Abanicos Carbonell, dos siglos combatiendo el calor desde Valencia
La empresa, que se fundó en la capital del Turia 1810, está pilotada actualmente por Paula Carbonell, miembro de la quinta generación de la familia fundadora.

De Valencia a Filipinas pasando por Rusia. La historia de Abanicos Carbonell se remonta a 1810, cuando un empresario valenciano puso en marcha una fábrica de abanicos. En 1864, Arturo Carbonell adquirió la factoría e inició la expansión de la empresa.
Cuatro generaciones más tarde, actualmente la compañía está en manos de Paula Carbonell, hija de Guillermo Carbonell, que a su vez desciende de José Carbonell y Arturo Carbonell, miembros de la tercera y segunda generación de la empresa familiar.
La actual representante de la familia Carbonell explica que la compañía se enfrenta hoy en día a dos retos: subirse a la ola de la transformación en la que está inmersa el sector y luchar contra las importaciones de abanicos fabricados en China.
Paula Carbonell defiende la procedencia de los abanicos de la empresa como 100% española, desde la madera para hacer el esqueleto, extraída de perales, hasta la tela para abanicar. La compañía fabrica los productos en plantas de producción de Valencia.
Abanicos Carbonell se enfrenta a dos retos: subirse a la ola de la transformación del sector y luchar contra las importaciones Chinas
Además, Abanicos Carbonell colabora con alrededor de quince pintores especializados en este artículo para la decoración del accesorio, cuyo precio oscila entre dos euros y 2.000 euros, dependiendo de las horas invertidas en la producción y los procesos a los que se ha sometido el producto.
Los compradores de Abanicos Carbonell son, en su mayoría, extranjeros. “Vienen personas desde Francia, Rusia o Italia para comprar nuestros abanicos”, señala la empresaria. Además de su tienda física, la compañía cuenta con su plataforma de ecommerce, donde distribuye los abanicos a todas partes del mundo y, en paralelo, también tiene presencia en puntos multimarca.
Durante su trayectoria, la sede de la compañía ha pasado por varios establecimientos, desde la calle Guillem de Castro a la actual sede en la calle Castellón, pasando por Gran Vía Marqués del Turia, la calle Martí o la calle San Vicente.
Del peral al oro
El proceso de fabricación del abanico comienza con la recogida de la madera. Según Paula Carbonell, el mejor material para este producto es la madera de peral, ya que es flexible, plana y no pesa demasiado. Después de laminar, lijar y pulir las varillas, se diseña sobre un papel el dibujo que decorará el abanico.
Una vez terminado, se dibujan los adornos para el calado y se graba por medio de un buril de torno y gubias de mano. Posteriormente, el abanico se maquea usando barnices especiales y se adhieren láminas de oro finas. Luego se añade la tela de algodón, seda o tul y se dibuja sobre ella para completar el proceso.