Entorno

2018, el año en que la bolsa dio la espalda a la moda

Los informes negativos de los analistas se han encadenado en un año en que ni Inditex ha logrado esquivar la penalización del parqué. La reducción de los márgenes, el crecimiento del online y la transformación del sector son los culpables de que la bolsa haya dado la espalda a la moda.

Iria. P. Gestal

31 dic 2018 - 05:00

2018, el año en que la bolsa dio la espalda a la moda

 

 

La moda da la espalda a los titanes del parqué. La transformación de los gigantes del sector ha puesto en jaque a los inversores, que desconfían del futuro de un negocio cada vez más sensible a elementos externos y cuya rentabilidad está en descenso.

 

El capital ha sido siempre más temeroso de los operadores de moda que de otros sectores por el denominado “efecto moda”: una empresa de tornillos seguirá vendiéndolos salvo una gran disrupción en el sector; en moda, en cambio, las compañías están obligadas a reinventarse al menos cada seis meses, y el éxito en campañas pasadas no garantiza las futuras.

 

Sin embargo, la profesionalización del sector, su capacidad para generar caja y su escalabilidad terminaron por abrir la moda al capital, y especialmente a la bolsa, sobre todo a partir de la década de los noventa.

 

Pero, en el último año, los inversores han comenzado a desconfiar de nuevo. La transformación que atraviesa el sector, la incertidumbre sobre cuál será el futuro del retail, su exposición frente a causas exógenas como el clima o las divisas, la caída de márgenes de los principales operadores y el avance de los pure players, con valoraciones inspiradas por Silicon Valley, han motivado que los principales analistas del sector hayan recomendado a los inversores ponerse en posición vendedora.

 

 

 

 

Uno de los peor parados en esta oleada de recomendaciones de venta es H&M. Entre 2015 y 2017, las acciones del gigante sueco se desplomaron un 50%, debido en parte a la dificultad de alcanzar los ritmos de su mayor rival, Inditex. Ya en 2017, las críticas hacia el grupo se multiplicaron. En noviembre, H&M acumulaba quince consejos de venta, una cota récord, y su acción tocó mínimos desde 2011. El principal riesgo era, según los analistas, el avance del canal online.

 

El banco nórdico Handelsbanken, uno de los analistas que recomendaba deshacer posiciones en el grupo, llegó a calificar de “viaje doloroso” el desafío de H&M en la digitalización, poniendo de relieve la diferencia “abismal” entre la oferta online de la compañía y la de sus competidores.

 

SEB también aludía a la creciente cuota de mercado de compañías nativas online como Zalando, Boohoo y Asos para justificar su consejo de vender acciones de H&M, además del impacto de la meteorología y la ralentización del comercio en el mercado alemán, el primero para el grupo por facturación. A lo largo de 2018, las posiciones se mantuvieron en una tónica similar, con informes que subrayaban los elevados niveles de stock de H&M y su dificultad para competir con los pure players.

 


 

 

La ralentización que registró el grupo durante los últimos meses de 2017 y los primeros de 2018 le llevó a organizar, por primera vez en su historia, un día dedicado a los mercados de capital. La iniciativa se llevó a cabo durante febrero, pero no logró el respaldo de los inversores, que dudan de la estrategia del grupo para revertir la debilidad de su marca principal.

 

En el primer trimestre, la compañía volvió a presentar un descenso en las ventas, el segundo trimestre consecutivo en caída, y su beneficio se desplomó un 44%, lo que terminó de hundir su cotización. El 6 de abril, las acciones del grupo tocaron mínimos desde 2008, llegando a 126,26 coronas suecas por título, frente a las 360 coronas que llegó a alcanzar en 2015.

 

El descenso de H&M pasó también factura a Inditex, a quien los inversores habían premiado en bolsa en marzo, cuando coincidiendo con la presentación de sus resultados anuales anunció la estrategia de reorganización de su red comercial (ya concluida) y el volumen de sus ventas online. En el segundo trimestre, las ventas aguantaron, pero el beneficio volvió a caer. 

 

La primera palmada en la espalda para H&M por parte de la bolsa no llegó hasta el tercer trimestre, cuando el plan de reorganización de la compañía comenzó a dar sus primeros frutos lo que, sumado a la compra de un paquete accionarial por parte de Interogo Holding, el vehículo inversor de Ikea, contuvieron la caída en bolsa. Los analistas subrayaron la decisión acertada de centrarse en reorientar su cadena principal, H&M, y bajar precios, aunque volvieron a hacer hincapié en sus elevados niveles de inventario y en su compleja adaptación al online. 

 

 

 

 

“Creemos que H&M ha hecho lo correcto reduciendo los precios de entrada e invirtiendo en su oferta a largo plazo, pero esperamos que esto presione el margen a corto plazo”, apuntó RBC Capital Markets. La bolsa se animó por un artículo publicado en el Daily Mail, que apuntaba que Stefan Persson, presidente del grupo, había iniciado conversaciones con los bancos para pactar una refinanciación de la deuda y estaba contemplando una megaoperación para excluir la empresa de bolsa. El cuarto trimestre dio un nuevo respiro a la empresa, que creció por encima de lo previsto tanto en los tres meses como en el año completo, pero ni aun así el grupo logró cerrar el día en positivo en bolsa.

 

Ni el líder es inmune

La desconfianza de los mercados con el sector de la moda impactó incluso en el número uno del sector, Inditex, un valor tradicionalmente mimado por los analistas y que en apenas 17 años en bolsa ha logrado convertirse en una de las mayores empresas por capitalización del Ibex35.

 

Sin embargo, 2018 ha estado inusualmente marcado por el rojo. En febrero, la compañía cayo a mínimos de tres años en bolsa tras anticipa a los analistas una caída en sus ventas comprables y en su margen en el último trimestre del ejercicio 2017. La filtración a la prensa de ese anuncio provocó una oleada de ventas de los títulos del grupo gallego, que cerró la jornada con una caída del 7,06%.

 

El segundo gran golpe, salvando los efectos contagio de H&M, no llegó hasta agosto, cuando se difundió un demoledor informe de Morgan Stanley en el que el banco estadounidense opinaba que Inditex tendrá una “inevitable reducción” a largo plazo. La empresa es “cada vez es más sensible a las divisas, ha registrado caídas de márgenes y afronta las mismas presiones que la mayoría de los otros grupos minoristas”, sentenciaba el documento.

 

 

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En septiembre, Morgan Stanley volvió a la carga, rebajando un 20% la valoración del grupo, que se sumó a una oleada de rebajas por parte de analistas como Goldman Sachs, Credit Suisse, JP Morgan o Citigroup, que llevaron a al grupo a encadenar cinco jornadas consecutivas de descensos en bolsa, incluida la mayor desde el referéndum del Brexit.

 

Por su parte, Gap, el bronce de la moda, también ha seguido una tendencia bajista en bolsa durante el año, y a mediados de diciembre acumulaba una caída del 26% en su cotización. La empresa también tocó fondo en el parqué tras un informe de un analista, en su caso JP Morgan, que rebajó la valoración del grupo por el elevado grado de exposición de la empresa a la batalla comercial de Estados Unidos con China.

 

 

¿Y los ‘pure players’?

Pero, si bien la amenaza del online y las fuertes tasas de crecimiento de los pure players arrastraron a los grandes retailers a lo largo del año en bolsa, cuando los pure players flaquean, los titanes del brick son también los primeros en notar el impacto.

 

Así ocurrió, por ejemplo, el 17 de diciembre, cuando un profit warning de Asos arrastró a la baja a Inditex y H&M. La alerta del grupo británico de que las ventas de noviembre no estuvieron a la altura de sus expectativas debido a la incertidumbre económica en varios de sus principales mercados y la caída de la confianza de los consumidores le costó una caída del 35,7% en la bolsa de Londres. El efecto dominó no se hizo esperar: la matriz de Zara se dejó un 3,87%, mientras que H&M retrocedió un 8,5%. También cayó AB Foods, propietario de Primark, con un descenso del 3,15%.

 

 

 

 

El descenso del grupo británico arrastró también a Zalando, el otro gran pure player europeo especializado en moda, que se dejó un 11,6%, hasta 22,56 euros el título. La empresa arrastraba ya una tendencia bajista desde sus propios profit warning en agosto y septiembre, lo que le costó una corrección del 30% en apenas tres meses.

 

En global, el balance de los operadores online fue muy negativo en 2018. Asos acumulaba una caída del 66,7% a 21 de diciembre; Zalando, un 44,5%, y Showroomprive, especializado en la venta online de stocks, se había dejado un 88,4% de su valoración.

El otro gran operador de moda online cotizado, Yoox Net-a-Porter, abandonó el parqué en junio después de que el grupo suizo Richemont se hiciera con el 100% del capital de la compañía.

 

La evolución del Selectivo Internacional Modaes.es de Bolsa (SIMB35), que sigue la evolución de las 35 empresas cotizadas más representativas del sector en todo el mundo, ha demostrado también esta pérdida de confianza del mercado en el sector. Tras un esprint en la primera mitad del año, aupada por la subida de los valores estadounidenses y que le llevó a marcar máximos en junio, el SIMB35 tropezó en junio, y septiembre, aunque en octubre volvió a remontar para batir la marca de los 19.000 puntos por primera vez en su historia. En la recta final del año, sin embargo, el selectivo volvió a retroceder, llegando incluso a perder la barrera de los 18.000 puntos a sólo un mes de terminar el ejercicio, con Michael Kors, Tod’s y Coty a la cola.

 

 

 

 

Otro ‘unicornio’ de la moda en bolsa

Los que entran por los que salen. Apenas unos meses después de que Richemont excluyera del parqué a Yoox Net-a-Porter tras hacerse con el 100% de las acciones, debutaba en la bolsa de Nueva York Farfetch, uno de los fenómenos del comercio de lujo en los últimos años.

 

La empresa, impulsada por el empresario portugués José Neves y con sede en Londres, está especializada en la venta del stock físico de tiendas multimarca a través de la Red. Antes de dar el salto a bolsa, Farfetch había levantado ya 701,5 milones de euros en siete rondas de financiación, en las que captó el interés de inversores como Index Ventures, Condé Nast o Eurazeo. En junio de 2017, la compañía cerró otra macroperación, vendiendo un 13,94% de su capital al gigante chino del ecommerce JD.com.

 

Poco más de un año después, en septiembre de 2018, la empresa dio el salto a bolsa a veinte dólares el título, por encima de la horquilla prevista de entre 17 dólares y 19 dólares. La empresa levantó 885 millones de dólares, muy por encima de su objetivo de 446,5 millones de dólares. Y todo, sin haber si quiera haber entrado en números negros.

 

Farfetch no fue, sin embargo, el único grupo vinculado al negocio de la moda que comenzó a cotizar en 2018. Otra empresa respaldada por un grupo chino, SMCP (propiedad de Shandong Ruyi desde 2016) comenzó a cotizar en octubre con una valoración de 1.700 millones de euros, a 21,80 euros el título, ligeramente por debajo de su precio objetivo.

 

 

 

 

En Latinoamérica, los saltos al parqué estuvieron dominados por los titanes de los centros comerciales. Mallplaza, propiedad del titán chileno de los grandes almacenes Falabella, protagonizó una de las mayores aperturas en el mercado de valores chileno y levantó 520 millones de dólares en su estreno. Durante su primera jornada en el parqué, los títulos llegaron a multiplicarse por siete. Tras la operación, Chile se consolidó como el país latinoamericano con mayor cantidad de empresas vinculadas a la moda en bolsa, con Falabella, Cencosud, Ripley, La Polar, Parque Arauco, Forus y Tricot.

 

De cara a 2019, se sumará una más, ya que Cencosud sacará al mercado su división de centros comerciales. El retailer chileno, propietario de complejos como Alto Las Condes, Unicenter o Plaza Lima Sur, colocará en el mercado de valores entre el 20% y el 30% de su sociedad de complejos.

 

Entre las OPV programadas para el ejercicio 2019 se encuentran también la de la italiana Liu Jo y, sobre todo, la de Levi Strauss. El gigante del denim, que ya cotizó en el parqué neoyorkino en los setenta, prevé levantar captar entre 600 millones de dólares y 800 millones de dólares, lo que situaría la valoración de la empresa en 5.000 millones.