Entorno

Un Mundo en Transformación: Italia, ahogada por el populismo ‘e pur si muove’

Envejecida, en crisis, y con un gobierno más preocupado por mantener el apoyo de unos votantes descontentos que por desatascar la economía, Italia aún se mueve, pero renquea.

Iria P. Gestal

16 abr 2019 - 04:44

Italia, ahogada por el populismo ‘e pur si move’

 

 

El tablero de juego del negocio de la moda ha dado un vuelco. La herencia de una crisis, la inestabilidad, el auge de movimientos populistas, los intentos de dar marcha atrás a la globalización y la amenaza de ralentización de la economía global han hecho fracasar uno a uno casi todos los pronósticos. El mundo está en transformación, y la moda, como actor global, debe adaptarse y transformarse con él. Modaes.es recorrerá, a lo largo de una serie de reportajes, las claves del nuevo orden en los principales mercados para el sector y cómo este puede afectar a uno de los negocios más globalizados del planeta.


 

 

 

E pur si muove. La frase que Galileo Galilei nunca dijo en realidad ante la Santa Inquisición tras abjurar de la visión heliocéntrica del mundo bien podría aplicarse a la política y la economía italiana. Con un Gobierno casi imposible, futo de la coalición de populistas de izquierda y derecha, el país parece estar siempre esquivando el colapso. Y, sin embargo, se mueve.

 

Pero ese empuje al margen de la política, arraigado ya a la cultura del país, no es invencible. Italia entró en recesión técnica el año pasado por tercera vez desde 2008 y, tras cinco años de recuperación, los italianos continúan siendo más pobres hoy de que en 2000, en términos reales.

 

En concreto, la economía italiana, la tercera mayor de la zona euro, cerró el tercer trimestre con un descenso del 0,1% y se contrajo otro 0,2% en el cuarto periodo, el mayor descenso de los últimos cinco años. El Instituto Italiano de Estadística (Istat) justificó la evolución por el impacto de la ralentización de la economía europea, sobre todo en Alemania, así como por las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos. El peso de las exportaciones asciende al 31,3% del Producto Interior Bruto (PIB) italiano, por lo que el país está especialmente expuesto a estos conflictos.

 

 

 

 

Sin embargo, los analistas apuntan a que las causas de la recesión se encuentran en casa, y no en factores externos. Organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Central Europeo (BCE) insisten en que el país tiene todavía grandes tareas pendientes, como el retrasado programa de inversión en infraestructuras o un profundo examen a su sistema financiero y fiscal en el que no parecen demasiado interesados por el momento los partidos en el poder.

 

En la revisión de enero, Italia fue el país con menores perspectivas de crecimiento para 2019, de todos los analizados individualmente por el FMI. En concreto, el organismo anticipa una subida de apenas el 0,6% para 2019 y el 0,9% para 2020.

 

Las previsiones de otros organismos internacionales le otorgan un crecimiento de no más del 1% para este año, aunque el primer ministro, Giuseppe Conte, defiende que el país podría crecer un 1,5%. El país arrastra todavía problemas estructurales de la crisis, como la elevada tasa de paro, del 10,5%, y el especialmente preocupante desempleo juvenil, el tercero mayor de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (Ocde), del 31,6%.

 

 

 

 

En paralelo, Italia tendrá que enfrentarse al objetivo de déficit acordado el año pasado tras meses de tensiones con Bruselas. El país, con una deuda pública que asciende al 132% del PIB, se comprometió finalmente a contener el déficit en el 2,4% del PIB para 2019, el 2,2% en 2020 y el 2% en 2021.

 

Pero las políticas de los dos partidos en el poder, el anti-establishment Movimiento 5 Estrellas y el xenófobo la Liga Norte, juegan en contra de esa meta. Ambos están decididos a sacar adelante las promesas que les llevaron al poder: una renta mínima en el caso de los primeros, recortes de impuestos en el de los segundos, y una reforma de las pensiones, un compromiso de ambas formaciones. Esta política fiscal expansiva podría estimular la economía, pero supondría una enorme piedra más en la mochila de la ya abultadísima deuda del país transalpino.

 

 

 

 

Puerta de entrada del populismo en Europa

Italia celebró elecciones generales el año pasado sin ningún claro vencedor. Los dos partidos más votados, la Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas, no podrían estar más en las antípodas ideológicamente, pero el populismo les une.

 

El primero, con Matteo Salvini al frente, se inspira en movimientos de ultra derecha europeos como el Frente Nacional y defiende un discurso xenófobo, proteccionista y antieuropeísta que, sin embargo, le ha granjeado todavía más apoyos una vez en el poder.

El Movimiento 5 Estrellas, por su parte, nació en pleno estallido de la crisis liderado por el cómico y actor Beppe Grillo y se define como un movimiento ecologista, antieuro y parcialmente euroescéptico.

 

Ambos formaron una coalición inédita, con Luigi di Maio (M5S) como vicepresidente y Matteo Salvini como ministro del Interior. Di Maio y Salvini están de facto por debajo del primer ministro, Giuseppe Conte, aunque ha sido Salvini quien ha copado portadas de periódicos y se ha erigido prácticamente como el portavoz del Gobierno italiano.

 

 

 

 

Con él al frente, la Liga ha disparado su popularidad, mientras que el Movimiento 5 Estrellas ha perdido posiciones, y en Italia no se descarta que se produzca un adelanto de elecciones a corto plazo.  

 

Su primera prueba de fuego serán las elecciones al Parlamento Europeo de mayo, en las que prevé dar el primer paso para convertir su proyecto, una “Liga de ligas”, en la primera fuerza política europea. Para ello cuenta con el apoyo de la presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen y del primer ministro húngaro, Viktor Orban, entre otros, además del asesoramiento de Steve Bannon, ex estratega de Donald Trump, asesor de Vox y uno de los padres de la actual oleada populista.

 

Con la coalición del Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte, Italia se convirtió en la puerta de entrada del populismo de derechas en un gran Gobierno europeo. Salvini llegó allá donde ni Le Pen en Francia, ni Gerard Batten (Ukip) en Reino Unido, ni Jörg Meuthen (AfD) en Alemania han logrado llegar, al menos por ahora.

 

 

 

 

Siete millones de habitantes menos

Italia es el país más envejecido de la Unión Europea: casi el 7% de la población tiene más de ochenta años, por encima del 6,5% de Grecia y el 6% de España, lo que supone una amenaza para su sistema económico.  El país tiene actualmente 60,7 millones de habitantes, y se prevé que pierda en torno a siete millones de residentes en los próximos cincuenta años, según el último informe de perspectivas demográficas de Istat.

 

Según el organismo, sólo hay un 7% de probabilidad de que el país incremente su población en el próximo medio siglo. El descenso será más acelerado en el sur del país, mientras que en el centro y el norte, las áreas más prósperas del territorio, la población no empezará a caer hasta 2045. Actualmente, el 66% de los italianos vive en el centro y el norte, el 34% en el sur y en las islas. En 2065, el ratio será del 71% y 29%, respectivamente, según el mismo informe.

 

Estas perspectivas se realizan en base a la baja tasa de natalidad del país, que tocó mínimos históricos en 2018, y la elevada mortalidad, que marcó su máximo desde 1941. El saldo migratorio, por su parte, se mantendrá en positivo, pero no será suficiente para compensar el balance natural de población.

 

La situación podría agravarse ante las políticas xenófobas y antinmigración del ministro del Interior, que el año pasado sacó adelante una de sus grandes promesas electorales: un real decreto sobre seguridad e inmigración que endurece las condiciones para los solicitantes de asilo, limita la protección de los inmigrantes vulnerables y facilita las expulsiones.

 

 

 

 

Con el ‘made in Italy’ por bandera

Italia, con Milán a la cabeza, es una de las capitales mundiales de la moda. El país perfeccionó el prêt-à-porter apoyándose en la industria, plantó el germen de los operadores verticales con Benetton a la cabeza y convirtió en el made in Italy en un símbolo tan importante como su bandera. El sector está entre los estratégicos para la economía del país, junto al químico, automovilístico o el gastronómico.

 

A lo largo y ancho de su territorio se asientan los principales núcleos productivos de la industria italiana del textil y del calzado. La región de Como continúa siendo uno de los pilares del sector, en el que se concentra gran parte de la hilatura y tejeduría del país; Marcas, en calzado; Nápoles en sastrería, o Prato, en punto tricot. Sobre esta última es donde más se ha puesto el foco en los últimos años, sobre todo tras un incendio en un taller de confección en 2014 en el que fallecieron siete personas y que desveló la transformación de esta región hasta convertirse en uno de los polos de la confección low cost en Europa, con miles de talleres regentados por ciudadanos de origen chino, la mayoría de ellos clandestinos. Durante dos años, las administraciones locales han trabajado para regularlos.

 

Italia es el tercer mayor exportador del mundo de textil y confección, con una cuota de mercado del 5,1% en 2016, según los últimos datos disponibles del Global Trade Atlas recogidos por el Osservatorio económico del Ministerio de Economía italiano. Durante la última década, el país transalpino ha incrementado cada año sus exportaciones salvo en 2008, cuando retrocedieron un 3%, y 2009, cuando se desplomaron un 19,7%. Pese a los retrocesos, la moda ha mantenido su papel dominante en el comercio exterior italiano, copando en torno a un 7% de las exportaciones del país cada año.

 

 

 

 

Italia es además un gran consumidor de moda, situándose como el sexto mayor mercado en el mundo para el sector con unas ventas de 51.144 millones de euros en 2016, según los últimos datos de Euromonitor recogidos por EAE Business School.

Sin embargo, e igual que ocurre en otros mercados maduros, la moda está perdiendo peso en los presupuestos de los italianos y el sector se está encogiendo. Ese mismo ejercicio, el país lideró, sólo por detrás de España, la caída del gasto, con un descenso del 1,2%.

 

Las previsiones para los próximos años tampoco son halagüeñas. Según Euromonitor, el gasto en el sector crecerá un pírrico 0,54% al año hasta 2020, sólo por delante del todavía más moderado avance de Japón (0,16%). Envejecida, en crisis, y con un gobierno más preocupado por mantener el apoyo de unos votantes descontentos que por desatascar la economía, Italia e pur si muove, pero renquea.