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Especial Covid-19: Cinco años de la pandemia que cambió el mundo

Mario Machado (Euratex): “Si no cambias cómo haces las cosas, los resultados son los mismos”

El presidente de Euratex, Mario Machado, analiza las consecuencias que tuvo el Covid-19 para el sector cinco años después, y cómo la industria reaccionó con rapidez para dar a la gente la posibilidad de poder “volver a vivir”.

Mario Machado (Euratex): “Si no cambias cómo haces las cosas, los resultados son los mismos”
Mario Machado (Euratex): “Si no cambias cómo haces las cosas, los resultados son los mismos”
Mario Machado, presidente de la patronal europea Euratex, pone el papel clave del textil durante la pandemia.

Celia Oliveras

7 mar 2025 - 05:00

Ciudades desiertas y tiendas llenas de ropa. Es el escenario que dejó en marzo de 2020 el Covid-19, una pandemia que supuso una disrupción sin precedentes para la economía mundial y que golpeó con particular dureza a la moda. ¿Cómo se ven, con la perspectiva del paso del tiempo, los meses en los que el mundo vio limitados sus movimientos y el contacto social como nunca antes para hacer frente al contagio del virus? Modaes aborda en este especial cómo se ha transformado el sector y qué lecciones dejó la pandemia del Covid-19.

 

Especial Cinco años de la pandemia que cambió el mundo
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El estallido de una pandemia mundial marcó un antes y un después en todo el mundo. La economía, geopolítica y los mercados vieron alterados su funcionamiento de la noche a la mañana. En un momento de caos y en el que cada país miraba por su propia seguridad, en Europa empezaron a resonar términos como autonomía industrial y seguridad de la cadena de suministro, dando lugar a algunas de las nuevas hojas de ruta de la Unión Europea para la próxima década. La moda, con una cadena de suministro repartida en todo el mundo, vio amenaza su subsistencia, explica Mario Machado, presidente de la patronal europea Euratex, lo que supuso un antes y un después en el lobby de la moda en Europa.

 

 

Pregunta: ¿Fue el Covid-19 el gran detonante para que la moda empezara a hacer más lobby en Europa?

 

Respuesta: Sí, en parte porque los dirigentes políticos percibieron la importancia estratégica de nuestro sector en la economía. En un momento de crisis conseguimos hacernos notar, por ejemplo, produciendo a toda velocidad millones de mascarillas que permitieron a las personas recuperar un poco la vida normal. Recuerdo una conversación con el primer ministro portugués en la que me preguntó por nuestra capacidad de producción para poder decírselo al Parlamento y anunciar el fin del confinamiento. La moda le dio la posibilidad a las personas de volver a salir y vivir una vida. Pero es verdad que no empezamos entonces, sino que este proceso se inició cuando Europa empezó a hablar de reindustrialización. Ya no era importante sólo la economía, sino también la autonomía estratégica. Las empresas europeas son totalmente dependientes de empresas de fuera, y eso nos da fragilidad, porque si un día China decide quedarse algunos productos, estaremos perdidos.

 

 

 

 

P.: ¿Se trató bien a la moda en la pandemia?

 

R.: Depende… Durante la pandemia todas las empresas que no eran capaces de producir tuvieron que cerrar, pero la industria de la moda no fue de las más afectadas precisamente por esa capacidad de adaptación. También fue un momento en el que aprendimos la importancia de la autonomía industrial. Gran parte de los productos que utilizan los ejércitos europeos se producen en el exterior, principalmente en países asiáticos, y si algún día Europa entra en conflicto con alguno de ellos, podríamos tener un gran problema en el suministro. Necesitamos una política europea que establezca un mínimo de que un 50% de la contratación sea pública en productos estratégicos.

 

 

P.: ¿Está el sector más preparado si volviera a haber una crisis parecida?

 

R.: La moda sí que ha aprendido lecciones, pero las lecciones políticas han sido muy pocas. Como sector, ahora ya tenemos un conocimiento de cómo producir mascarillas y textiles relacionados con el mundo sanitario. Todo esto ya lo tenemos, pero como no hay una obligatoriedad pública de comprar estos materiales en Europa, la producción ha vuelto casi en su totalidad a Asia. Hemos vuelto exactamente donde estábamos en 2019, y al final, si no cambias cómo haces las cosas, los resultados no van a cambiar.

 

 

P.: ¿Qué aprendió exactamente el sector del Covid-19?

 

R.: Percibimos que somos una industria con una gran capacidad de innovar en un corto plazo de tiempo, algo casi imposible en otras industrias; tenemos una velocidad de desarrollo de un producto en dos o tres semanas. Somos una industria muy adaptable e innovadora, pero básicamente porque estamos obligados a hacerlo cada temporada. Innovar está en el ADN de la industria de la moda, ya lo sabíamos, pero la pandemia también nos demostró que podíamos salir de nuestra zona de confort.

 

 

 

 

P.: ¿Y cuáles fueron los grandes errores?

 

R.: Los de siempre, que cuando llegó el momento cada país intentó desarrollar su normativa, y así nosotros no somos capaces de operar. Si un país desarrolla una normativa, debe estar aceptado en todos los países. No puede ser que fabriquemos una mascarilla, o cualquier otro producto, que esté aceptado en España, pero no en Francia o Alemania. Eso fue un error que más tarde ya han vuelto a mencionar los informes de Letta y Draghi: no funcionamos como mercado único.  

 

 

P.: ¿Podrían haberse evitado algunos de los efectos más graves de la pandemia en el sector de la moda?

 

R.: La moda tiene una cadena de valor muy larga, y eso es algo que no va a cambiar fácilmente. Es cierto que ahora, con la circularidad, vamos a tener un nuevo modelo económico que puede resultar en que las cadenas vuelvan a acercarse un poco a la producción en proximidad para acceder mejor a las materias primas y las fibras. Pero por el momento, lo normal es ir a buscar a los proveedores con mejor precio, y eso ha tenido un efecto en la desaparición de los procesos en Europa. Necesitamos unos precios de la energía más competitivos, por ejemplo, o un mayor control aduanero. No tenemos miedo a la competencia, pero necesitamos que todos operemos bajo las mismas reglas de juego.

 

 

P.: Desde el fin de la pandemia, el sector ha vivido otros grandes shocks. ¿Es inevitable para la moda tener que afrontar este tipo de impactos?

 

R.: Es cierto, el primero fue el coste de la energía, que aumentó a raíz de la guerra en Ucrania y tuvo un impacto muy grande en todos los sectores. Y luego llegó la inflación, y todo junto, claro, se trasladó a los costes y a la tesorería de las empresas en Europa y ha disminuido la demanda de productos en Europa. Las importaciones entre 2022 y 2023 decrecieron hasta un 17%. Y ahora ha llegado otro shock más, que es el ultrafast fashion, con empresas como Shein y Temu vendiendo productos dentro de la Unión Europea que no sabemos si están cumpliendo con las reglas europeas en materia social y medioambiental.

 

 

 

 

P.: Parece que hay una perspectiva más relajada en términos de sostenibilidad desde Bruselas, ¿quiere decir que la moda no acabará por ser un sector tan regulado como parecía?

 

R.: Es importante la transparencia, pero regular por regular no sirve de nada y simplemente pone más cargas a las empresas, sin ningún resultado en una mayor calidad de producto. Y tampoco ayuda a que el consumidor tenga más información y pueda llevar a cabo una compra de forma más consciente. Pero hace falta saber qué objetivo concreto hay detrás de cada legislación.

 

 

P.: ¿El entorno actual presenta oportunidades para Europa?

 

R.: Si con el entorno actual hablamos de los aranceles… Claramente van en contra de lo que defendemos y no deben existir. Todos debemos seguir las mismas reglas del juego, pero lo que tampoco puede ser es que las empresas europeas estén sujetas a preocupaciones ambientales y sociales y el resto de las empresas no. Porque entonces, Europa también las debería quitar y eso no puede ser, no podemos volver a los sistemas económicos de hace un siglo, así que tenemos que asegurar que el resto siga las mismas reglas y contribuyendo así a que se desarrollen en términos ambientales y sociales.