Adiós a Vivienne Westwood, madre del punk

Adiós a la gran dama del punk y una de las mujeres más influyentes de la moda de finales del siglo XX. La diseñadora Vivienne Westwood falleció ayer a los 81 años en su vivienda en Clapham (Londres), según publicó en redes sociales durante la tarde de ayer la compañía que ella fundó.

Controvertida, pícara y sin miedo de hacer burla a las figuras más poderosas del país, Westwood fue responsable de llevar el punk a las pasarelas y dedicó su carrera al activismo político y medioambiental. Su filosofía, la de “hacer que los pobres parezcan ricos y que los ricos parezcan pobres” continúa presente hoy en la dirección creativa de grandes marcas de lujo como Balenciaga.

“Vivienne continuó haciendo lo que amaba hasta el último momento, diseñando, trabajando en su arte y escribiendo”, explicó la publicación de la compañía de moda, añadiendo que “su innovación y su impacto en los últimos sesenta años ha sido inmenso y continuará siéndolo en el futuro”.

Vivienne Westwood dedicó los últimos años de su vida al activismo medioambiental y político

La diseñadora británica nació en 1941 en el seno de una familia de clase obrera de Tintwistle (Derbyshire) y se mudó con sus padres al distrito londinense Harrow en 1958, cuando comenzó su interés por la moda y se apuntó a un curso de diseño de joyería que abandonaría un semestre más tarde.

Con 24 años, Westwood conoció a Malcolm McLaren, agente de la banda Sex Pistols, y se divorció de su anterior marido, Derek Westwood. En 1971, la pareja instaló una tienda en el barrio de Chelsea donde la artista comenzó a vender sus primeros diseños, con los que vestía a la banda de McLaren y a New York Dolls.

El local 430 de King’s Road, que cambiaba de rótulo según el nombre de la última colección de Westwood, se convirtió en un lugar de culto para los jóvenes británicos de las tribus urbanas del punk y el glam rock.

Su popularidad se extendió junto con la de Sex Pistols, que, en 1977, lanzó su éxito más representativo God Save The Queen, un lema también reflejado en los diseños de Westwood. No fue hasta una década después de la apertura de la tienda que la diseñadora llevó sus prendas a las pasarelas por primera vez.

En 1981, la británica presentó su colección Pirate, con un estilo neorromántico que rompía con las siluetas presentes en la moda de la década de los setenta. En 1983, Westwood acabó su relación con McLaren, clave en su inspiración durante los primeros años de su carrera, y, tras una serie de discusiones sobre el futuro de la firma que habían construido juntos, la diseñadora firmó un contrato de licencia con Giorgio Armani en 1984.

Aunque este acuerdo nunca dio frutos (la compañía italiana fue demandada por Westwood en 1987 por falta de pago), supuso la entrada de los diseños de la artista al sector del lujo. A partir de finales de la década de los ochenta, la artista centró sus colecciones en parodiar a la clase alta, una tendencia que llegó a su punto álgido cuando acudió al palacio de Buckingham para recibir el premio OBE de parte de la reina Isabel II sin ropa interior debajo del vestido.

En 1993, Westwood se casó con Andreas Kronthaler, un diseñador austriaco que llevaba varios años en el equipo directivo de la marca. Hoy, Kronthaler es director creativo de Vivienne Westwood y cuenta con su propia sublínea, Andreas Kronthaler for Vivienne Westwood.

La diseñadora no se desvinculó de su compañía hasta el final de su vida y dedicó sus últimos años al activismo político y medioambiental. En 2014, Westwood declaró que “el calentamiento global es mi prioridad ahora mismo, no la moda” en una entrevista con The Guardian.