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Fuenlabrada, cooperación industrial para frenar la pérdida de músculo

El sector en la Comunidad de Madrid sigue reivindicándose como fabricante, a pesar de internalizar el diseño y la distribución, pero no la confección, que sería el proceso más manufacturero de todos.

S. Riera

22 mar 2019 - 04:51

Fuenlabrada, cooperación industrial para frenar el goteo de fabricantes

 

 

Sabadell, Terrassa, Mataró, Inca, Arnedo, Zaragoza, Elche, A Coruña o Ubrique. La industria de la moda en España se abraza a nombres propios de la geografía del país. Se hace difícil explicar el desarrollo de la actividad manufacturera del sector sin conocer los lugares en los que se ha originado. Con motivo de las próximas elecciones municipales, previstas para finales de mayo, Modaes.es emprende un viaje por los principales polos del textil, la confección, la piel y el calzado de España para realizar una panorámica sobre el vínculo que han tenido y todavía tienen con las diferentes industrias de la moda.


 

 

Mucha de la moda en España tiene como origen los polígonos de Fuenlabrada, Alcorcón e incluso Madrid. Al calor del boom del comercio multimarca en España se desarrollaron los fabricantes en la periferia de la ciudad. Sin embargo, en la medida que este canal ha ido recortando su cuota, también lo han hecho los que fueron sus principales proveedores. En la actualidad, continúan reivindicando su papel en el sector ya sea verticalizando, como Dolores Promesas o Merletti, o estrechando lazos con el conjunto de la cadena, bajo el paraguas del Centro de Empresas de la Confección.

 

Park Avenue, una empresa con más de cincuenta años de trayectoria y originaria de La Tayaluela, en el barrio madrileño de Vallecas, ha sido la última en caer: cerró a principios de febrero. Es la última de un goteo incesante que empezó a finales de los noventa, se aceleró durante la crisis y que aún persiste, aunque el ritmo se haya amortiguado. Ángel Burgueño, cofundador de Merletti, no da crédito. “Seguimos al borde del precipicio”, sentencia el empresario. 

 

Hoy quedan en Madrid, Fuenlabrada y Alcorcón una décima parte de los fabricantes de moda pronta que arrancaron sus negocios hace cuatro décadas, cuando el comercio multimarca tomó el territorio español y creó un nuevo mercado, el de la ropa confeccionada, que hasta entonces nunca antes había existido. Recuerda Burgueño que hubo una época dorada en la que se unía un patronista y un repartidor y se montaban una empresa. Corrían las décadas de los setenta y ochenta en España.

 


 

 

En el polígono de La Tayuela, entre la M40 y la M45, empezó todo. “Abrieron primero un par de talleres y después lo hicieron otros dos más; llegaron los clientes y se abrieron cuatro talleres más”, explica el empresario. De manera casual y algo desordenada, se sembró la primera semilla de los fabricantes madrileños. Cuando se cubrió el espacio de Vallecas, las empresas siguieron el hilo de aquel negocio desde el polígono Tamames-Aguacate, también en Madrid, y Urtinsa, en Alcorcón.

 

Las empresas madrileñas reivindican el título de fabricantes a pesar de externalizar la confección, el proceso más manufacturero de todos. Son compañías con equipos de diseño, patronaje y corte, que almacenan y distribuyen, pero no confeccionan. Por esta misma regla de tres, este colectivo defiende también que Inditex, Mango, Desigual e incluso (aunque con mayor controversia) El Corte Ingles son también fabricantes, nunca retailers.

 

El cierre de Park Avenue no cayó bien en el sector. “Antes había mucha desconfianza entre nosotros, cada uno tenía su empresa y no miraba al de al lado, pero ahora si nos podemos echar una mano nos la echamos”, explica el cofundador de Merletti. “Quedamos tan pocos que a ninguno le interesa que cierre nadie porque debilita a todo el sector y termina por provocar el cierre de los que hacen botones, hombreras, forros, bolsas o perchas”, subraya. “Hay muchas cosas en una sola prenda”, constata.

 

 

 

La Comunidad de Madrid suma 6,6 millones de habitantes, la mitad de los cuales se concentra en la propia capital del país. El PIB per cápita de la autonomía es de 33.824 euros y la tasa de paro del 11,54%. Según los últimos datos del INE, a 1 de enero de 2018, la región sumaba un total de 538.917 empresas, de las cuales cerca de 1.400 son de confección. En la última década, el sector ha perdido unas 500 compañías, el equivalente a un tercio.

 

La región es la tercera en España que más exporta artículos de moda por detrás de Barcelona y A Coruña. No obstante, Inditex desenfoca estos datos, porque tiene en la localidad de Meco y en Cabanillas del Campo (Guadalajara) dos de sus principales plataformas logísticas en el país. En 2018, las ventas del sector al exterior desde la Comunidad de Madrid ascendieron a 2.878,3 millones de euros.

 

 

Fuenlabrada, el polo industrial de la moda

Fuenlabrada, por su parte, ha ido ganando músculo en este sector. La Asociación de Empresas de Confección y Moda de la Comunidad de Madrid (Asecom) puso en marcha en el polígono La Cantueña el Centro de Empresas de la Confección en el que agrupa no solo a fabricantes de otros polígonos, sino también diferentes procesos y servicios de la cadena de valor. Muy cerca de su ubicación se encuentra el polígono de Cobo Calleja, que durante años ha sido la puerta de entrada en el país del made in China. La irrupción de Cobo Calleja supuso también un duro golpe para los fabricantes españoles de moda porque les arrebataron el comercio low cost en España y parte del de gama media.

 

El Centro de Empresas de la Confección es una nave compuesta por tres módulos y un edificio de oficinas que alberga a una quincena de empresas del sector y hay lista de espera para entrar. Están, por ejemplo, la empresa de bañadores Venus; el patronaje de A5 Project, o Adil, de estampación y serigrafía, entre otros. Las instalaciones centrales cuentan con aulas para la formación, una sala de corte, oficinas para pequeñas empresas de servicios, así como un office que hace las veces de punto de encuentro para el networking.

 

 

 

 

Los confeccionistas de países como Polonia y República Checa han tomado este proyecto como referente para aplicarlo a sus países. Otros proyectos similares que trataron de impulsarse en Vallecas y en Leganés, como fueron la Ciudad de la Moda o Leganés Tecnológico, fueron golpeados por la crisis y terminaron en nada.

 

Con una población de cerca de 200.000 habitantes, Fuenlabrada se encuentra en el borde externo del área metropolitana de la capital y es el tercer municipio de la Comunidad de Madrid más poblado, después de Móstoles. La ciudad ganó tamaño en las décadas de los setenta y ochenta con la llegada de inmigrantes del resto de España. Es además sede de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned).

 

El Ayuntamiento de Fuenlabrada está desde el inicio de la democracia liderado por el PSOE. En las dos últimas décadas, tuvo como alcalde al socialista Manuel Robles Delgado, un histórico del partido y militante de UGT, que renunció al cargo el año pasado por cuestiones personales. Le relevó al frente de la alcaldía Javier Ayala Ortega, licenciado en Derecho y formado en Iese.

 

 

 

 

Ortega explica que la industria textil estuvo muy representada hace unos años en el área industrial de Fuenlabrada, pero subraya que en la actualidad, su presencia es escasa, con el Centro de Empresas de la Confección. “No es un sector estratégico por su escasa presencia, pero el Ayuntamiento lo respalda, apoya y anima a través de diferentes proyectos desarrollados en el Centro de Innovación y Emprendimiento”, asegura el alcalde.

 

Por otro lado, desde el Ayuntamiento se ha puesto en marcha una Oficina de Desarrollo Local para canalizar políticas públicas de apoyo a la industria y al comercio, además de firmar convenios de colaboración con los responsables de los diferentes polígonos de la ciudad en materia de mantenimiento. La política económica del municipio pasa por continuar apoyando la industria de la ciudad, la segunda en la región con una mayor actividad industrial después de Madrid.

 

 

Madrid, el hub institucional

Madrid es una de las capitales de moda. La capital española fue polo de fabricantes, confeccionistas e industrias auxiliares durante los años dorados del canal multimarca. En su centro histórico, la zona de Tirso de Molina, todavía defienden su espacio los mayoristas, que durante décadas han sido el punto de unión entre una industria y un comercio atomizado, de autónomos o micro pymes, y repartido por toda la geografía española.

 

El Ayuntamiento de Madrid cambió de signo en las últimas elecciones municipales con la elección de Manuela Carmena, representante del partido político Ahora Madrid, fruto de la fusión de Podemos y Ganemos Madrid. Su candidatura fue aupada con los últimos coletazos del movimiento 15M y como respuesta a los casos de corrupción que azotaron la actividad del consistorio madrileño. A pesar de no tener una política específica para la industria de la moda, sí participa en instituciones y actuaciones vinculadas a ella.

 

 

 

 

Epicentro político y económico de España, Madrid es también polo financiero y sede de grandes corporaciones, la industria de la moda en la ciudad y sus alrededores queda en ocasiones a la sombra de otros sectores económicos. No obstante, el efecto capitalidad, en algunos elementos, juega a su favor: la única feria sectorial persiste en Ifema, igual que la pasarela.

 

Madrid es sede también del Museo de Traje; de la Mesa de la Moda Española, que aglutina a todos los actores del sector, y de Fedecon, la federación que aglutina las diferentes patronales de confección del país. El actual presidente de Asecom, Fedecom y de la Mesa, Ángel Asensio, está también al frente desde el año pasado de la Cámara de Comercio de Madrid. Madrid también es sede de las secretarías generales de CCOO y UGT, con las que se negocia el convenio sectorial.

 

Pero en Madrid, los fabricantes han quedado relegados al polígono Tamames-Aguacate, donde se había desplazado ya desde La Tayuela. Sin embargo, hay empresarios que ni siquiera quieren pisar esta zona por la cantidad de empresas que han caído en ella, en muchos casos, porque les pilló la crisis en pleno traslado y con el crédito de la nueve sede por pagar. En este polígono llegaron a concentrarse unos setenta fabricantes, siendo el equivalente en Madrid a lo que llegó a ser en su día el polígono de Montigalá, en Barcelona. En Tamames-Aguacate está, por ejemplo, Merletti.

 

 

 

 

Madrid también ha sido sede de la pasarela, en la que han corrido en paralelo los diseñadores, ajenos y desvinculados durante décadas al bullicio manufacturero situado en los polígonos de la ciudad y sus alrededores. El universo de los fabricantes y el de los diseñadores, a pesar de compartir ciudad y negocio, han estado durante décadas en órbitas diferentes.

 

 

Alcorcón, antiguo epicentro de la confección

Alcorcón es el cuarto municipio de la Comunidad de Madrid con un mayor número de ciudadanos por detrás de Fuenlabrada. Con cerca de 170.000 habitantes, la economía del municipio ha bebido de la actividad industrial que genera la capital del país. A diferencia de Fuenlabrada, Alcorcón es feudo del Partido Popular (PP).

 

Al frente de la alcaldía se encuentra David Pérez, quien tomó el cargo en las elecciones de 2011 por mayoría absoluta. No obstante, la perdió en los últimos comicios de 2015. Pérez, cercano a la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha saltado a la primera línea mediática por polémicas relativas a políticas de género.

 

 

 

 

En Alcorcón, el polígono Untinsa fue en su día epicentro de los talleres confeccionistas situados en las afueras de Madrid. Todavía hoy permanece alguno, que defiende su lugar gracias en gran parte a la desaparición de muchos otros. A esta área se acaba de trasladar Dolores Promesas, cuya sede se ubica además junto a uno de los mayores talles de confección de la región.

 

Muy cerca de Dolores Promesas se encuentra otra histórica K-Kou, al frente de la cual se encuentra Montse Gallego. La empresaria está también al frente del Triángulo de la Moda de Madrid, que ha sido durante décadas el brazo comercial de los fabricantes ubicados en los polígonos de la capital.

 

Este fue el polígono textil de Madrid, pero a finales de la década de los noventa la actividad cayó en picado, del mismo modo que ocurrió en Vallecas y en Tamames-Aguacate”, recuerda la empresaria. Gallego cita a Vaqueros Montero, Kalfe o Pilar Prieto como algunos ejemplos de empresas de Untinsa que en su día fueron de las grandes de las afueras de Madrid y que no resistieron al envite del cambio de modelo, la competencia asiática y la crisis económica. “Sigue habiendo gente de botones o de plisados, pero ya no es lo de antes”, asegura.

 

Hoy en día, uno de los principales atractivos del polígono es el macrorestaurante El Pirata, que atrae no sólo a gente de Alcorcón sino de los diferentes municipios de alrededor. Este negocio, con lista de espera los fines de semana, ha ganado una popularidad tal que colapsa el aparcamiento de la zona.

 

 

 

 

Falta crónica de mano de obra

Los fabricantes madrileños no quieren hablar de relocalización y reiteran que si están más solicitados es porque son pocos y porque el tejido empresarial que había se ha destruido. Cuando se habla de acercamiento de la producción, muchos de ellos se enojen de hombros, porque no la percibe. Sistembor, especializada en bordados, ha pasado de tener 2.500 clientes a tan sólo 200.

 

No obstante, ha habido quien ha apostado por el made in Spain desde hace años y ahora observa una saturación en los talleres ante el retorno de un nada desdeñable volumen de producción. “Cuando empezamos coincidió con el furor de irse fuera y era complicado encontrar a alguien en España, y ahora son muchos los que se han dado cuenta de que fabricar fuera no es tan barato como se pensaba”, explica Javier Lapeña, cofundador de Dolores Promesas.

 

“La gran ventaja de producir en España son los tiempos y el control de la calidad, y la única pega es la capacidad”, señala Lapeña, quien apunta que en el momento que los grandes grupos regresan al país para producir, por un lado, reactivan la actividad local, pero por otro lado, la saturan.

 

 

 

Marcos Pizarro es el representante de la tercera generación de empresarios al frente de Venus, una empresa que arrancó hace ocho décadas como fabricante de fajas y corsetería, y que hoy es una de las pocas marcas de baño que persiste en el mercado español. La compañía emplea una veintena de trabajadores para el patronaje, la confección y el corte, y confecciona en tres talleres externos, los únicos que quedan en el país, según Pizarro.

 

Uno de los hándicaps, según Pizarro, es la falta de mano de obra. El sector, no sólo el baño, precisa de trabajadores cualificados en ciertas operaciones del proceso de la confección, pero se enfrenta a dos problemas sistémicos: estructuras de costes muy ajustadas y la temporalidad. En este sentido, los fabricantes de Madrid critican con cierta dureza el alza en el salario mínimo aplicada en el último convenio del textil y la confección argumentando que supondrá el cierre de muchos talleres y que volverá a dinamizar la economía sumergida.

 

Por otro lado, el grueso de la mano de obra cualificada desapareció con el cierre de las empresas y las que siguen observan cómo las nuevas generaciones están más interesadas en diseñar que no en confeccionar. “Cada día recibo currículums de diez estudiantes de diseño, pero ninguno de una patronista o de una cortadora”, subraya el cofundador de Merletti. “Se ha hecho mucho hincapié en diseño, pero no en todo lo demás”, añade Javier Lapeña, cofundador de Dolores Promesas.