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2015, el año en el que la moda ‘eco’ sedujo al ‘fast fashion’

S. Riera

21 dic 2015 - 04:42

 

La moda sostenible empezó a tomarse en serio en 2015. A lo largo del año fueron surgiendo ejemplos que demostraron que la moda ética, eco o green ha dejado de ser un coto privado de marcas muy especializadas para empezar a calar en las estructuras de los gigantes de la moda. En este aspecto, compañías como Inditex, H&M, Gap, Adidas, Nike, PVH, Bestseller, VF o Levi Strauss, entre otras, han empezado a unir fuerzas en distintas plataformas con otros agentes económicos y sociales para mejorar las condiciones laborales y medioambientales de sus cadenas productivas.

 

La moda empezó a hablar de sostenibilidad en las décadas de los ochenta y los noventa, pero no ha sido hasta ahora cuando las grandes compañías del sector han empezado a implicarse en ello. No obstante, la llegada de los gigantes a la moda sostenible también genera muchas dudas. La primera de estas cuestiones es cómo el fast fashion hará compatible su modelo de negocio, basado en la rotación constante de prendas, con la sostenibilidad. Según los expertos, la sostenibilidad implica un replanteamiento total del sistema, en el que primen otros valores y en el que el éxito no se vincule al crecimiento.

 

La principal duda es cómo el fast fashion hará compatible su modelo de negocio, basado en la rotación constante de prendas, con la sostenibilidad

 

En octubre, un grupo de 18 grandes distribuidores de moda del mundo impulsaron el proyecto The Social and Labour Convergence Project, en el que también están implicadas grandes patronales transnacionales, como la International Apparel Federation (IAF), entre otras, así como otras empresas de ámbito industrial, ONGs y las firmas de auditoría Bureau Veritas, Control Union y SGS.

 

Este nuevo acuerdo contempla sentar las bases para un cambio real en el desarrollo de las mejoras en la cadena de suministro de la moda a nivel global, con una metodología estandarizada aplicable tanto a la ropa como al calzado. A través de esta iniciativa, los grandes grupos de la moda intentan dar respuesta a las presiones de la Comisión Europa, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) y varios países europeos para establecer mejoras en el ámbito social y laboral de la cadena de suministro del textil.

 

De hecho, también en octubre, la Unión Europea puso en marcha el programa European Clothing Action Plan (Ecap), liderado por la ONG Waste and Resources Action Programme (Wrap), para elevar los beneficios medioambientales, pero también económicos, de la reducción de la huella de carbono, agua y desechos de la ropa en la Unión Europea. El plan está dotado con 3,6 millones de euros, tiene una duración de tres años e implicará a las marcas de moda, retailers, fabricantes y organizaciones de reciclaje con el propósito de reducir los desechos textiles en toda Europa.

 

La iniciativa europea, que pretende impactar en las 90.000 toneladas de desechos textiles que se estima que se generen hasta 2019, estará activo en Dinamarca, Finlandia, Alemania, Italia, Holanda, Noruega, Polonia, Rumanía, España, Suecia y Reino Unido, con la previsión de expandirse a más países de Europa y Asia.

 

 

El índice Higg

Otra de las plataformas que cada vez toma mayor fuerza es la Sustainable Apparel Coalition (SAC), formada de nuevo por los gigantes de la moda con la misión de trabajar en un índice capaz de medir la sostenibilidad de las prenda, el llamado índice Higg. Los expertos aseguran que, en el futuro, las mismas prendas informarán sobre su grado de sostenibilidad en las etiquetas. Será una información similar a la que actualmente ofrecen los electrodomésticos sobre su eficiencia energética o la que dan algunas compañías aéreas sobre la huella de CO2.

 

En esta misma línea, la Comisión Europea cuenta también con un grupo de trabajo específico que se centra en el etiquetaje de los productos con indicaciones sobre sostenibilidad y en una legislación específica.

 

Los expertos aseguran que, en el futuro, las mismas prendas informarán sobre su grado de sostenibilidad en las etiquetas

 

Nuevos hábitos de consumo

El 76% de los consumidores cree que las marcas y las empresas deben ser responsables con el medio ambiente, según un estudio de la compañía de investigación GfK de 2015, para el que entrevistó a 28.000 personas en 23 países. España es uno de los países europeos más exigentes en este aspecto, en el ránking liderado por India e Indonesia. El 63% de los encuestados afirma comprar productos que coincidan con sus valores o ideales, y dos tercios aseguran sentirse culpables cuando hacen algo que daña al planeta.

 

En España, el 80% de los consumidores cree que las marcas y las empresas deben ser responsables con el medio ambiente, según el estudio. En cambio, cuando se pregunta sobre la implicación personal, sólo la mitad de los españoles encuestados afirma comprar productos que coincidan con sus valores o ideales, aunque el 60% se siente culpable cuando hace algo que daña al planeta.