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Kamala Harris no puede vestir de paillettes

La candidata a la presidencia de Estados Unidos, Kamala Harris, elige un estilo sobrio. Patrycia Centeno, experta en política y moda, señala que, como mujer negra e india trabajando en política su autoexpresión conlleva riesgos. 

Kamala Harris no puede vestir de paillettes
Kamala Harris no puede vestir de paillettes

Laia Abad Millán

Kamala Harris abandona sus Converse y se sube a los stilettos. La vicepresidenta y ahora candidata a la presidencia de Estados Unidos, Kamala Harris, se ha convertido en objeto de numerosas críticas por sus elecciones estilísticas. Con los comicios americanos en su recta final, ¿qué dice la moda de cómo es Harris?

 

La apariencia y aspecto del físico femenino ha sido, a lo largo de la historia, un foco constante de interés y controversia. Así lo presenta, por ejemplo, el estudio La presencia de las mujeres en la prensa, publicado en 2018 y encargado a través de la Dirección General de la Mujer, Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid.

 

En la carrera por la presidencia de EEUU, el poder e importancia de la vestimenta de Harris se multiplica, no sólo por ser mujer, negra e india, sino también por su rol como personaje político y representativo de una nación, una característica tradicionalmente ejercida y asociada al hombre. La autoexpresión, en su caso, conlleva riesgos que otros candidatos no afrontan, y su estilo en campaña ha dado cuenta de ello. 

 

En su paso por la vicepresidencia, Harris optó por un estilo desenfadado, protagonizado por la combinación de las zapatillas Converse Chuck Taylor con trajes de colores neutros. El conjunto se convirtió en un símbolo de cercanía y juventud, especialmente durante la campaña de 2020, en la que la edad de Joe Biden preocupaba a muchos. El modelo Chuck Taylor es un calzado originado en el mundo del baloncesto que, gracias a su sencillez y accesibilidad, ha logrado mudarse a los armarios de individuos de todas las clases sociales. Kamala Harris ha utilizado la universalidad de estas zapatillas para conectar con un público más amplio y ha roto esquemas vistiendo otras prendas inusuales, como la cazadora Levi Strauss con estampado arcoíris, que llevó en 2019, durante la marcha del Orgullo Lgtbi+ en San Francisco. 

 

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En el curso de su paso por la vicepresidencia y ahora con la llegada de su candidatura a la presidencia, se ha percibido en la política y abogada estadounidense una transición hacia un tipo de indumentaria más formal, discreta y cuidada, sin una sola arruga, optando por trajes de corte estructurado de colores oscuros, como el azul marino y el negro, combinados con zapatos de

Manolo Blahnik. Además, ahora se ha añadido una nueva prenda a su uniforme: una blusa de seda con lazada en el cuello que, según la experta en política y moda Patrycia Centeno está representando e intentando emular una corbata de caballero. 

 

“Aún seguimos pensando a nivel social que un político, sea hombre o mujer, debe ir vestido de manera masculinizada. El estilo y vestimenta habitual de Harris reúne elementos de un carácter muy fálico; las hombreras, el lazo como corbata, el tacón de punta y los pantalones son ejemplo de ello”, explica Centeno. 

 

A su vez, Kamala Harris también ha sabido hacer guiños sutiles a la feminidad durante esta campaña incorporando accesorios como los tacones stilettos que han reemplazado, en parte, a sus icónicas Converse, o bien, su clásico collar de perlas, un símbolo de su hermandad universitaria Alpha Kappa Alpha, la primera fraternidad constituida por mujeres negras, una reminiscencia a sus raíces. 

 

Así pues, con poco tiempo para preparar una estrategia estilística y la mirada puesta en su identidad racial y de género, la candidata ha optado por mantener una estética conservadora, priorizando el discurso sobre su imagen. 

 

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Donald Trump, a diferencia de Harris, ha mantenido durante sus últimas dos campañas un uniforme casi invariable de traje azul marino, corbata roja y camisa blanca que junto a su piel anaranjada y cabello amarillo han logrado conformar una imagen muy identitaria. 

 

El líder republicano se ha presentado, a veces, con una vestimenta un tanto descuidada, apareciendo por ejemplo con el nudo mal hecho de su corbata o con la americana abierta y desabrochada. “Cuando no era político Trump vestía mucho mejor. Mostrar un estilo menos pulido, ha sido una estrategia tomada para fomentar más su vínculo con las clases populares y alejarse de sus orígenes elitistas”, dice Centeno. Además, Trump ha destacado por explotar su imagen en merchandising, con productos como sus famosas gorras Maga (Make America Great Again), a diferencia de Harris que ha mantenido una línea mucho más seria y comprometida en su labor política. 

 

Las elecciones de Kamala Harris

 

Es cierto que la sobriedad estilística ha estado muy presente en Kamala Harris durante estos últimos años, de todos modos, pero la moda no ha dejado de ser una herramienta de comunicación valiosa para la candidata. En 2020, tras su victoria como vicepresidenta, Harris lució un traje sastre blanco firmado por Carolina Herrera. Un homenaje al color que las sufragistas estadounidenses llevaban en las marchas a favor de los derechos femeninos, a comienzos del siglo XX. 

 

El día de la investidura de Biden, la vicepresidenta volvió al simbolismo cromático optando por un traje morado, un color que representa la unión entre el azul y el rojo, los colores del partido Demócrata y Republicano, evocando una llamada a la unidad y la reconciliación en un contexto de ruptura, incitado por los eventos del asalto al Capitolio. 

 

Otra elección significativa fue el traje tono camel con el que la candidata asistió a la Convención Demócrata, un conjunto creado por la diseñadora Chemena Kamali, directora creativa de la marca francesa, Chloé, con quién Harris ya ha trabajado en varias ocasiones. “Verla vestida de Chloé fue una sorpresa para muchos. Hay que entender que es una firma muy romántica y femenina, la mayoría de directoras creativas han sido mujeres y aunque no sea una marca de origen estadounidense se presenta como una buena manera de equilibrar su imagen y relajar, en cierto modo, la masculinidad que a veces predomina en su vestimenta”, comenta Patrycia Centeno. 

 

El diseño de Chloe fue un guiño al traje marrón claro qué llevó Barack Obama en 2014, criticado como un atuendo “poco presidencial” en Fox News y una metáfora a la “falta de seriedad”, según Peter King, en aquel entonces representante de Nueva York en la Cámara de Representantes de Estados Unidos. 

 

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Igual que otras mujeres como las primeras damas Jackie Kennedy o Hillary Clinton que han tenido un papel relevante en la política norteamericana, Harris ha recurrido a firmas patrias como Carolina Herrera, Oscar de la Renta o Michael Kors, pero también ha apostado por los diseños de nuevos talentos emergentes como el afroamericano Christopher John Rogers, ganador del premio Cfda/Vogue Fashion Fund en 2019. Michelle Obama, ya fue precursora de este cambio presentándose como una primera dama atípica, vistiendo piezas de creativos como Jason Wu, Thom Browne o Naeem Khan. 

 

En la campaña presidencial Kamala Harris ha intentado llegar a las generaciones más jóvenes, esta vez,  no calzando las Chuck Taylor, sino adoptando la estética “Brat”Una tendencia popularizada por la cantante británica Charli XCX que ha conquistado las redes sociales. El equipo de Harris ha sabido jugar con esta moda viral, renombrando su perfil de X como “Kamala Hq”, imitando el estilo visual del nuevo disco de Charli XCX para captar la atención de las audiencias más jóvenes. 

 

En 2024, Harris ha vuelto a ser portada en la revista Vogue. Su primera aparición en 2021 fue objeto de múltiples críticas por su informal indumentaria, la editorial llegó a publicar una edición limitada con una nueva foto, más formal, similar a la de este mismo año bajo el titular “The Candidate of Our Times”, un claro apoyo a su candidatura.

 

Hasta las próximas elecciones, parece que Kamala Harris no se puede permitir muchos lujos indumentarios, el tiempo de preparación de la campaña ha sido mínimo y no hay nada que arriesgar. “Creo que si Kamala Harris llega a la presidencia de los Estados Unidos, podría producirse un cambio en su imagen en el que se feminice su estilo y se adopte una mayor libertad estética”, dice Patrycia Centeno.