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Edgar Poletti (Galy): “La producción de algodón es un mercado que está en riesgo constante”

La estadounidense Galy es una de las últimas promesas del sector de las fibras de nueva generación, con una tecnología capaz de cultivar algodón en un laboratorio que ya ha seducido a Inditex o H&M para que entren en su capital.

Edgar Poletti (Galy): “La producción de algodón es un mercado que está en riesgo constante”
Edgar Poletti (Galy): “La producción de algodón es un mercado que está en riesgo constante”
Edgar Poletti, al frente de las relaciones comerciales de Galy.

Celia Oliveras Castillo

14 nov 2024 - 05:00

El algodón, la fibra natural más utilizada en la industria de la moda, y la segunda a nivel global por detrás del poliéster, presenta también uno de los procesos de cultivo más difíciles. Con una alta necesidad de agua y temperaturas concretas, miles de hectáreas de esta fibra pueden perderse en días. La start up Galy es la última promesa del sector para acabar con este problema e impulsar una mayor sostenibilidad en la moda. Con una tecnología capaz de cultivar algodón en laboratorio, aunque todavía a pequeña escala, la empresa ya ha convencido a gigantes como Inditex o H&M para que entren en su capital. De cómo cambia la vida a una empresa cuando una gran empresa se interesa, la responsabilidad de innovar o de la necesidad de una mayor demanda habla Edgar Poletti, al frente de las relaciones comerciales de esta nueva promesa. 

 

 

Pregunta: Según el último informe de Textile Exchange, la producción de fibras vírgenes aumentó en 2023, ¿Esté el sector de la moda a la altura de las necesidades de sostenibilidad?

 

Respuesta: La industria de moda es bastante grande y hay un poco de todo. Las empresas más grandes sí veo que están avanzando, y hay muchas otras que también, pero tampoco quiero decir todas. Entonces, hay un poco de todo dentro del sector, la industria de la moda se mueve y lo está haciendo cada vez más hacia la sostenibilidad.

 

 

P.: ¿Son todas las fibras recicladas sostenibles?

 

R.: Definitivamente son más sostenibles que el poliéster virgen, ¿no? El poliéster deriva del petróleo y al final si lo reciclas, venga de donde vengas, estás consiguiendo sacar parte de esos derivados del medioambiente para meterlo en el mercado, y aquí entra la circularidad. Ahora, yo no entiendo tanto de poliéster reciclado como de las fibras de viscosa o de celulosa, que sí son más sostenibles, pero es cierto que una fibra 100% sostenible no existe, pero siempre serán más sostenibles que las fibras actuales.

 

 

P.: ¿Podría llegar a existir esa hipotética fibra totalmente sostenible?

 

R.: Es muy difícil porque hay que producirla, y al hacerlo, sea en el campo o como en nuestro caso, en el laboratorio, aun así se utiliza agua, energía, requiere espacio físico, etc. Hay formas de reducir su impacto en el medioambiente, eso sí se puede, pero si piensas en el algodón orgánico, por ejemplo, que hoy supone entre un 1% y 2% de la producción mundial. Este algodón es menos productivo, por lo que, en un caso hipotético, si toda la industria pasara a cultivar algodón orgánico, habría mucho menos y necesitaría de los mismos, si no más, recursos que hoy en día.  Por eso cualquier solución de nuevos materiales va a necesitar de alguna manera de energía o de agua, por muy sostenible que sea.

 

 

 

 

P.: La escalabilidad es el gran reto del sector, ¿alguien lo está consiguiendo?

 

R.: Hay fabricantes o actores de la industria que fabrican fibras de pulpa, por ejemplo, pero este es todavía un desafío del sector de los nuevos materiales en la moda, que aún tienen que demostrar que pueden producirse en grandes cantidades y a un coste competitivo. La moda está esperando esa solución que venga y diga: tengo un buen precio, ofrezco un material sostenible, y, además, con buena calidad. Porque luego los diseñadores también tienen que aprobarla: si ellos creen que no tiene la calidad suficiente, no la van a querer utilizar.

 

 

P.: ¿Quién tiene la responsabilidad de innovar, entonces?

 

R.: Son las empresas de moda las que tienen objetivos de reducción de carbono, de trazabilidad o de reducción de agua, y las que están expuestas a la opinión pública. Al final, un consumidor no va a decir que el fabricante de Zara utiliza algodón de una región de China acusada de trabajo forzoso, dirá que Zara lo utiliza, y da igual si la empresa únicamente lo ha comprado: eso al consumidor le da igual. Son entonces las empresas, que tienen las tiendas y venden los productos, las que deben innovar y tirar del carro, porque al final por mucho que los proveedores también quieran innovar, por ejemplo, ellos trabajan bajo demanda, y si esta no existe no se lo van a poder permitir.

 

 

P.: ¿Está aumentando la demanda de fibras recicladas a una velocidad suficiente?

 

R.: Creo que el consumidor final es cada vez más consciente y está empezando a demandar este tipo de fibras, especialmente quizá en Europa. Pero lo que dicen muchas empresas es que, aunque la gente diga que está dispuesta a pagar más, todos te dicen que, al final del día, cuando van a la tienda la mayoría no quiere hacerlo. Y ese es el desafío de los innovadores como Galy, que tenemos que llegar a un precio próximo al de la industria ahora mismo, porque si no, no se va a aceptar.

 

 

 

 

P.: ¿Cómo cambia el negocio de una empresa cuando Inditex decide firmar un compromiso de compra?

 

R.: A start ups como nosotros, nos cambia la vida. Primero porque nos garantiza ingresos futuros y que tendremos un cliente suficientemente grande que va a comprar a un precio cierta cantidad. Por otra parte, también ayuda a planificar nuestra oferta y capacidad productiva, además de dar un impulso de márketing, por decirlo de alguna forma, porque firmar un acuerdo con Inditex o H&M te da notoriedad y demuestra que un agente importante de la industria cree en nosotros. Pero, sobre todo, permite que los bancos faciliten créditos a empresas que igual todavía no tienen ingresos, sin unos intereses tan elevados.

 

 

P.: Galy se centra en el algodón, ¿qué retos supone el cultivo de esta fibra?

 

R.: La producción de algodón tiene muchos requisitos, por así decirlo. Necesita una determinada temperatura, una gran cantidad de agua, etc. Por lo que, si sube la temperatura uno o dos grados, o si baja, si llueve un poco más, o si no llueve suficiente, se pueden llegar a perder cosechas enteras. Es un mercado que está bajo riesgo constante.

 

 

P.: ¿Cuál será la región que se alce como hub de la sostenibilidad: Asia, el norte de Europa o Estados Unidos?

 

R.: Por lo que veo, no sólo en la industria de la moda, es que el norte de Europa es la región que está más avanzada e invirtiendo mucho en este ámbito. Al final son países bastante desarrollados y que se pueden permitir este tipo de innovaciones, pero también porque tienen ese espíritu de querer cambiar las cosas. Aunque también veo mucho movimiento en el sureste asiático, en India, Bangladesh o Vietnam. O incluso China, que hace años que empezó a automatizar sus producciones y puede que sea de donde llegue la tecnología capaz de escalar estos nuevos materiales.