Entorno

Federico Steinberg (Elcano): “Trump ha derivado el partido hacia la derecha estructuralmente”

El investigador del Real Instituto Elcano analiza las consecuencias de un posible triunfo de Donal Trump en las elecciones de Estados Unidos, del cambio en las relaciones de poder internacionales y de la ultraderecha en Alemania.

Federico Steinberg (Elcano): “Trump ha derivado el partido hacia la derecha estructuralmente”
Federico Steinberg (Elcano): “Trump ha derivado el partido hacia la derecha estructuralmente”

Celia Oliveras Castillo

19 sep 2024 - 05:00

El próximo 5 de noviembre los ciudadanos de Estados Unidos acudirán a las urnas para escoger al próximo presidente del país. Las principales encuestas no dan una victoria clara a ninguno de los dos candidatos enfrentados, ni a Donald Trump, que llega con una cartera de propuestas basada en medidas proteccionistas y beligerantes, ni a Kamala Harris, una candidata que se unió al proceso en el último momento tras la retirada de la candidatura de Joe Biden. Aunque una posible victoria de Trump no genera tanta incertidumbre como en el pasado (el magnate ya estuvo al frente del país cuatro años), las elecciones en la mayor potencia mundial se unen ahora al auge de la extrema derecha en Europa, a la debilidad de la economía China o a la cada vez más ineficacia de la Organización Mundial del Comercio. De todo ello habla Federico Steinberg, el investigador del Real Instituto Elcano.

 

 

Pregunta: Como europeos, ¿quién queremos que gane las elecciones presidenciales de Estados Unidos?

 

Respuesta: No cabe duda de que, como europeos la mejor opción es Kamala Harris. Las propuestas de Donald Trump tienen un componente muy perjudicial para la política exterior de Estados Unidos y su relación con la Otan y la Unión Europea, y, en general, para todos los organismos de cooperación internacional. Aunque las de Harris también tienen matices, y en algunos casos no son del todo concretas, desde un punto de vista europeo cabe poca duda de que es la mejor opción.

 

 

P.: ¿Qué puede implicar para el comercio internacional una nueva victoria de Donald Trump?

 

R.: Ya ha anunciado que volvería a establecer aranceles de alrededor de un 60% a China, pero también al resto de países de mínimo un 10%. De todas formas, claramente establecería aranceles en las importaciones de los países europeos y debilitaría, todavía más, la Organización Mundial del Comercio. Existe la posibilidad de que elimine el Trade and Technology Council, un foro que, aunque todavía no ha dado grandes resultados, ha permitido crear un espacio de conversación y discrepancia para las empresas de ambos actores. En términos generales, en la Unión Europea, que sigue siendo uno de los bastiones democráticos del mundo, la deriva la deriva del tipo de democracia que propone Trump no vendría bien. Aunque también es cierto que Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, es uno de los ejemplos que más utiliza Trump para validar sus discursos.  

 

 

P.: Ante una desaparición de líderes como Putin o Trump, ¿pueden llegar a ser más peligrosos quién los sustituya?

 

R.: Putin está aquí para quedarse, y Trump, si pierde sí que cabe la posibilidad de que se retire, pero hablar de un “después” es una quimera, ya que no es algo que vaya a pasar a corto plazo. En el caso de Estados Unidos, y de una derrota de Trump, primero habría que ver que no se dieran protestas por parte de sus seguidores, como pasó la última vez. Respecto a un posible sustituto para el Partido Republicano, habría que ver quién es el nuevo líder, a lo mejor es alguien más moderado, pero lo que está claro es que la presencia de Trump ya ha derivado al partido hacia la derecha, y eso ya es estructural.

 

 

 

 

R.: De la misma forma que la ONU y la UE fueron instrumentos que nacieron para garantizar la paz, ¿qué puede hacer ahora el mundo para dejar de avanzar hacia la incertidumbre?

 

R.: Lo que hay es un cambio de poder estructural en todo el mundo. La ONU avanzó hacia la paz porque en ese momento Estados Unidos tenía un dominio claro global, y nadie se atrevía a llevarle la contraria. Pero ahora, con la presencia de países como China o India, se puede ver una redefinición de los poderes a nivel global, derivada de que a Occidente se le ha terminado la hegemonía tanto económica como política. Vamos a tener que aprender a navegar en la incertidumbre. Si bien hay temas en el que todos los países comparten una visión más hegemónica, como el cambio climático, otros como la reforma de las ONU, por ejemplo, no van a salir adelante.

 

 

P.: ¿Podemos volver a ver un gobierno de ultraderecha en Alemania?

 

R.: Los equilibrios del sistema político alemán facilitan que se forme un gobierno de coalición entre el resto de los partidos, pero igualmente habrá que ver como evoluciona. Sí que hay una tendencia de un mayor peso de la ultraderecha, tanto en Alemania como en el resto de Europa, y la siguiente prueba de fuego serán las elecciones presidenciales en Francia en 2027, con Marine Le Pen.

 

 

P.: ¿En qué se parece la actual extrema derecha alemana a la de hace un siglo?

 

R.: Básicamente comparten los valores anti migratorios. En el caso de hace un siglo, eran en contra de los judíos y ahora, es en general. Ese el elemento fundamental de toda extrema derecha, así como la visión nacionalista. Pero el contexto es muy diferente, entonces había una situación de posguerra y condiciones terribles de deuda e hiperinflación. La historia no se repite.

 

 

P.: Hace años se hablaba de que la globalización era un hecho imparable. Pedro Sánchez ha ido a China para intentar evitar que se pongan aranceles a la carne española ¿es la globalización reversible?

 

R.: Sí, ya se vio durante la Primer Guerra Mundial cómo a través de las guerras esta se desarmó rápidamente, pero estamos ante una nueva fase de la globalización, menos intensa, aunque no menor. Hay una parte que sigue creciendo, el comercio de bienes, por ejemplo, sí que está enfrentado algunas restricciones arancelarias, derivadas, por ejemplo, de la tensión con Rusia y de la intención de la UE de reducir los riesgos de su dependencia con el resto del mundo. Pero en el agregado, los números no muestran que el comercio o su peso en el PIB mundial vayan a caer.  

 

 

 

 

P.: Ante el auge del proteccionismo, y la situación comercial internacional, ¿qué sectores deberían tener más miedo?

 

R.: Los sectores de alto valor añadido, como la seguridad y defensa, especialmente si están muy involucrados con países considerados hostiles. Pero en otros, como el textil, hay pocas justificaciones para poner aranceles, ya que no son productos estratégicos y hay una clara justificación en términos de costes, como la mano de obra más barata, para optar por las importaciones. Otra cosa es que haya una tendencia de sustituir a China por otros países, pero esencialmente en sectores como los semiconductores o las adquisiciones de empresas por parte de compañías de otros países, que pueden, presumiblemente, suponer un peligro para la seguridad nacional. Es caso por caso.

 

 

P.: Normas como la Due Diligence establecen la responsabilidad a las empresas más allá de las fronteras nacionales, ¿cómo se conjuga el control en países como Bangladesh con la falta de un gobierno global que pueda ejercer poder sobre todos los países?

 

R.: Ese gobierno global no va a existir nunca y, en todo caso, no sé si sería algo positivo. A través de la historia se ha visto que lo que funciona es una combinación de los compromisos de las empresas de adoptar buenas prácticas, junto con la posibilidad de que sus países de origen les impongan penas o multas. A todo eso, además, se le añaden los impactos positivos que reciben las compañías derivados de actuar en base a criterios Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ESG, por su siglas en inglés), que utilizan como reclamos para aumentar sus ventas.