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Igualada reinventa su industria de la moda: tricot para el ‘fast fashion’ y piel para el lujo

A unos setenta kilómetros de Barcelona, este municipio reivindica su tradición en la actividad manufacturera del textil y la piel, y defiende su posicionamiento con un tejido empresarial reducido, pero sólido.

S. Riera

25 mar 2019 - 04:45

Igualada reinventa su industria de la moda: tricot para el ‘fast fashion’ y piel para el lujo

 

 

Sabadell, Terrassa, Mataró, Inca, Arnedo, Zaragoza, Elche, A Coruña o Ubrique. La industria de la moda en España se abraza a nombres propios de la geografía del país. Se hace difícil explicar el desarrollo de la actividad manufacturera del sector sin conocer los lugares en los que se ha originado. Con motivo de las próximas elecciones municipales, previstas para finales de mayo, Modaes.es emprende un viaje por los principales polos del textil, la confección, la piel y el calzado de España para realizar una panorámica sobre el vínculo que han tenido y todavía tienen con las diferentes industrias de la moda.


 

 

La riqueza de Igualada se ha sostenido durante décadas sobre el textil y la piel. Este municipio barcelonés, situado a unos setenta kilómetros al este de la capital catalana, ha sido una de las cunas del textil y de la curtiduría en España, un título que se defiende y reivindica desde su administración local y su propio tejido empresarial, a pesar de que en los últimos años ambos sectores se han visto duramente golpeados por la globalización y la crisis económica. En la actualidad, Igualada vuelve a hacerse un hueco en el universo de la moda buscando su espacio en el sur de Europa en las rutas del sourcing en proximidad.

 

Lejos del tejido industrial próximo a Barcelona y a más de una hora y media de viaje en tren, Igualada se ubica en el centro de Cataluña, en tierra de nadie, a medio camino entre Barcelona y Lleida. Al no contar con grandes extensiones de terreno para desarrollar la agricultura, la industria ha sido su puntal económico a lo largo de su historia. La crisis azotó con dureza la ciudad y su área de influencia, llegando a alcanzar una tasa de paro por encima del 20%. En la actualidad, se sitúa por debajo del 13%.

 

A pesar de su tradición en el textil y la piel, Igualada ha diversificado su actividad industrial hacia las tecnologías de la información y la comunicación (siendo una de las sedes del MobileWeek 2019), las artes gráficas o la automoción. Según los últimos datos del Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat), Igualada suma en la actualidad una población de casi 40.000 habitantes, con un Producto Interior Bruto (PIB) de 2.446,1 millones de euros y con un PIB por habitante de 20.800 euros.

 

 

 

Desde la llegada de la democracia han ido alternándose al frente del consistorio igualadino Convergència i Unió (CiU) y PSC. Desde 2011, gobierna el Ayuntamiento Marc Castells, de CiU. En las elecciones de 2015, Castells logró la mayoría absoluta. El político preside también desde 2018 la Diputación de Barcelona. Castells se ha autodefinido en varias ocasiones como un político industrialista, favorable al desarrollo económico con base industrial para la consolidación de puestos de trabajo de valor y de largo recorrido.

 

Patricia Illa, al frente del área de Dinamización Económica, Educación y Universidades en el consistorio, subraya que Cataluña no es Barcelona: “los territorios tenemos que espabilarnos para generar riqueza”. “Somos una ciudad industrial y creemos en la industria porque genera ocupación de calidad y de continuidad real”, asegura Illa. Su predecesora en la regiduría de Dinamización Económica, Àngels Chacón, es la actual consellera de Empresa y Conocimiento de la Generalitat de Catalunya.

 

Chacón, junto a Castells, colocaron al textil y la piel al frente de su nueva política industria. En su nuevo puesto, la política ha colocado en primera línea de su estrategia la industria de la moda y ha definido ya un plan a 2020 para dinamizar este sector en el conjunto de la comunidad. A pesar de que el proyecto cuenta con el apoyo de las empresas y que ha empezado a trabajarse está aún pendiente de la aprobación de los presupuestos para dotarlo de presupuesto.

 

 

 

 

En la actualidad, Igualada suma 127 empresas y 1.300 trabajadores vinculadas a la industria textil y otras 37 compañías relacionadas con la piel con 700 empleados. Según Illa, el Ayuntamiento de una población de este tamaño no tiene suficiente músculo financiero para capitalizar las ayudas y optaron buscarlas en Europa. A través del consistorio, se han ido rastreando proyectos con financiación europea orientados a la exportación y a procesos. Es el caso de Sudoe Intertex, de ayudas a la internacionalización de pymes, o del Plan de Especialidades Competitivas Territoriales.

 

Una de las últimas iniciativas que el Ayuntamiento ha contribuido a desarrollar ha sido el Igualada Fashion Lab, un espacio adecuado para que las empresas puedan realizar pequeños prototipos con tecnologías punteras, además de fomentar el emprendimiento. En la industria textil, el consistorio igualadino ocupa también la vicepresidencia en la Asociación de Colectividades Textiles Europeas (Acte).

 

 

 

Textil, de la tradición algodonera a ser polo del punto

Igualada se situó como epicentro del textil en Cataluña en el siglo XIX como fabricante de tejido de algodón. El género de punto, el puntal actual del sector en la localidad, no se extendió hasta la década de los setenta del siglo pasado. “Este ha sido un territorio sin muchos recursos naturales, lo que ha obligado a la gente a ser emprendedora y trabajadora”, explica David García, secretario general de la patronal local del textil (Fitex), del clúster catalán de la moda Modacc y de la Agrupación Española de Género de Punto (Aegp).

 

No obstante, en las últimas décadas, el sector ha adelgazado en el territorio de la misma manera que lo ha hecho en toda Europa. La caída del sector en Igualada podría simbolizarse con el cierre y posterior derrumbe de las instalaciones de la histórica Vives Vidal Vivesa, especializada en íntimo, que aceleró gracias a la licencia internacional de la estadounidense Warner’s y mantuvo el tirón con las marcas propias Intima Cherri, Gemma y Belcor.

 

VF Corporation la compró en la década de los noventa por 154 millones de dólares. En el 2000, el grupo empleaba en Igualada más de un millar de trabajadores y facturaba alrededor de 250 millones de euros. Sin embargo, la empresa fue cambiando de manos y, en una de las últimas reestructuraciones, se concentraron las oficinas EN L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona) y se echó el cierre definitivo a la factoría, en cuyos terrenos hoy está proyectada la construcción de un nuevo Mercadona.

 

 

 

 

No existen ya empresas del textil en Igualada del tamaño de Vives Vidal, cuyas marcas sobreviven aún bajo el paraguas de Vanity Fair, en manos ahora del fondo francés Perceva. Sin embargo, sí persisten en el territorio dos tipos de compañías: aquellas que apostaron también por la creación de marca y las que continuaron fabricando para terceros. Entre las primeras se encuentran Punto Blanco, Escorpion, Sita Murt o Buff, y entre las segundas, Quinto Punto, Tex51 o Gavipunt.

 

En Igualada, existen los pisos de Punto Blanco, que aún hoy son los más elevados de la ciudad. Fue una promoción que se ejecutó en la década de los setenta en línea con las antiguas colonias textiles. Punto Blanco, especializada en íntimo y calcetería, es de las pocas que mantiene aún la fábrica en Igualada. A pesar de que la ciudad ha ido rodeándola a medida que ha ido creciendo, la factoría continúa fabricando todos sus calcetines en ella, en algunos casos, con una nueva generación de maquinaria digitalizada y robotizada.

 

“La familia Valls, los fundadores de la empresa, es de aquí y tiene ADN industrial y de territorio”, explica Ignasi Reixach, director general de la compañía. “Hoy en día hay terceras generaciones de familias de trabajadores que aún están en la plantilla, gente que se parte la cara por la empresa”, apunta el directivo. No obstante, el talento es uno de sus principales hándicaps. Hasta ahora, el grupo se ha ido nutriendo de técnicos textiles de otras factorías que han ido cerrando y ha empezado a formar una segunda línea generacional con miras al futuro.

 

 

 

En la década de los setenta del siglo pasado, en pleno boom del textil en Igualada, los padres de Antonio Egea montaron un par de tricotosas en el garaje de su casa para aportar un sobresueldo. Hoy, Egea está al frente de uno de los supervivientes de la deslocalización textil, Tex51, proveedor de los gigantes de la distribución en España, así como de marcas premium como Lacoste o incluso de importantes nombres del diseño. Según el empresario, la relocalización es una realidad palpable: “entre 2015 y 2018 he incrementado la capacidad productiva en un 40%”, asegura.

 

Las nuevas tricotosas rectilíneas serían el equivalente a una impresora 3D en textil. “Tenemos capacidad para servir en el momento adecuado y fabricar pedidos en dos semanas”, señala Egea, quien apunta que, ante el actual parón del consumo de moda en el mercado, “tener la prenda adecuada en el momento adecuado significa vender o no vender”. “Con la cercanía, quizás el margen sea menor, pero la prenda se vende”, puntualiza. El empresario está totalmente convencido que la relocalización persistirá por dos motivos: la rápida respuesta al mercado y la sostenibilidad.

 

 

La piel igualadina juega en ‘Champions’

En la antigua fábrica textil de Cal Boyer se encuentra hoy el Museo de la Piel de Igualada, que repasa lo que ha sido la tradición manufacturera de la curtiduría en la ciudad desde el medievo. Durante siglos, la piel en Cataluña tuvo diferentes focos, de los que sobresalieron Barcelona, Vic (Girona) e Igualada.

 

En la capital catalana, la tradición desapareció con la primera ampliación de la ciudad y la destrucción de los talleres junto a las murallas. En Vic e Igualada, en cambio, persistió hasta hoy, especializándose la primera en piel de cabras y ovejas, y la segunda, en la de vaca y buey. Tanto unos como otros trabajan hoy para el lujo francés e italiano. En Vic, por ejemplo, Chanel compró el año pasado la histórica Colomer Munmany.

 

 

 

En Igualada, la clave de la persistencia de esta actividad fue el Rec, una acequia natural en cuyos márgenes fueron asentándose los talleres a medida que la ciudad fue creciendo. A pesar de la transformación industrial de las últimas décadas, la acequia permanece aún en la ciudad como símbolo de un pasado manufacturero. Hoy, el Rec da nombre a un barrio urbano e industrial que en los últimos años ha sido motivo de polémica municipal sobre cuál debe ser su futuro.

 

En 1918, había en Igualada 200 fábricas de curtiduría que empleaban a un millar de trabajadores; en 1999, eran sesenta factorías y 994 empleados. En 2019, quedan 28 curtidurías. Sin embargo, a pesar de la concentración del sector, su capacidad ha aumentado. La industria puso en marcha hace unos años el único máster universitario que existe en España especializado en Ingeniería del Cuero, que se imparte en la Escuela de Ingeniería de Igualada.

 

Junto al museo, en la curtiduría Bella, una de las más emblemáticas de la ciudad, se encuentra el Leather Cluster Barcelona, que tiene su origen en el también histórico Gremio de Curtidores y cuyo fin continúa siendo la defensa del sector. Al frente del Gremio se encuentra el empresario Xavier Badia, que durante años fue también presidente de la Asociación Española del Curtido (Acexpiel).

 

El clúster, a diferencia del gremio, sienta en una misma mesa a todos los actores de la cadena de valor de la industria de la piel, no sólo a los fabricantes de curtido. Este organismo, que se impulsa desde el Ayuntamiento para mejorar la competitividad de las empresas locales, reúne también a la industria ganadera, la cárnica, los agentes culturales, los centros de investigación y los campus universitarios.

 


 

 

A pesar de que esta institución se puso en marcha en 2015, la semilla de la colaboración interempresarial venía de finales de los noventa, cuando por primera vez en siglos. Según explica Jordi Vidal, secretario general del clúster, entonces los curtidores de la ciudad tuvieron que colaborar para crear una depuradora conjunta, lo que supuso no sólo un reto técnico y empresarial, sino un cambio de mentalidad para garantizar su supervivencia. “Desde entonces sabemos que si queremos permanecer, habrá una parte que deberemos compartir”, señala Vidal.

 

“El valor añadido de la piel de Igualada se ha disparado y el 85% de lo que fabricamos se destina al lujo y la moda, y sólo con una institución como el clúster podemos garantizar de que no hay malas prácticas en la producción y favorecemos una materia prima también de la más alta calidad”, explica. Curtits Vich Galimany, Vidal Bosch, Fontanellas y Martí, Morera Pell, Curtidos Badia, Despell o Acabados de la Piel Ocaña son algunas de las empresas que aún operan en la ciudad.