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¡Atención! Se busca sastre

31 ago 2010 - 00:00

Custodio Pareja.- Yari, un joven Finlandes, decidió un día hacer su maleta y venir a España a conocer de primera mano el negocio de la sastrería. Santa Eulalia, la exclusiva boutique de Barcelona situada en Paseo de Gracia, acogió a Yari con los brazos abiertos, ya que actualmente es algo inusual ver un joven que quiera ser, de profesión, sastre.La sastrería es una profesión que cada vez más se empieza a dar por extinguida. Trajes caros, hechos a mano y con un corte exquisito empiezan a estar al alcance de muy pocos, ya que un traje a medida parte de un presupuesto mínimo de 1.500 euros. A favor de los sastres, según dicen ellos mismos, no hay nada que siente igual al cuerpo del hombre como un traje hecho a medida. Se habla de una segunda piel, de un material fresco y a la vez resistente e incluso de obras de arte, algo que poco a poco se extingue por culpa de las casas de confección, en las que un traje a medida se hace por partes alrededor del mundo. El rey Don Juan Carlos, Manuel Azaña, Francisco Franco o Rubén Darío son personalidades que han pasado por el taller de Gonzalo López Herbón. Son artesanos desde hace ya setenta años y piensan que el negocio se está acabando “por no haber mano de obra”. “Los oficiales ya no se forman”, aseguran a Modaes desde la sastrería de López Herbón. La formación que se requiere no es teórica, sino que el joven sastre debe pasar largas horas en el taller. José María Reillo es el ex presidente de la Asociación de Sastres de España La Confianza. Empezó con doce años a coser y aprendió el oficio con jornadas de catorce horas ganando noventa pesetas al mes. “La formación en los talleres ha desaparecido, ya que ahora se exige un contrato y un sueldo”, sostiene Reillo. Marc Munill, sastre de la tienda Santa Eulalia, asegura que la sastrería siempre ha estado unida a la “humildad”, “los hijos de las familias de clase baja eran enviados a la gran ciudad para formarse de la mano de oficiales”. Munill también cree que en la actualidad esta técnica se ha perdido ya que “ahora se forman en la escasas escuelas que imparten cursos de confección y acaban entrando en una sastrería con una base teórica, no práctica”. “Es un oficio largo de aprender y muy esclavo -asegura el sastre madrileño Cecilio Serna-; no hay una nueva generación, los jóvenes no quieren saber nada de la sastrería y creo que en una década la sastrería dejará de existir tal y como la conocemos”. Serna cree que antes la gente “se preocupaba por vestir bien” y la aparición de grandes cadenas ha hecho que el público objetivo de los sastres prefiera comprar un traje a mitad de precio y que les dure algo menos. “Es cuestión de dinero y gusto, pero por lo general, quién prueba un traje hecho a medida repite”, añade.La crisis de los sastres La confección de un traje a menudo varía según el sastre y según la técnica utilizada. En las sastrerías se suele encontrar a un sastre, que es el que corta y confecciona, y dos ayudantes que hacen el resto. Una cifra aproximada de cuánto se tardaría en hacer un traje a medida sería entre cuarenta y cincuenta horas. En la boutique Santa Eulalia, Munill explica que , “para confeccionar un traje cada persona del equipo está especializada en una tarea concreta, desde las manos del sastre, hasta las del pantalonero, las del responsable de coser la americana, las que ponen las mangas y las que, una vez finalizado el proceso de fabricación, se encargan de planchar el traje”. El sastre de Santa Eulalia asegura que cuenta con un equipo de siete personas y cada una de ellas con una función específica. Los sastres aseguran que no han notado la coyuntura económica y dicen que los clientes que pagan por un traje a medida es gente que no ha tenido problemas con la crisis y que no recortan su gasto a la hora de vestir. La crisis de los sastres no es otra que la extinción de la profesión. Reillo sostiene que “han desaparecido muy buenos sastres. En Barcelona había un plantel exquisito y ahora apenas quedan cuatro o cinco”. “En Madrid -insiste Reillo- quedan unos treinta o cuarenta sastres; la crisis económica ha sido una depuradora para que se queden los buenos sastres”. Los artesanos se quejan de que muchos de los establecimientos que se hacen llamar sastrerías no ofrecen los servicios que caracterizan a la sastrería a medida, ya que, como argumenta Munill , “muchas ofrecen un servicio de medida industrial donde se parte de unos patrones base y la confección es enteramente industrial”. A la criba económica hay que sumarle la falta de promoción. En Italia, explica Reillo, “los sastres son mimados por el estado; les ofrecen un apartado al estilo showroom en la feria del Pitti Uomo, y en Inglaterra, la BBC se presta a grabar documentales sobre los sastres de Saville Road”. “Hay una falta de información y eso nos perjudica”, concluye Reillo.El futuro de la sastrería El futuro de los sastres está en el aire. La confianza ha reactivado los cursos de corte y confección además de los de patronaje. Quieren que el oficio de la sastrería no muera y para ello se empiezan a ofrecer de nuevo cursos. Lander Urquijo, uno de los sastres de nueva generación, piensa que la entrada de la industrialización y la confección en serie ha afectado mucho al sector. Urquijo es consciente de que “es un oficio muy sacrificado, requiere de mucha fuerza de voluntad y mucho amor al arte de la sastrería”. Como la mayoría de los sastres, piensa que, tristemente, muchas sastrerías desaparecerán en los próximos años. Todo esto lleva a pensar que la sastrería es un negocio elitista y de lujo, pero que siempre ha habido gente que ha estado dispuesta a pagar elevados precios por un traje. La crisis ha hecho mella, pero la falta de formación y el poco interés de la gente joven por formarse está siendo, tal y como dicen los sastres, uno de los elementos que más está afectando a este negocio milenario.