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De Beers apaga su laboratorio y dice adiós a los diamantes sintéticos

El grupo joyero ha reforzado su compromiso con las gemas naturales, en un contexto crítico para la industria marcado por la presión de los precios, los dilemas éticos y la reestructuración de su propietario, Anglo American.

De Beers apaga su laboratorio y dice adiós a los diamantes sintéticos
De Beers apaga su laboratorio y dice adiós a los diamantes sintéticos
La compañía ha definido el cierre como un gesto que reafirma “el compromiso con el diamante natural”.

Modaes

De Beers vuelve a los orígenes. Siete años después de lanzar Lightbox, su proyecto de joyería a partir de diamantes de laboratorio, De Beers ha anunciado el cierre definitivo de su negocio de gemas sintéticas. La compañía de lujo, controlada por el grupo Anglo American, ha puesto en marcha la liquidación de activos e inventario, al tiempo que mantiene conversaciones con posibles compradores.

 

Con esta decisión, el mayor productor mundial de diamantes naturales cierra un capítulo que abrió con escepticismo y que, finalmente, ha terminado por confirmar su apuesta por las piedras extraídas de la tierra. Esta retirada, avanzada por Bloomberg, llega tras un desplome sostenido en los precios de los diamantes fabricados. En el caso de Lightbox, cuyo modelo se basaba en ofrecer un precio significativamente más bajo que sus competidores, las tarifas mayoristas de las piedras de laboratorio han terminado por caer por debajo de las de su propia marca.

 

“El valor decreciente de los diamantes de laboratorio en joyería refuerza la diferencia entre estos productos fabricados y los diamantes naturales”, declaró Al Cook, consejero delegado de De Beers, a través de un comunicado. El ejecutivo definió el cierre como un gesto que reafirma “el compromiso con el diamante natural”.

 

 

 

 

 

El lanzamiento de Lightbox supuso una ruptura en la estrategia tradicional del grupo. Durante años, De Beers había evitado activamente comercializar diamantes sintéticos, aunque disponía de la tecnología para producirlos. La razón no era otra que la prudencia, ya que el acercamiento a esta categoría podía amenazar la percepción de exclusividad y valor de los diamantes naturales, pilares de su negocio.

 

 

Sin embargo, el auge del diamante de laboratorio, impulsado por la innovación tecnológica y el abaratamiento de los procesos de producción en China e India, llevó a De Beers a tomar una decisión estratégica. Así, la compañía fijó precios agresivos, buscando desmarcarse del lujo tradicional. Con el tiempo, la joyería asequible de la propuesta acabó vendiéndose a precios más altos que la de otros actores, pero los consumidores comenzaron a aceptar la propuesta como alternativa ética y sostenible.

 

En los últimos años, no obstante, la caída en la demanda global de piedras naturales, la inflación y el cambio en los hábitos de consumo han complicado la situación del sector. En el caso de De Beers, recientemente ha iniciado un proceso de recortes y ajustes. El pasado año, la compañía registró una facturación de 3.300 millones de dólares, lo que supuso una caída del 23% respecto a los 4.300 millones obtenidos en 2023 motivada por la reducción del 25% en las ventas de diamantes en bruto.

 

 

 

 

La retirada de De Beers del negocio sintético contrasta con la estrategia de otras compañías del sector. Pandora, el mayor fabricante de joyería del mundo por volumen, anunció en 2021 que dejaría de utilizar diamantes naturales en sus colecciones. En el segmento del lujo, LVMH ha adoptado una posición más conservadora. Sus marcas de alta joyería, como Tiffany & Co. y Bulgari, continúan trabajando exclusivamente con piedras naturales. Cartier y Van Cleef & Arpels, ambas propiedad de Richemont, tampoco han incorporado diamantes sintéticos en sus colecciones principales.

 

 

Actualmente, la industria del diamante atraviesa una transformación marcada por tensiones geopolíticas y crecientes exigencias éticas, con el conflicto en Ucrania reactivando el debate sobre los llamados “diamantes de sangre” y el foco puesto en las exportaciones rusas. En África persisten problemas estructurales ligados a derechos laborales y explotación infantil, lo que ha impulsado el interés por el diamante sintético como alternativa ética. No obstante, su promesa ambiental se ve matizada por el alto consumo energético y la falta de transparencia en las fábricas asiáticas.