Empresa

Bagués-Masriera desembarca en China de la mano de un socio local

Sarah García

23 jul 2012 - 04:57

Bagués-Masriera entra en China. La firma catalana de joyería ha firmado un acuerdo con un distribuidor local gracias al que iniciará la comercialización de sus productos el próximo septiembre. “Esperamos que China se convierta en uno de nuestros tres principales mercados por volumen de ventas”, explica Joan Oliveras, consejero delegado de la empresa.

 

Actualmente, Japón es el país más importante por facturación para la compañía, que está dirigida por la cuarta generación. En segundo lugar figura Estados Unidos, único país en el que la compañía controla su distribución de forma directa. “En el resto de mercados tenemos acuerdos con distribuidores para que comercialicen nuestros productos”, sostiene Oliveras.

 

China es el último país que se incorpora a una lista que supera la decena. Los mercados internacionales aportan a Bagués-Masriera el 60% de su cifra de negocio anual.

 

En los últimos cinco años la compañía, que cuenta con una plantilla que supera el medio centenar de trabajadores, ha llevado a cabo un incremento en su red de distribución internacional con la entrada en países de Europa del Este como Rusia, Ucrania o Azerbaiyán.

 

“Hace más de dos décadas decidimos salir al extranjero para poder crecer y no quedarnos sólo con nuestro mercado local”, explica Joan Oliveras. “La prematura internacionalización que llevamos a cabo nos ha salvado de pasar momentos complicados por culpa de la coyuntura”, añade.

 

Con una tradición centenaria, Bagués-Masriera cuenta con dos líneas diferenciadas que comparten inspiración. En primer lugar se encuentra Bagués, una marca lanzada para el consumidor más joven. Esta enseña tiene una decena de colecciones vigentes.

 

En segundo lugar se encuentra Masriera, enseña que bebe directamente de la tradición modernista y de los movimientos Art Noveau y Déco desarrollados por su fundador. La marca Masriera tiene vigentes catorce colecciones.

 

Bagués-Masriera, que tiene su sede central y su única tienda del mundo en Barcelona, produce anualmente una media de 5.000 piezas de series limitadas en sus tres talleres. “Tenemos desde colecciones que pueden ser de una sola pieza hasta otras que alcanzan las doscientas”, destaca el consejero delegado de la empresa. “El tener series tan pequeñas ha hecho más fácil mantener la exclusividad y la artesanía”, añade.

 

Dos de sus talleres son propios y están ubicados en Barcelona, el tercero, por el contrario, se encuentra en Italia y es compartido con otras enseñas.