Entorno

Revista Modaes número 56

Destino, 50 millones: ¿cómo crece España?

España sigue ganando población por los flujos migratorios, lo que impulsa el crecimiento económico del país. Casi cuatro puntos del crecimiento de la economía española en los últimos cinco años se ha dado gracias a la inmigración.

Destino, 50 millones: ¿cómo crece España?
Destino, 50 millones: ¿cómo crece España?

Celia Oliveras Castillo

España roza ya los 50 millones de habitantes, un punto de inflexión que, de mantenerse las tendencias de crecimiento actuales, se alcanzará ya en la segunda mitad de 2026. Frente a la crisis de natalidad que asola el Viejo Continente desde hace años, ha sido la llegada de inmigrantes lo que ha impulsado que las poblaciones europeas sigan creciendo. En España, por ejemplo, el número de habitantes ha aumentado en 1,5 millones de personas en los dos últimos años, de los cuales sólo 300.000 son nacionales, frente a los 1,2 millones de personas extranjeras.

 

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En medio de un estancamiento demográfico (y económico) europeo, ha sido la llegada de población extranjera, que se traduce en una mayor mano de obra, la que ha compensado con creces la tendencia a la baja que se hubiera registrado de forma natural. Según un artículo publicado por el Banco Central Europeo (BCE) en mayo, España, Alemania o Francia han sido los grandes beneficiarios de los flujos migratorios, responsables de gran parte del crecimiento de las locomotoras europeas.

 

En el caso de España, por ejemplo, la entidad cifra en un 7,5% el crecimiento de la economía entre 2019 y 2024. De este alza, el incremento de población extranjera en edad de trabajar supone alrededor de 3,8 puntos, y la tasa de empleo de extranjeros, otros 3,3 puntos. El incremento de población de nacionalidad española y la tasa de empleo nacional, por su parte, explican únicamente dos puntos del total.

 

“En España, el flujo de trabajadores extranjeros ha contribuido significativamente al crecimiento económico, complementando la aportación positiva, aunque modesta, de la población nacional en edad de trabajar”, explica el informe del BCE. Sucede algo similar también en Alemania, la gran locomotora europea, donde la inmigración aportó hasta un 6% del crecimiento económico del país en los últimos cinco años, frente a la contribución negativa de un 4,3% de los trabajadores nacionales.

 

 

 

 

Aunque con diferencias entre países, por lo tanto, los flujos migratorios han impulsado el crecimiento económico en la eurozona, especialmente después de la pandemia, destaca el organismo, y con la productividad por trabajador aumentando a un ritmo mucho menor. Si en 2022 la población extranjera suponía un 9% del total de la fuerza laboral en la Unión Europea, estos han representado la mitad del crecimiento de la población activa en los últimos tres años, gracias a un total de 3,2 millones más de trabajadores. 

 

 

España, un destino nuevo pero llamativo

Pese a que España hace apenas tres décadas que se convirtió en un destino llamativo para los flujos migratorios, mucho más tarde que otras economías europeas, se alza ya con un porcentaje de población nacida en el extranjero de un 18,2%, únicamente por detrás de Alemania (con un 20,2%) y en línea con las cifras de Suecia (20,6%) o Países Bajos (16,2%), según datos de Eurostat recopilados por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). A fecha de hoy, de hecho, la población nacida en el extranjero supera ya los 9,5 millones de personas en España, según los mismos datos de la Estadística Continua de Población del INE.

 

 

 

 

Ha sido precisamente la población extranjera la que ha mantenido España en tasas de crecimiento, hasta alcanzar los 49,3 millones de habitantes a cierre del segundo trimestre de 2025, un alza de 119.811 personas respecto al trimestre anterior, y otras 508.475 personas más que hace un año. Según los datos de la oficina estadística, de hecho, la población nacida en el extranjero aumentó en 137.931 personas respecto al primer trimestre del año, mientras que la población nacional se redujo en 18.120 personas.

 

Latinoamérica se alza cada vez más como el origen de gran parte de estos flujos migratorios. Colombia encabeza la clasificación, con la llegada de 75.900 personas de dicha nacionalidad en la primera mitad del año. Le siguen Marruecos, un origen históricamente relevante dada su cercanía geográfica, con 50.900 llegadas, y Venezuela, con otras 46.600 personas. A pesar del peso tradicional de la migración marroquí, el conjunto de África apenas supone una quinta parte del total de población inmigrante residente en España. Actualmente, alrededor de un 47% de los residentes en España nacidos en el extranjero proceden de Centro o Sudamérica, seguidos de otro 27% originarios de otros países europeos, y un 17% y 6% de África y Asia, respectivamente.

 

 

Latinoamérica, a la cabeza de las llegadas

Este aumento de la inmigración latinoamericana responde tanto a factores culturales (como un idioma compartido, lo que sitúa España como un destino preferencial para las personas provenientes del continente) como a la política de acceso a la nacionalidad: según datos del INE recopilados por Fedea, el 85% de los más de 1,8 millones de migrantes naturalizados, es decir, que han adquirido la nacionalidad española, entre 2000 y 2023 proceden de Latinoamérica.

 

Este cambio en las tendencias migratorias, de nuevo, se ve reflejado en el mercado laboral español: de los 5,2 millones de personas que se han incorporado al mercado de trabajo, un 75% cuentan con nacionalidad doble o extranjera. “La afluencia de trabajadores extranjeros en los últimos años ha propiciado un sólido crecimiento de la fuerza laboral de la zona euro, lo que ha compensado en parte las tendencias demográficas negativas”, expone el texto del BCE. La entidad económica comunitaria remarca, además, que la contribución de los trabajadores extranjeros se refleja cada vez más en el crecimiento del PIB, gracias tanto a su creciente número como a las mayores tasas de participación.

 

Pese al empujón migratorio, España está ya muy lejos de crecer al ritmo que lo había hecho en el pasado. La barrera de los 40 millones de habitantes se rebasó por primera vez en el año 2000, y costó apenas siete años alcanzar los 45 millones de personas. La Gran Recesión y consecuente crisis de deuda, junto a la posterior crisis sanitaria derivada del Covid-19, sin embargo, han hecho que la población española tarde casi dos décadas en sumar otros cinco millones de habitantes.

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