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Revista Modaes número 54

Lipovetsky: “La moda es una vía de escape, y la civilización busca espacios para el escapismo”

El filósofo y sociólogo francés, sumamente crítico con la situación actual, es uno de los pocos filósofos modernos que ha teorizado sobre la moda, que él considera “frívola” pero, a la vez, sumamente necesaria para el ser humano.

Lipovetsky: “La moda es una vía de escape, y la civilización busca espacios para el escapismo”
Lipovetsky: “La moda es una vía de escape, y la civilización busca espacios para el escapismo”
Gilles Lipovetsky es autor de obras como El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas.

Pilar Riaño

A prácticamente todo aquel que entra en moda le recomiendan un libro: El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas. Su autor, Gilles Lipovetsky (Millau, Francia, 1944), es uno de los pocos filósofos modernos que ha teorizado sobre la moda, que él considera “frívola” pero, a la vez, sumamente necesaria para el ser humano. En un momento en que asegura que “la moda ha perdido innegablemente su centralidad”, lo que representa un signo de madurez, el filósofo y sociólogo considera que “vivimos en una sociedad insegura” en la que el miedo se ha extendido a todos los sectores. Pese a fenómenos como la “ley de la selva” que está imponiendo Donald Trump o el negacionismo del cambio climático, Lipovetsky confiesa que continúa siendo un “optimista de la Ilustración”. “La inteligencia humana, a través de la razón y la ciencia, no tiene límites”, reivindica.

 

 

Revista Modaes número 54

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Pregunta: La Unión Europea ha pedido a los ciudadanos que guarden comida y medicinas en casas para sobrevivir 72 horas en caso de guerra u otro desastre. ¿Le preocupa el mundo actual?

 

Respuesta: Claro, por supuesto. Cuando escribí mis primeros libros, en los años ochenta, el clima era extremadamente diferente. Había problemas sociales, naturalmente, pero no había la inquietud por el futuro que hay actualmente. El futuro se ha vuelto borroso.  En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, tuvimos la suerte de estar en una zona increíble de paz y crecimiento, y recuerdo, perdóneme por dar un ejemplo personal, pero cuando era estudiante ni siquiera me preocupaba por mi futuro. No era un problema. Ahora veo a la nueva generación y con quince años empiezan a tener miedo, se preguntan qué vamos a hacer, pero yo ni siquiera sabía lo que iba a hacer, no era un problema. Empezó a descarrilar en los ochenta, con el VIH y después el desempleo masivo en Europa. Hay otros dos fenómenos importantes, obviamente el cambio climático, que en mi opinión es el más grave, o al menos el de mayor alcance en términos de futuro. Y luego está la guerra, que obviamente está a nuestras puertas. Así que eso es mucho. También me gustaría añadir que hay una tercera preocupación que no hace falta que mencione, y es la identidad, con la migración.

 

 

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P.: ¿Se pude vivir con tanto miedo?

 

R.: Vivimos en lo que podríamos llamar una sociedad insegura. Por supuesto, la inseguridad siempre ha existido. La gente siempre ha tenido miedo, aunque sólo fuera del infierno, de las guerras y de las epidemias. Pero ahora el problema es que la inseguridad, el miedo, se ha extendido a casi todos los sectores. Incluido a lo más sencillo, comer. Antes, teníamos miedo de no comer. Ahora pensamos, bueno, quizá eso no sea bueno para mi salud, quizá engordemos y quizá sea cancerígeno. ¿Es orgánico, o no? Cosas que no daban miedo, ahora lo dan. Tomemos otro ejemplo, gracias a las imágenes por ordenador y demás, las madres se preocupan por el feto incluso antes de que nazca. Antes, esperábamos al bebé, nacía… pero ahora las madres dicen que tienen que poner música para el bebé porque el feto oye música en el útero. Esta preocupación se está extendiendo a todos los sectores. A medida que me hago mayor, veo que las generaciones empiezan a cambiar.

 

 

P.: ¿En qué sentido?

 

R.: Los niños iban a la escuela, los padres iban a la escuela, pero eso era todo. Pero ahora hay un segundo trabajo, hay lo que llamamos actividades extraescolares: todos los niños tienen que hacer música, danza, tenis, actividades para desarrollar su mente porque está la preocupación del futuro. Así que, obviamente, ni siquiera pensábamos en que llegaría la guerra. La guerra ya no existía, eso es seguro. Es la tesis de Fukuyama, el fin de la historia, la poshistoria, todas esas cosas. En mis libros, ni siquiera hablaba de la guerra, porque la guerra, bueno, lejos, en África quizás, pero eso es tribal, pero no en las sociedades hipermodernas, pues sí, la guerra ha vuelto. Y no sabemos qué va a pasar. Todavía no lo sabemos y es un poco pronto para decirlo. En cambio, el último y los otros dos temas, como la migración y, probablemente, sobre todo, el cambio climático, son una cuestión completamente diferente, porque incluso Trump puede decir lo que quiera, pero los climatólogos son bastante claros.

 

 

 

 

P.:  Es usted pesimista, entonces.

 

R.: No, a pesar de todo, continúo siendo un optimista de la Ilustración, porque tengo esta vieja idea de que sigo creyendo que la inteligencia humana, a través de la razón y la ciencia, no tiene límites. Como podemos ver, hemos creado desastres. Tenemos los medios para eliminar lo que hemos hecho mal, pero no todo, podemos corregirlo. El problema actualmente es que estamos luchando políticamente. Así que, a pesar de todo, creo que cuando vemos los milagros que está logrando la tecnociencia, no puedo evitar creer que el siglo XXI es un calvario terrible, pero que, al fin y al cabo, la humanidad superará esta etapa igual que superó todas las anteriores... No es la primera vez que hay un gran desafío. Entonces, me dirá, bueno, eso no es una razón: estamos de acuerdo, lo admito. Pero, ya sabe, hay una cosa que no nos podemos olvidar de pensar. Los ecologistas radicales están diciendo ahora que hay una contradicción entre el crecimiento infinito y los recursos finitos del planeta.

 

 

P.:  Es la teoría de que la era de crecimiento es una contradicción porque el crecimiento es infinito mientras que la tierra es finita…

 

R.: Según esa teoría, nos dirigimos inevitablemente hacia el abismo, hacia el desastre. No estoy de acuerdo con este teorema. No estoy de acuerdo con él porque olvida un axioma, que es la inteligencia racional. Básicamente, en eso consisten la ciencia y la tecnología. ¿Y qué han demostrado la ciencia y la tecnología desde el siglo XVIII? Han desafiado y superado todo lo que parecía imposible. ¡Cosas imposibles! ¿Ir a la Luna? Bueno, sí, podemos ir a la Luna. Vivir bajo el mar, por supuesto. Tenemos submarinos nucleares, que pueden pasar seis meses bajo el mar. El viejo sueño de Ícaro que se quema en la mitología griega, porque es demasiado ambicioso, es la arrogancia griega, no es cierto, porque hoy, hay esta posibilidad. Pero hay otra, que es que hoy Ícaro no se quemaría subiendo. La aventura humana está solo en sus inicios. ¿Dónde está la gran aventura de la ciencia el siglo XX? Es el 0,1% del milenio de la humanidad, por lo que es un tiempo muy corto para responder; podemos mostrar los problemas que usted planteaba al inicio, que son reales, pero, vuelvo al argumento, lo que la contradicción entre lo finito y lo infinito no entiende, es que la mente es infinita. Así que eso cambia el problema.

 

 

P.: ¿La Inteligencia Artificial nos hace más tontos o más listos?

 

R.: ¿Dónde está el límite de la mente humana ahora con el apoyo de la inteligencia artificial? No hay límite. Nadie puede decir que no podemos hacerlo. Tienes capacidades de computación que tienen miles de millones de operaciones por segundo. Eso está más allá de lo que pensábamos que era posible. Y, sin embargo, se puede hacer. La idea de la contradicción entre lo que es finito (el hombre, la tierra) y lo infinito deja fuera un poder, una fuerza, que es la de un punto, llamémoslo, de racionalidad. ¿Y cuál es el límite de la racionalidad? Ahora tendremos cirujanos que podrán operar a decenas de miles de kilómetros. Podremos hablar con personas que no pueden hablar. Los milagros de Jesús pueden parecer pequeños comparados con esta impertinencia, pero lo que la ciencia es capaz de hacer es sólo el principio. Desde 2022, como sabe, estamos viviendo la revolución de Chat GPT, pero eso es sólo un pequeño aspecto, que muestra como la máquina te responde, pero como un ser humano, incluso a veces mejor. Estoy preocupado, pero no desesperado. Si Trump es de extrema derecha, es el resultado de la ansiedad militar. Creo que es lo contrario. Él es anti-woke y es hipernacionalista, con su America first y su Make America great again, y eso ha hecho que Estados Unidos nunca haya estado tan polarizada, dividida, como ahora. Solíamos tener historias, por ejemplo, de padres republicanos que tenían una hija, la hija estaba enamorada de un demócrata, no estaban muy contentos, pero bueno; ahora se ha vuelto casi insoportable, así que ya no se hablan.

 

 

 

 

P.: Entonces, ¿Trump sí que le asusta?

 

R.: Una de las grandes amenazas, uno de los peligros que veo en Trump y su administración es que enfrenta a los americanos entre sí. Los americanos, los anglosajones contra los hispanos, e, incluso, ahora entre los republicanos y los demócratas. Trump es una máquina del miedo y ahora quiere reventar la propia Europa. No es un problema menor, es completamente impredecible, nos tratan como enemigos. Pronto seremos nosotros los amenazados, y China y Rusia estarán a nuestro lado. Porque es el negocio que hay detrás, porque obviamente si Europa explota podrá vender sus Tesla y otros productos estadounidenses sin nosotros. Queremos controles, queremos regulaciones. Ellos no quieren ninguna. Están en un completo desorden industrial. Les va el tecnooptimismo, como ellos dicen, sin límites, no quieren barreras. Los europeos somos civilizados. Decimos que la tecnología es buena, pero no se puede hacer cualquier cosa, se necesitan algunos controles. Probablemente son demasiados.

 

 

P.: Eso es precisamente lo que piensa Trump, ¿no?

 

R.: Trump tiene razón en eso. Igual que tiene razón al decir que es intolerable que los europeos sean incapaces de defenderse. Tiene razón, tiene razón en el fondo, pero no la tiene en absoluto en la forma en que se está haciendo, enfrentándonos a ellos, mientras que la diplomacia está diseñada para ayudar a que las cosas evolucionen de forma civilizada, no de la forma en que se están haciendo y entregando Ucrania al agresor. Trump no sólo está creando miedo, sino que, como sabe, sólo habla en fake news, porque ahora los agresores son los ucranianos: es como estar al sol y decir que está lloviendo. Si la verdad y la falsedad ya no tienen sentido, eso es muy grave, porque entonces ¿qué significa para él la democracia? No hay problema, porque no le gusta Europa. Detrás de todo eso, obviamente, si no le gusta Europa, es porque somos una democracia liberal, es decir, con controles. Como él dice, el poder debe detener al poder. Y él no quiere eso. Quiere el poder total. No es un fascista en el sentido antiguo, pero lo que no soporta son los límites a su poder. Así que cualquier medio es bueno. Así que sí, por supuesto, Trump marca una ruptura. Antes de que hubiera republicanos y demócratas, hubo trastornos. Pero, mire, la política internacional estadounidense no estaba cambiando. El enemigo era Rusia, y la Otan se creó para interponerse. Pero ahora se están deshaciendo, están destruyendo todo lo que se construyó después de 1945. Así que estamos confundidos porque no sabemos exactamente cómo ni qué va a pasar. En respuesta a su pregunta anterior, sí, creo que Trump, la administración Trump, da miedo.

 

 

P.: ¿Qué debe hacer Europa?

 

R.: Europa necesita flexionar sus músculos, Europa necesita incorporarse, y creo que lo está haciendo, pero es obviamente lento. Va despacio, evidentemente no tenemos los medios en este momento, pero creo que el viejo precepto de que quien quiere la paz se prepara para la guerra es ahora cierto. Y la inconsciencia de Europa radica en haber vivido bajo el paraguas estadounidense, pensando que podríamos prosperar pacíficamente en un mundo sin guerras. A lo que todo esto conduce es a que la guerra es una invariante antropológica. No hay civilización, ni siquiera la más antigua, en la que no haya habido guerra. Volvemos a las andadas tras un paréntesis un tanto hedonista y feliz, diciendo que la guerra es cosa del pasado, cuando los pueblos eran bárbaros, pero eso ya pasó. Así que nos dirigimos a un mundo que es a la vez hipertecnológico, con inteligencia artificial y demás, y con los viejos fundamentos de la fuerza. Ha vuelto la fuerza, el imperativo de la fuerza, mientras estamos en cálculos informáticos, cálculos digitales, explorando cosas increíbles, maravillas. Y los viejos fundamentos de las relaciones de poder no han desaparecido, siguen ahí. Incluso dominan las relaciones jurídicas. Ya nadie cree en el derecho internacional. Trump quiere invadir Groenlandia, quiere invadir Canadá... Bueno, eso probablemente no creo que lo haga. Pero, de todos modos, crea un estado, una retórica de guerra, un equilibrio de poder. Él dice: es en mi interés, estoy tomando Groenlandia. Simplemente, eso es lo que llamamos la ley del más fuerte, la ley de la selva.

 

 

P.: ¿En la ley de la selva hay espacio para la civilización?

 

R.: Esa es la pregunta: en este contexto, ¿dónde queda la civilización? Por un lado tenemos una magnífica aventura de descubrimiento, por muy peligrosa que sea, y por otro lado tenemos la vieja idea de la fuerza del poder, que está resurgiendo e incluso va a triunfar ahora. La diferencia es innegable, por ejemplo, en la cuestión climática, porque desde el informe Meadows, que data de los años 70, ya se dijo que iba va a haber problemas con la explotación intensiva de la tierra, y el clima vino un poco más tarde. Durante los últimos 30 años, ha habido un informe tras otro; lo sabemos, pero los gobiernos no sacan las conclusiones de eso. ¿Eso es indiferencia? Quizás podríamos discutirlo, pero es el hecho de que los políticos tienen agendas que no son las del planeta. Así que, por el momento, esa es la realidad. Vemos que a pesar de las advertencias, las empresas no reaccionan.

 

 

 

 

P.: ¿Es peor el miedo o la indiferencia?

 

R.: Hemos hablado de miedo e indiferencia, pero hay un tercer motivo de preocupación: los que niegan el peligro que supone Trump. Los llamados escépticos del clima dicen que no, que no hay amenaza. Esto no es poca cosa, porque allí, drill, baby, drill. Así que, igual que había gente que decía que no existía el Covid y no usaba mascarilla, ahora hay gente que enciende fuego bajo el fuego, porque no hay amenaza. Hay gente que provoca incendios en vez de apagarlos. En Europa no vamos a comprar un paquete de cigarrillos porque contamina, mientras tanto los estadounidenses van a perforar por todas partes y si los estadounidenses perforan, ¿cree que los chinos no lo harán? ¿Y los indios? ¿Y los rusos? Estamos dando un mal ejemplo. Así que, si quiere, ¿qué es lo peor de todo esto? Pues no lo sé. Está todo mezclado. Es imposible. Pero este tercer tercio es una cosa espantosa cuando ves los desastres todo el tiempo, todos los incendios... No, no existe. No existe. Así que sigue adelante y sigue acelerando. Estoy a favor de la aceleración, pero de la aceleración de la innovación a condición de que tengamos en cuenta las consecuencias, no de la aceleración de todo.

 

 

P.:  Usted habla de la moda como protagonista social, pero el consumo de moda cae. ¿Tiene espacio la moda en este nuevo mundo?

 

R.: A menudo criticamos el sistema actual, diciendo que crea adictos a la moda, gente que sigue la moda y las marcas. Tiene razón, creo que a escala histórica, la moda ha perdido innegablemente su centralidad, que tenía en todo caso en la alta sociedad, no en el campo, pero en los círculos sociales. Entonces, déjeme ser provocador, esta pérdida, digamos, de importancia de la moda, creo que es fantástica. Le diré por qué, y puede no estar de acuerdo, porque la moda es un fenómeno frívolo. Cuando digo frívolo, no quiero decir que deba ser descuidado. Pero la belleza de la moda es su frivolidad. Y es bueno que haya cosas frívolas. No se debe negar esta frivolidad, porque si se hace se mata su esencia. La moda es un día, mañana es otra. No tiene mayor sustancia. Cuando las mujeres del siglo XVIII se veían con el mismo vestido era casi el peor error de la humanidad y eso era una estupidez. Ahora las mujeres llevan los mismos vaqueros, les da igual lo que lleven sus amigas: creo que es un signo de madurez reírse y sonreír ante fenómenos que no deberían tratarse con seriedad. ¡La moda no es seria, gracias a Dios! Y hay que insistir en ello, porque hasta ahora hemos hablado de fenómenos serios. El calentamiento global, la guerra, las epidemias, en eso estamos todos de acuerdo. La moda… ¡vamos!. La moda no importa, es tener las mismas cosas y entonces ¿qué sentido tiene? Así que ese es el primer punto.

 

 

 

 

P.: La moda ha contribuido al progreso.

 

R.: Ese es el segundo comentario, que también es positivo, es que a pesar de toda la difuminación de la diferencia entre los sexos, la moda continúa estando asociada mucho más a las mujeres que a los hombres. No entre los adolescentes, pero luego vuelve a empezar, lo cual es bastante interesante, por cierto; podríamos hablar en la división sexual de los géneros, pero eso es otra cuestión. No hace tanto tiempo, incluso un poco antes de 1950, el ideal femenino, no digo el real, pero el ideal femenino era casarse bien, tener hijos, criarlos bien con un marido que ganara lo suficiente para que las mujeres no tuvieran que trabajar. Todo eso ha desaparecido. Las mujeres ya no quieren eso. Quieren ser autónomas, quieren hacer un trabajo en el que por fin puedan realizarse como los hombres. Quieren construirse a sí mismas, quieren construirse de forma autónoma. Y en esta autoconstrucción, la imagen que da la ropa es importante, pero hay muchas otras.

 

 

P.: ¿Y el tercer punto?

 

R.: En tercer lugar, esto va a complicar un poco las cosas, tiene razón cuando habla de la pérdida de consideración de la moda, de la ropa, de los vestidos, pero la moda no es sólo eso, está el problema del cuerpo, que no es lo mismo. Hay que distinguir entre la lógica de la ropa y la lógica del cuerpo. La ropa, y por tanto la lógica de la moda en el sentido básico del término, se ha vuelto extraordinariamente tolerante. Puedes vestirte como quieras. Esta es la estupidez de quienes siguen hablando de terrorismo de la moda. Pero son tonterías. Gente que no sabe nada. En la corte de Luis XIV en el siglo XVII todo estaba controlado, pero ahora puedes vestirte corto, ancho, neopunk, neomodernista… todos los estilos cohabitan, así que, lo siento, pero, ¿dónde está la moda? Hay algunos expertos que dicen que la moda está en la calle, porque cada uno viste como le gusta, y eso es muy importante porque significa la vuelta a la autenticidad personal. Es lo que yo llamo la lógica de la autenticidad. Así que eso es la ropa, pero el cuerpo, no, el cuerpo es algo totalmente distinto, porque ahí sí, hay un teorema de nuevo, pero al revés. Antes, el cuerpo no importaba porque las mujeres se vestían, no nos mostrábamos en las playas. Está demostrado que la liposucción es el procedimiento quirúrgico más popular. En todo el mundo. Así que las mujeres están siendo extirpadas para perder peso. Tienes la industria de las dietas, tienes la industria de los alimentos adelgazantes, tienes clubes de fitness para mujeres, la mayoría de ellas para no engordar, para mantenerse delgadas y esbeltas, tan jóvenes, eso es lo que significa. Así que, contrariamente a lo que nos dicen, el pluralismo estético es falso. Pero en la ropa es cierto. Nadie piensa que una mujer que pese 120 kilos sea guapa, no es verdad, es retórica, así que aquí está el perfil y eso es más preocupante porque daña la autoestima, crea mucho sufrimiento personal y yo creo que está bien estar delgada, porque es bueno para la salud, pero hay límites. Llega un momento en que se convierte en una especie de obsesión. Dos kilos de más y de repente se desata el infierno. Nietzsche tenía razón. Decía que el ser humano es un ser que evalúa, por eso tiene preferencias.

 

 

 

 

P.: Decía antes que la moda no es importante. ¿Deberían Amancio Ortega o Bernard Arnault cerrar sus empresas?

 

R.: Cuando decía que no es importante, intentaba ser provocador. Con eso quiero decir que la moda no toca la vida y la muerte, no toca los fenómenos que hieren fundamentalmente la dignidad humana y que, comparada con otros fenómenos gigantescos, la moda debería seguir siendo moda, y añadí inmediatamente que eso es lo que la hace legítima, porque eso significaría que sólo deberían existir las cosas fundamentales. Ahora, he escrito un libro, que se ha traducido al español, sobre la levedad. La ligereza, por definición, no es importante. Es lo que es ligero. Y he intentado demostrar que lo es. Le pondré un ejemplo muy sencillo para que lo entienda. Has estado trabajando todo el día en cosas que crees que son importantes. Pero al final del día, ¿tienes ganas de continuar? No, quieres relajarte y hacer cosas menos estresantes, menos importantes, sino que te alivian. Así pues, la importancia de la ligereza o la moda radica en que reequilibran al ser humano, que no puede ser sólo como Platón hubiera deseado, es decir, un ser de razón: reduce al ser humano a hacer cosas esenciales. Así, si eres un investigador en matemáticas, lo único que haces son matemáticas. Pues no, como hemos dicho antes, a mi pareja le gusta cantar. Pero cantar, francamente, está bien, aunque no es el destino de la humanidad lo que está en juego.¿Es importante bailar? En las sociedades antiguas sí, porque era un ritual, una actividad religiosa, pero hoy en día bailar no tiene sentido, es una actividad escapista. Y la moda es una vía de escape. No conocemos ninguna civilización que no haya creado espacios para el escapismo. De todos modos, volviendo a su pregunta, Arnault y Zara no son exactamente lo mismo…

 

 

P.: ¿Por qué?

 

R.: Porque Zara viste a las masas.

 

 

P.: ¿Y Arnaud?

 

R.: Arnaud, no. Tienes abrigos en Dior que cuestan 40.000 euros. No es la misma lógica. Vas a una tienda Zara y te compras una falda bonita por 50 euros. Así que tiene un lado democrático que el lujo no tiene. Pero el lujo puede tener otra legitimidad, eso es otra cuestión. Hagamos una pregunta más amplia. ¿Qué pasa con el arte? ¿Qué sentido tiene el arte si eres fotógrafo o pintor? Cuando consideras el potencial de un conflicto nuclear, ¡realmente el arte no tiene sentido! Creo que debemos tener en cuenta la diversidad humana. Por eso creo que la reflexión antropológica es fundamental. El ser humano no puede reducirse a una sola dimensión. Tiene varias dimensiones y entre esas dimensiones hay cosas que son cruciales para el futuro del ser humano, comer, beber, alojarse, pero también hay que vestirse. Sin embargo, la moda, en el sentido de cambio, es algo que podemos discutir. Es tan cierto, se lo recuerdo, escribí un libro sobre ello, que la moda es nueva, es muy reciente, pero vestirse no lo es. Así que vestirse y la moda están vinculados, pero no son exactamente lo mismo.  El genio humano no es sólo un genio de la razón, es un genio de la creación. Y eso, diría yo, enriquece la esfera de la existencia humana. Le hago una pregunta muy sencilla: ¿estaría mejor la humanidad sin las llamadas actividades inútiles del arte, la moda y el lujo? No lo creo. Podría haber algún ahorro, pero comparado con el conjunto, ¿qué representaría? Cuando miras los problemas a los que se enfrenta la humanidad, en realidad no es nada. Pero cuando lo compras, eres feliz. Bueno, podrías decir que no, pero eso sería estúpido.