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Beatriz Bayo (Mango): “Para avanzar en la sostenibilidad, ONGs, sindicatos y empresas tenemos que ceder”

Beatriz Bayo está al frente del departamento de responsabilidad social corporativa (RSC) de Mango, que acaba de poner en marcha el proyecto Take Action. El plan, con el que el grupo pretende comunicar sus esfuerzos en materia de sostenibilidad, incluye el lanzamiento de la colección Mango Committed.

Iria P. Gestal

22 feb 2017 - 04:49

Beatriz Bayo (Mango): “Para avanzar en la sostenibilidad, ONGs, sindicatos y empresas tenemos que ceder”

 

 

Beatriz Bayo es la directora del departamento de responsabilidad social corporativa (RSC) de Mango. La ejecutiva se incorporó a Mango en 2001 y pilotaba este departamento cuando, en 2013, el derrumbe del edificio del Rana Plaza en Bangladesh cambió para siempre el aprovisionamiento global de moda. Ahora, Bayo defiende que el siguiente paso es comunicar a los grupos de interés lo que su departamento ha hecho en los últimos años e integrar la sostenibilidad en toda la estructura de la compañía. Estas acciones se engloban bajo el paraguas del nuevo plan Take Action que incluye, además, el desarrollo de su primera colección sostenible, Mango Committed.

 

Pregunta: Acaban de poner en marcha el proyecto Take Action. ¿Qué nuevas iniciativas implica este plan?

Respuesta: Hace quince años que existe el departamento de responsabilidad social corporativa de Mango. Aquí abordamos todo tipo de iniciativas: desde social compliance, a la cadena de suministro, pasando por el medio ambiente y la sostenibilidad. El objetivo ahora es hacer público todo este trabajo y explicar lo que estamos haciendo. Cada vez hay más exigencia por parte de clientes y grupos de interés, pero parece que si no lo comunicas es que no lo haces.

 

P.: Más allá de comunicar lo que ya se ha hecho, ¿se han fijado nuevos objetivos concretos?

R.: El lanzamiento de Take Action coincide con el desarrollo de un plan de acción de RSC interno con el objetivo de que todos nuestros proyectos y políticas de RSC sean transversales a lo largo de toda la compañía, que otros departamentos que nos ayudan a hacer todas las iniciativas estén involucrados y tengan criterios de RSC a la hora de tomar decisiones. El RSC no puede quedar en un solo departamento, sino, no avanzas.  Además, queremos continuar buscando alianzas con stakeholders exteriores, en línea con los objetivos de desarrollo sostenible.

 

P.: ¿Hay también metas cuantitativas?

R.: Estamos trabajando en ellas. El objetivo es que nuestro departamento dé las directrices y que, después, cada departamento (el de compras, el de retail…) decida qué opciones hay que desarrollar. También hemos lanzado un proyecto piloto de reciclaje que queremos ampliar hasta ochenta tiendas este año y lanzarla al exterior.

 

 

 

 

P.: ¿En qué fase están las negociaciones del acuerdo marco?

R.: Tenemos un acuerdo no escrito con los sindicatos desde hace más de ocho años. De vez en cuando, ellos nos piden ir a visitar fábricas nuestras para obtener algún informe sobre la representación sindical, por ejemplo, en fábricas de calzado en Vietnam. Ahora lo que queremos es dar un paso más y formalizar lo que venimos haciendo con ellos.

 

P.: ¿Por qué ahora?

R.: Porque hemos visto la necesidad de introducirlo en un marco más global que no se quede en esta relación únicamente con Comisiones Obreras (CCOO); abrir puertas a otras iniciativas sindicales de otros países locales y que no solamente vinieran vengan españoles, sino sindicatos locales.

 

P.: ¿Cuántas personas integran el departamento de sostenibilidad de Mango?

R.: En la sede central somos cinco personas. Y tenemos equipos para diferentes asuntos sobre todo de cumplimiento de seguimiento de código ético externos en algunos países.

 

 

 

 

P.: ¿La apuesta por la sostenibilidad no presiona todavía más los márgenes?

R.: Claro. Eso es algo también a tratar. Tenemos muchas ideas y proyectos, pero por eso tenemos que analizar también que sea sostenible en todos los aspectos, también en el económico. Tampoco estamos planteando unas propuestas para pasar a ser excelentes de repente, somos muy conscientes de nuestras capacidades.

 

P.: El año pasado, Mango acercó su producción para acelerar el ritmo. ¿Esto no contradice los principios de sosteniblidad?

R.: Todo se tiene que adecuar. Pero si se hace todo más rápido es porque las colecciones tienen menos unidades.

 

P.: ¿El fast fashion puede ser sostenible?

R.: Eso es lo que pretenden, por ejemplo, los programas de reciclaje. Somos conscientes de que ponemos en el mercado mucho textil, que la gente se aburre y lo tira. Por eso tenemos que intentar cerrar el círculo. El cien por cien de lo que recogemos tiene una segunda salida. Claro, yo soy una empresa, tengo un producto que tengo que vender, ahí reside la sostenibilidad de mi negocio. Pero el futuro pasa porque mi producto sea cada vez más sostenible y ofrezcamos la oportunidad de cerrar el círculo. Está claro que para el fast fashion es más complicado que para el lujo, pero nuestro papel es el de quitarnos ese sambenito. Ya nos hemos quitado alguno anterior, ahora nos toca este.

 

P.: ¿El Rana Plaza supuso un punto de inflexión en la política de sostenibilidad de Mango?

R. ¿De Mango? ¡Del mundo! Fue muy positivo después de aquello conseguir que se crearan alianzas como el Bangladesh Act y el Alliance, que han logrado que 200 marcas textiles europeas de primera línea se unan por un objetivo común, que no tiene nada que ver con su negocio, es un hito sin precedentes.

 

 

 

 

P.: ¿Cómo afectó a Mango en particular?

R.: Afortunadamente, en Mango llevábamos tiempo trabajando en esta dirección, pero nos despertó la necesidad de no sólo hacer auditoría social sino también en materia de seguridad. En principio son asuntos que las legislaciones de los países tienen regulado, pero no es suficiente. Pero lo importante es que no sólo puede pasar en Bangladesh.

 

P.: ¿Ha sido excesiva la intervención de ONGs en sus acusaciones?

R.: Cada uno tiene su papel. Las ONGs tienen el suyo, los sindicatos el suyo y las empresas, otro. Si queremos progresar debemos hablar y encontrar un punto en común. Pero todos tenemos que ceder. En Mango nos hemos sentado a la mesa con Greenpeace, Ropa Limpia y sindicatos internacionales. Las posiciones a veces son distintas, pero si realmente hay una voluntad de colaborar, se encuentra un punto en común. En el caso de las ONGs, su papel es el de despertar conciencias, no sólo en las empresas, sino en el cliente final. Desde el punto de vista de la RSC, las ONGs son un grupo de interés más con el que hay que tratar.

 

P.: ¿Qué opina del green washing?

R.: Lo que estamos haciendo en Mango es precisamente para no ser green washers. No me gusta la expresión “llevarlo en el ADN”, porque está muy reusada, pero está claro que cuando intentas hacer algo sólo por imagen se te vuelve en contra. Tiene que haber un apoyo de la dirección y un convencimiento de que lo que tenemos que hacer eso. Somos una empresa líder en el sector, tenemos mucho impacto a todos los niveles y tenemos que controlarlo. La mejor manera es siendo sostenibles.

 

P.: ¿Es una cuestión de cultura de empresa?

R.: Claro, sin eso no consigues nada. Y esa es la intención que tenemos con nuestro plan. Desde dirección están convencidos, en RSC también, ahora hay que hacérselo saber a los demás. Sin apoyo de la dirección, no tendría ni que existir el departamento. La relación con el consejo es óptima e incluso nuestro responsable máximo es del consejo de dirección.

 

 

 

P.: ¿RSC equivale a sostenibilidad?

R.: No. La sostenibilidad es una parte de la RSC. Pero el social complience, la cadena de suministre, el medioambiente, el bienestar del empleado y la acción social también son RSC. Además, nuestro departamento incluye también todas las acciones que tienen un impacto externo.

 

P.: Acaban de lanzar la colección Mango Committed. ¿La gente está dispuesta a pagar más por algo que es sostenible?

R.: Lo veremos ahora,  con esta nueva colección. Pero también es cierto que, hace cinco años, el coste era muy superior. Ahora son los mismos proveedores los que nos ofrecen materiales sostenibles.

 

P.: ¿Hay demanda por parte de los consumidores o tienen que ser las empresas las que lleven la avanzadilla?

R.: Las dos cosas. Hemos podido hacer muchas cosas que no hemos hecho pensando que el consumidor no se las iba a creer. Muchas veces el cliente exige, pero luego hay colas cuando hay rebajas. Por otro lado, también hemos puesto en marcha proyectos a partir de ideas que nos han dado los clientes.

 

R.: ¿El futuro de las empresas de moda pasan por la sostenibilidad?

R.: Tiene que serlo. Una empresa que no sea sostenible dejará de existir. Ya no es un valor añadido, es obligatorio. No sólo en nuestro sector, está ocurriendo también en la energía, en seguros… es una tendencia del mercado. El impacto que causan las empresas es mayor y más rápido.