consumo ha sido lenta y se prevé que se mantenga en 24,3 millones de toneladas la próxima campaña, se prevé que el comercio mundial recupere los niveles pre-Covid con 9,4 millones de toneladas”, anticipa la entidad.

 

El Icac recuerda que Estados Unidos y China continúan inmersos en una guerra comercial, aunque la entrada en vigor de la primera fase del acuerdo entre ambas potencias ha mitigado en parte las tensiones. Entre abril y septiembre, las compras de algodón de China a Estados Unidos se dispararon un 65%, ya que el pacto contemplaba que el gigante asiático impulsara sus importaciones de artículos agrícolas al país.

 

 

 

 

El misterio del poliéster

En el poliéster, en cambio, la evolución ha sido más desigual. Entre enero y julio, las exportaciones de esta materia prima procedentes de China, que controla casi al completo el mercado del algodón, se hundieron un 23% respecto al mismo periodo del año anterior. Con todo, la demanda local en China tanto de paraxileno (PX) como de monoetilenglicol (MEG), empleados para la producción de poliéster continuaron al alza, algo que la compañía de estudios de mercado Icis (Independent Commodity Intelligence Services) califica de “el misterio chino”.

 

Entre enero y julio, la demanda de PX se impulsó un 24%, según estimaciones de Icis, calculadas a partir de la desviación entre las importaciones y las exportaciones. “Este incremento en la demanda aparente contrasta con nuestras previsiones para el año completo, que apuntaban a una caída del 1% en la demanda de PX, en lo que supondría el primer descenso desde 2008”. En el caso del MEG, la empresa prevé un descenso del 4% este año, de nuevo la primera caída desde 2008, cuando retrocedió un 5%.

 

Ics apunta que parte de la desviación podría deberse a que estas materias primas se pueden estar empleando para la producción de mascarillas, que se fabrican de textiles no tejidos mezclados con poliéster, o incluso para la producción de plástico de un solo uso, que se ha disparado durante la pandemia. Aun así, la consultora matiza que el 81% de la demanda de polímeros de poliéster de China continúa siendo para la producción de fibras.

 

 

 

 

Si tanto el algodón como el poliéster se vieron afectadas desde el principio de la pandemia por la paralización de China, el mayor exportador del mundo de las dos materias primas, la industria europea no notó el golpe hasta que se paralizaron los hubs de una de las escasas materias primas de la moda que continúan produciéndose en el continente.

 

Se trata del nylon 6,6, que había experimentado un rápido crecimiento en los últimos años gracias a la explosión de la moda deportiva. Antes del estallido de la pandemia, las previsiones apuntaban a un crecimiento de la producción del nylon (incluyendo el 6 y el 6,6) del 5,5% anual hasta 2029, según datos de la consultora Fact.MR.

 

Pero el coronavirus trastocó todos los planes. Tras congelar la producción en China e India, llegaron los cierres en Europa, que afectaron directamente a su principal hub en el continente: Lombardía. El cierre de la región italiana a principios de marzo dejó aisladas las fábricas de nylon 6,6 de Fulgar, Golden Lady, Radici y Aquafil, que concentran el 30% de la producción mundial para el textil. Cuando las fábricas reabrieron, era la demanda la que se había visto afectada.

 

 

 

 

El sector no sólo sufrió por la contracción brusca de las ventas de moda, sino también por el golpe en el que a día de hoy es su mayor cliente: la industria de la automoción. Con todo, también hay algunos claros en las perspectivas para esta materia prima: por un lado, gigantes como Invista continúan invirtiendo en ampliar su producción, con nuevas fábricas proyectadas para 2021; por otro, no hay mejor materia prima para la moda deportiva, que es precisamente el subsector de la moda que mejor ha resistido durante el último año.

 

Otras materias primas más minoritarias, como la lana, tampoco han escapado al golpe. El Ministerio de Agricultura de Australia prevé que el Eastern Market Indicator, de referencia para esta materia prima, se sitúe en una media de 1.040 céntimos por kilo limpio en la campaña 2020-2021, lo que supondrá una caída del 28% respecto a la 2019-2020. 

 

Además de por la crisis sanitaria, la campaña se está viendo fuertemente impactada por la climatología adversa, por lo que se prevé que la producción se mantenga estable en 280.000 toneladas, tras caer un 5,5% en 2019-2020.