2024: El año en que la regulación (casi) asustó a la moda
La industria europea de la moda comenzó el ejercicio 2024 con la amenaza de poder convertirse en un sector regulado, pero la presión se ha ido relajando a medida que las normativas se han ido atrasado a lo largo del año.
20 dic 2024 - 05:00
Adiós a un negocio desregularizado. Con esta amenaza comenzó la industria europea de la moda el ejercicio 2024. Los equipos de sostenibilidad de las empresas se pusieron manos a la obra para prepararse para dar respuesta a la nueva legislación y los primeros ejecutivos se afanaron en aprender los detalles de los nuevos textos. Pero, a medida que ha avanzado el año, las diferentes normativas que deben entrar en vigor han quedado aguadas, atrasadas o suspendidas y, con ellas, las empresas se han relajado. El ejercicio 2024 ha sido en el que la regulación (casi) ha asustado a la moda.
Lee ya todo el Modaes Dossier Anual 2024
El año en que la regulación (casi) asustó a la moda
A través de la firma del Pacto Verde Europeo en 2019, la Unión Europea se marcó entonces el objetivo de alcanzar la neutralidad climática en 2050. Junto con el Acuerdo de París, que fijó la necesidad de mantener el calentamiento global en un máximo de 1,5 grados centígrados respecto a los niveles preindustriales, este se ha convertido en el mayor compromiso de Bruselas con la sostenibilidad. La moda ha estado, desde un inicio, en el punto de mira de la Unión Europa.
El incremento de las regulaciones sociales y medioambientales ha marcado la agenda de la moda, que ha visto, a veces con miedo y otras con desconfianza, cómo las autoridades europeas legislaban sus negocios. Lo que empezó con acusaciones de greenwashing y una mayor vigilancia de lo que se podía denominar eco, ha acabado aumentando la responsabilidad de la moda en toda su cadena de suministro.
El camino de Europa para aprobar las leyes sobre sostenibilidad, sin embargo, no ha sido fácil, especialmente en un año marcado por las elecciones al Parlamento Europeo. El 9 de junio, los ciudadanos de todos los países acudieron a votar una nueva Eurocámara, mientras la anterior todavía luchaba por conseguir aprobar algunas de las legislaciones previstas.
La todavía presente guerra entre Ucrania y Rusia; la toma de poder del primer ministro de Hungría, el abiertamente antieuropeísta Viktor Orbán, al frente del Consejo de la UE; el aumento de la tensión entre Estados Unidos y China o los continuos ataques en el Mar Rojo, que han provocado disrupciones en toda la cadena de suministro son sólo algunos de los shocks que también ha enfrentado la Unión Europea mientras tanto. Las elecciones pasaron, la Eurocámara cambió, y en Bruselas poco a poco se ha vuelto a la normalidad.
A pesar de todas las turbulencias, tanto el Consejo de la UE como el Parlamento han conseguido ponerse de acuerdo para sacar adelante más de una quincena de leyes sobre sostenibilidad que afectan al sector de la moda y la acercan a otras industrias como el farma por su extensa regulación. El auge de las normativas, además, ya ha comenzado a tener las primeras consecuencias dentro y fuera del sector.
En lugar de mirar desde fuera, sin embargo, la moda se ha introducido de lleno en los procesos legislativos. Si, como puede pasar en Francia, el Gobierno quiere legislar la denominada moda rápida, operadores como Shein tienen algo qué decir. Los lobbys no prevén dejar legislar sin ellos, y entidades como Euratex o la European Branded Clothing (Ebca) van sumando socios a sus filas.
Los proveedores han empezado a entrar también en las negociaciones, tanto desde dentro como presionando a las empresas
Los proveedores han empezado a entrar también en las negociaciones, tanto desde dentro como presionando a las empresas para que financien los cambios necesarios en sus cadenas de suministro, y la sostenibilidad se ha introducido poco a poco en los equipos de dirección de las empresas.
Desde la formación de departamentos exclusivamente dedicados a promover prácticas sostenibles a la búsqueda de talentos como ingenieros textiles. Si 1974 pasó a la historia como el año de la liberación del comercio de moda gracias al Acuerdo Multifibras, 2008 lo hizo por la caída masiva del poder adquisitivo de los compradores y 2020 quedó marcado como el año del estallido del Covid-19, 2024 se alza como el año en el que la regulación llegó a la moda.
De la Due Diligence a la ley marco de residuos, pasando por la normativa contra el trabajo forzoso, la moda debe trabajar ahora con legisladores, proveedores y entidades del tercer sector si quiere cumplir con la batería de reformas que conforman el nuevo marco regulatorio de la moda.
Cualquier gran empresa que opere en Europa deberá hacerse cargo del efecto que tiene en materia de sostenibilidad y derechos humanos
Una de las normas que mantuvo en vilo a Europa fue la Due Diligence, que consiguió aprobarse en el último momento y afecta a uno de los asuntos más sensibles del sector: su cadena de valor. El Consejo de la Unión Europea, conformado por los jefes de gobierno de todos los Estados miembro, votó en contra del texto que ya había pactado previamente con el Parlamento europeo, desencadenando una oleada de reproches entre ambos organismos supranacionales.
La normativa establece que cualquier gran empresa que opere en Europa deberá hacerse cargo del efecto que tiene su negocio en materia de sostenibilidad y derechos humanos en toda la cadena de suministro. Las primeras en aplicar la normativa serán las empresas con más de 5.000 trabajadores y un volumen de negocio neto de más de 1.500 millones de euros, que a partir del 26 de julio de 2027, deberán desarrollar una política para identificar, prevenir y gestionar estos riesgos e impactos derivados de sus operaciones.
Más adelante, el texto afectará a más empresas, hasta llegar a las compañías con más de 1.000 trabajadores y que cuenten con una facturación de 450 millones de euros, las últimas en tener que aplicar la normativa.
A pesar de estar todavía pendiente de aprobación, la Directiva marco de residuos prevé la obligación para las empresas de algunos sectores, entre ellos, la moda, de financiar la recolección y reciclaje de forma diferenciada al resto de residuos. Esta ley es una de las que hasta el momento ha modificado en mayor medida el sector, con el establecimiento de sistemas de responsabilidad ampliada del productor, o RAP.
Aunque la norma no está aprobada, las empresas de moda ya han comenzado a organizarse a través de scraps, y sólo en España, han nacido tres de ellos: Re-viste, que agrupa a los grandes gigantes de la moda como Inditex o Mango, Gerescal, que incluye a las empresas especializadas en calzado, y un tercero que agruparía a las principales empresas catalanas de moda, impulsado por Modacc.
Estas organizaciones deberán cobrar cuotas a las empresas de moda con las que, más adelante, se financiarán los sistemas de recogida diferenciada y reciclaje, de una forma parecida a la que lo hace ya Ecoembes. A pesar de que aún no ha llegado el Real Decreto que transpondrá la directiva europea en España y, por lo tanto, las empresas todavía no están obligadas a afiliarse a un scrap concreto, Re-Viste ha empezado su primera prueba piloto. La entidad llevará a cabo diferentes modelos en territorios con características diversas, el primero de ellos, el municipio de Arbo, donde Re-Viste está en conversaciones para diseñar un modelo de recogida y clasificación del residuo textil.
Las empresas de moda ya han comenzado a organizarse a través de scraps, y sólo en España, han nacido tres de ellos
Más allá de reciclar los productos que ya estén en el mercado, la Unión Europea también ha trabajado para conseguir que las nuevas prendas de ropa que se fabriquen a partir de ahora duren más.
A través de la ley de Ecodiseño, aprobada formalmente en mayo, las empresas, incluyendo fabricantes y distribuidores, deberán cumplir unos requisitos mínimos que aún no se han establecido. Estos se regularán a partir de un acto delegado concreto para cada sector, y el de la moda será uno de los primeros en verse afectado.
La principal medida que ya se sabe que comportará la ley, sin embargo, es el Pasaporte digital, una herramienta que contendrá información detallada sobre los procesos, materiales y origen de las prendas. La moda se enfrenta aquí al reto de conseguir toda esta información.
Con una cadena de valor fragmentada en diferentes países, la mayoría de ellos a miles de kilómetros de distancia, las empresas deberán trabajar con toda su cartera de fabricantes para recopilar la información. La ley prevé establecer el reciclaje de artículos no vendidos como destrucción, con el objetivo de reducir la sobreproducción innecesaria.
La ley prevé establecer el reciclaje de artículos no vendidos como destrucción, con el objetivo de reducir la sobreproducción innecesaria
La comunicación es otro de los ámbitos en los que Bruselas ha comenzado a regularizar la moda, en concreto, a través de la Directiva que Empodera a los Consumidores para la Transición Verde. Esta norma tiene el objetivo de acabar con el greenwashing, y asegurarse así que los consumidores tienen acceso a información fiable sobre los esfuerzos de sostenibilidad de las empresas.
Dentro de esta ley se incluye la conocida como Green Claims, que establece los requisitos que las empresas deben cumplir si quieren comunicar que un producto o material es sostenible, ecológico o beneficioso.
La regla básica que deberán seguir las empresas es basar cualquier alegación en pruebas científicas y estén basadas en datos cuantitativos. Estas deberán, además, estar validadas por un tercero que esté acreditado de forma oficial por la Unión Europea.