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Teresa Helbig: “Si todo tienes que rentabilizarlo, pierdes tu identidad”

La diseñadora comenzó su andadura cortando y cosiendo a mano las prendas en su casa de Barcelona. Treinta años después, el proceso es el mismo, pero sus creaciones han cruzado el charco. 

Teresa Helbig: “Si todo tienes que rentabilizarlo, pierdes  tu identidad”
Teresa Helbig: “Si todo tienes que rentabilizarlo, pierdes  tu identidad”
Teresa Helbig, ganadora del Premio Nacional de la Moda, emprende su salto a Nueva York.

I. P. G

18 oct 2023 - 05:00

De Barcelona a Los Ángeles. Teresa Helbig comenzó su andadura cortando y cosiendo a mano las prendas en su casa de Barcelona. Treinta años después, el proceso es el mismo, pero sus creaciones han cruzado el charco. El principal mercado de la creativa es, junto con España y Reino Unido, Estados Unidos, donde Helbig ya ha abierto en varias ocasiones showrooms temporales en Los Ángeles. Esta temporada, Helbig emprende su salto a Nueva York, también con una tienda efímera donde las clientas pueden ver las prendas y realizar encargos.

 

 

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En un mundo repleto de estrellas de las pasarelas y en un sector donde la aspiracionalidad es una obligación, sorprende que la última ganadora del Premio Nacional de la Moda diga haber llegado hasta donde está “como una hormiguita” y cometiendo errores. Teresa Helbig (Barcelona, 1963) recibió este año el galardón que otorga el Ministerio de Cultura y Deporte, dotado con 30.000 euros, y lo celebró en Barcelona, tomando unos margaritas con el equipo.

 

Llegar hasta aquí ha sido “una casualidad detrás de otra”, asegura Helbig, que empezó su carrera haciendo escaparatismo. “Jamás estuvo en mis planes hacer una colección”, reconoce. El primer paso lo dio con un vestido de plumas que se hizo para ir a una boda, y las dueñas de la tienda multimarca Puente Aéreo le invitaron a crear una colección. La madre de Teresa Helbig, con quien comparte el nombre, era modista “de toda la vida”, y juntas desarrollaron los primeros modelos, pero pronto llegó el primer error. “No sé qué lío me hice, pero pedí el doble de tejido al proveedor: si ya empezamos sin un duro, aquello fue como un bloqueo absoluto”, recuerda. Lo interpretó como una señal para no volver a tener stock, y hoy sigue trabajando sólo bajo pedido.

 

 

teresa helbig dentro 980

 

La marca empezó a crecer gracias al boca oreja y al trabajo de madre e hija en un taller improvisado en su casa. “No teníamos ni un espejo de cuerpo entero, las clientas se subían a la bañera para ver cómo les sentaba un vestido, y mi agenda era un papel enganchado con un imán a la nevera”, rememora la diseñadora. El contexto, en los primeros compases de la década de los noventa, ayudaba. “Era un momento en que todo el mundo montaba marcas, todo el mundo producía y todo el mundo vendía; cuando entraron las marcas internacionales empezaron a rodar muchas cabezas, pero yo he seguido a fuego lento”, dice Helbig.

 

Su estética rockera ha seducido a la reina Letizia, Úrsula Corberó, Halle Berry o Zendaya, pero viste también a los más de 6.000 empleados de la aerolínea Iberia: Helbig se convirtió en 2022 en la primera mujer en diseñar los uniformes de la compañía, tomando el relevo de nombres como Pedro Rodríguez, Pertegaz o Adolfo Domínguez.

 

Después de treinta años de constancia, ahora ve por fin cómo su apuesta por la moda a medida, con una estética diferencial y sin logos, se ha puesto de moda. “Hemos pasado por la era del producto, de las tiendas… Y ahora es el momento del individuo: la gente valora a los diseñadores con una mirada única, que tienen constancia y son fieles a lo que creen”, señala. También el auge de la sostenibilidad le ha beneficiado. “Ahora todo el mundo habla de eso, pero antes no estaba de moda: nosotros hemos seguido aferrados todo este tiempo a lo que creíamos, a la artesanía, a no hacer producciones…”, sostiene.

 

 

 

 

Aunque creciente, Helbig reconoce que el público continúa siendo pequeño, y que muchas clientas prefieren todavía comprar barato y cambiar más a menudo. “Hay gente que lo valora, que prefiere saber dónde se deja el dinero, y gente que no: hay hueco para todos”, asegura. El principal freno a su crecimiento es encontrar talento, porque los artesanos escasean. Por eso, hace años que Helbig decidió formar ella misma a las nuevas generaciones en su taller. “Me rodeo de un equipo de gente joven estupenda que son otros flipados como yo y que les apasiona la costura o hacer flores de porcelana”, señala. Aunque reconoce que “no tenemos la cultura de la moda de Francia”, Helbig no ha echado en falta más apoyo público ni de inversores privados. “Nos hemos sentido arropados, no diría que las instituciones se han portado mal con nosotros”, asegura.

 

Respecto a la inversión, reconoce que “falta cultura empresarial” en el sector de la moda de autor, pero tampoco le gustaría depender demasiado de un inversor externo: “según qué tipo de maquinaria le metas, pierdes totalmente tu identidad si todo tienes que rentabilizarlo”, señala.

 

¿Se puede ser artesano y digital al mismo tiempo? En la presentación de su colección Paris-Texas en la Semana de la Moda de Madrid, Teresa Helbig intentó esta combinación imposible de la mano de la start up Union Avatars, que recreó los vestidos sobre avatares virtuales. “Tienes que ser fiel a ti misma, pero estar atenta a lo que está ocurriendo”, opina Helbig, aunque matiza que eso no implica subirse a cualquier tendencia que impere en el sector. “Lo que está de moda cambia tan rápido que es absurdo, ni podríamos competir”, señala.