Carlo Capasa: “España debe hacer un nuevo pacto de moda”
Explicar con un lenguaje sencillo la complejidad de los valores de la moda, realizar un nuevo pacto de país y encontrar un visionario. Esta es la receta de Carlo Capasa, presidente de la Camera della Moda de Italia, para que España pueda replicar el modelo francés o italiano
4 jul 2022 - 05:00
Explicar con un lenguaje sencillo la complejidad de los valores de la moda, realizar un nuevo pacto de país y encontrar un visionario, quizás apellidado Ortega o Andic, que esté dispuesto a liderarlo. Esta es la receta de Carlo Capasa, presidente de la Camera della Moda de Italia, para que España pueda replicar el modelo francés o italiano. El ejecutivo es un fiel convencido de la importancia del márketing y la comunicación, pero no deja de subrayar que esta no puede ser vacía. “El lenguaje a veces debe ser sencillo, incluso banal, pero esa es la puerta de entrada; puede que alguien se compre un bolso de Gucci por la marca, pero la realidad es que el bolso es bueno y duradero”, sentencia el ejecutivo, fundador también de la marca de moda Costume National, que encadena ya cuatro mandatos al frente del organismo desde que tomó las riendas en 2015.
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P.: Dice que una de las claves del sistema italiano es la conexión con la industria. ¿Cómo lograron mantenerla en la era de la deslocalización?
R.: Porque la industria italiana mantuvo unas peculiaridades muy únicas. Hubo un momento en que todo el mundo pensó que era más conveniente irse fuera a producir, pero el sistema italiano era tan flexible… Le daré un ejemplo: si soy un diseñador y voy a un fabricante de tejidos y le digo que busco una chaqueta con una mano determinada, y otro diseñador va al mismo fabricante y le pide algo completamente diferente, y ambos lo necesitamos para mañana, porque estamos preparando el desfile, en Italia es posible hacerlo. La pequeña dimensión de las fábricas italianas, sumado a otras empresas más grandes del mismo distrito, le da a la industria italiana de la moda una gran flexibilidad y creatividad. Si vas a China y pides lo mismo, le dirán “no, el tejido que hay es este, estos son los cincuenta colores entre los que puede elegir y debe hacer un pedido de al menos mil metros de tejido”. No pueden ofrecer esa respuesta a la creatividad, que es precisamente nuestro factor diferencial. Y la gente está dispuesta a pagar el precio de la creatividad, porque todo este sistema cuesta dinero. Esa es la razón por la que pudimos mantener una industria fuerte de producción en Italia: porque damos algo que no puedes encontrar en otro lugar. Ese es el secreto: en este mercado global, hay que ofrecer algo diferente: ya sea la imagen, el proceso, el servicio o el precio.
P.: Pero en Italia también está Prato, donde prima el factor precio.
R.: Prato es también la cuna de la lana para prenda de mujer; Biella, para los tejidos para hombre… También están las curtidurías. Pero todos comparten la idea de fabricar productos a medida desde el principio y de ofrecer ese componente creativo.
P.: Ese enfoque les ha permitido también lanzar marcas que capitalizan rápidamente las tendencias, ¿eso no hace que luego también pasen más rápido de moda?
R.: Eso es parte del mercado y de la flexibilidad. Muy a menudo, las marcas que interpretan un momento de una manera determinada, con su propio estilo, tienen una vida larga, porque la gente reconoce la autenticidad de las marcas. Pero en Italia tienes grandes posibilidades para empezar, sobre todo en el segmento alto y de calidad, porque el proceso que le he contado es caro. Una vez que un diseñador se casa con ese sistema, si es capaz de crear su propio estilo terminará creando una marca con una larga vida. Nada es imposible en la moda. A lo que muchos fabricantes le dirían “eso es imposible, no se puede hacer”, en Italia decimos: “dígame qué es lo que necesita y encontraremos la manera de hacerlo posible”.
P.: ¿Qué es más representativo de la moda italiana: Benetton o Gucci?
R.: Ambos significan algo en su éopca propia. Benetton fue muy disruptivo cuando empezó, no existía algo así antes, era nuevo, y en Italia estamos muy obsesionados con la novedad. Y después, la industria de la moda evolucionó porque los trabajadores, la clase media, evolucionaron también. Así que empezamos con el prêt-à-porter, en la década de los setenta, y el sector evolucionó hacia un sistema más creativo, más complejo, y también más caro. Después hubo una nueva evolución hacia el segmento del lujo y de más calidad. Fue una evolución natural, y toda la industria evolucionó conjuntamente. Gucci es un claro ejemplo de esa transición hacia un producto de lujo.
P.: Así que, en el caso de España, ¿es sólo cuestión de tiempo que se desarrolle un sistema similar, no estamos aún en esa
fase?
R.: Probablemente, pero obviamente hay que preparar el terreno, crear un movimiento. En Italia, lo importante fue que a partir de la década de los setenta hubo un movimiento de transición hacia el prêt-à-porter, y a partir de ahí evolucionamos hacia algo más especial, más único. Debe ser un proceso natural: puedes empujarlo, pero hasta cierto punto. Necesitas una visión, y muchas veces también a gente visionaria. En España, quizás sería bueno que personas visionarias imaginaran un nuevo paradigma e invirtieran en un nuevo concepto de la moda, promocionando nuevas ideas, nuevos diseñadores, relacionados con una industria renovada. Hay que hacer un nuevo pacto para la moda española, eso es lo que se necesita para empezar la transición.
“El ‘fast fashion’ no crea sueños, satisface necesidades; el modelo no es malo, pero debe evolucionar”
P.: ¿Pueden grupos como Mango o Inditex liderar este proceso?
R.: No puedo hablar por ellos, pero si uno de estos empresarios invirtiera en otro concepto de moda, promocionando una nueva forma de hacer moda, más creativa, sería genial. Pero con la idea de aportar al sector, no de promocionar sus propias empresas, que están ya suficientemente promocionadas. No sé si deben de ser ellos, pero estaría bien crear una nueva idea de qué es la moda española más cercana al modelo francés o italiano, apoyada en unos valores de creatividad y de calidad.
P.: ¿Al cliente le importa la calidad?
R.: Tenemos que educar al consumidor para que le importe. Porque los productos de alta calidad son productos de alta durabilidad, que pasan de generación en generación. Nosotros le dimos un premio a Valentino precisamente porque todo el mundo conserva su ropa, pasa de abuelas a nietas, y cuando deja la familia es para mostrarse en un museo o subastarse por mucho más de lo que costó fabricarlo. De eso se trata el modelo francés o el italiano: de respeto al proceso productivo, a la artesanía, de alta calidad y de durabilidad. Estos son los valores y España también podría reforzar esos valores.
P.: Pero cuando alguien compra un bolso de Gucci, ¿no lo hace más por la marca que por el producto en sí?
R.: Sí, pero al mismo tiempo, ese bolso es bueno y durará años. A veces atraes al cliente con comunicación, con márketing, creando un estatus. Quizás da igual el motivo por el que lo compres, lo importante es que la hija o la nieta lo usen también. Si es algo creativo y duradero, es un buen trabajo para nuestra visión de la moda.
P.: La moda no suele ser el destino ideal cuando alguien estudia Empresariales o Económicas. ¿Cómo se consigue?
R.: Lo entiendo, pero lo cierto es que el gestor de una empresa de moda debe ser muy inteligente, porque hay una gran complejidad en el sector. Si puedes ser un buen gestor en moda lo serás también en cualquier otra industria. Tenemos que ser capaces de atraer el talento utilizando la comunicación, explicando la belleza de la moda, que es una industria cultural y creativa que contribuye a la imagen que tenemos sobre nosotros mismos y que representa el tiempo en el que vivimos. Ser parte de ese proceso como gestor es tan importante como serlo como diseñador. Así que para la nueva generación, es una hermosa contribución para la sociedad ser un gestor de una empresa de moda. Es nuestra responsabilidad conseguir explicar bien este mensaje, porque vivimos en la era de la comunicación.
P.: ¿Qué podemos aprender de la industria de la restauración?
R.: Es una cuestión de percepción. En Italia, hace unos años, nadie quería que su hijo fuera chef, hoy es un orgullo serlo. Se trata de comunicar los valores de la industria. Hoy entendemos que la comida es una representación de la cultura, la creatividad y la calidad. La moda también lo es y tenemos que ser capaces de explicarlo. En este sentido, los medios de comunicación, por ejemplo, son muy importantes, y la manera de comunicarlo también. Tenemos que encontrar el lenguaje correcto para promocionar el significado profundo de la moda. Y a veces ese lenguaje debe ser muy sencillo, muy banal, porque sirve de puerta de entrada para que la gente se acerque al sector y, una vez están dentro, es más fácil explicarle todos los valores más profundos y complejos que tiene la moda.
P.: Pero en España la construcción de ese mensaje lo han hecho empresas como Inditex o Mango. ¿Es un hándicap?
R.: Sí, pero la moda evoluciona. Incluso Inditex o Mango han evolucionado, porque ellos también se enfrentan al desafío de la sostenibilidad. Los procesos productivos tienen que cambiar, hay que prestar más atención a la trazabilidad, por ejemplo. Probablemente, los precios de este tipo de compañías son demasiado bajos ahora mismo, y su sistema cambiará. Todo cambia en la vida. Los nuevos desafíos son válidos para todo el mundo, y entiendo que hoy la gente piense que esa es la única forma de tener éxito en la industria de la moda en España, pero es hora de que empecemos a procesar la sostenibilidad, porque es una transición que que nos llevará mucho más lejos de lo que pensamos. Ese proceso acaba de empezar.
“El sector financiero debería ser mucho más sensible a la moda, pero es difícil de entender, porque es intangible”
P.: ¿Eso significa que la moda será más pequeña en volumen?
R.: No, significa que será más consciente. No estoy seguro de que será más pequeña, porque la población crece, hay más consumidores. Pero tenemos que poner la economía circular en el centro de la industria: reutilizar, reciclar, alquilar. Y cuando pones la circularidad en el centro, significa que la ropa tiene que ser duradera y trazable, que tiene que haber transparencia. El proceso acaba de empezar y, aunque nunca se sabe en la vida, espero que nos lleve hacia una industria de la moda mejor. Tenemos que poner nuestras energías en crear un mundo mejor; no está claro qué pasará, pero debemos intentarlo.
P.: Entonces, ¿se ha terminado el reinado del fast fashion?
R.: No, creo que va a evolucionar. No creo que haya terminado, porque continúa habiendo una necesidad de moda democrática, pero debe evolucionar en esa dirección: no poner el precio como el principal valor. En el futuro, probablemente compraremos una camiseta por el mismo valor que tres, pero igualmente accesible. Habrá una evolución, siempre que queramos que la haya. Si no, podemos simplemente acelerarlo todo todavía más, forzar todavía más el sistema en la dirección que llevábamos hasta ahora: hacerlo aún más rápido, más barato. No hay límites para ir en ninguna dirección: ir en la dirección correcta es una elección. No quiero decir que todo el mundo será ético de hoy para mañana, siempre habrá espacio para todos y siempre habrá consumidores que elijan lo contrario. Pero el modelo que proponemos en Italia es ir en esa dirección. No es un modelo perfecto, pero es bueno y representa además los valores europeos.
P.: Pero hay aspectos del fast fashion, como la flexibilidad, que tienen que ver con lo que usted mencionaba antes.
R.: No digo que sea un mal sistema, pero es un sistema muy orientado al márketing, no está poniendo la creatividad en el centro. No crea sueños, satisface necesidades. No crean tendencias, pero cubren la necesidad de seguir esas tendencias, y son muy buenos en eso. Es un sistema y funciona. Y no tengo nada en contra de eso, mientras esté claro que tiene que volverse más respetuoso hacia el producto. Si el producto no se crea pensando para que sea duradero, significa que será destruido en poco tiempo. Así que el sistema puede ser interesante, pero con la durabilidad en el centro y con un poco de creatividad.
P.: Siempre se ha dicho que otro de los frenos al diseño de autor en España ha sido la falta de grandes grupos financieros que apuesten por el sector.
R.: Eso es un gran problema. El mundo financiero debería ser mucho más sensible al sistema de la moda, pero entiendo que la moda es difícil de entender para ellos, porque es muy intangible. Toda la inversión lo es: inviertes en comunicación, en ecommerce, en un desfile, que es lo más intangible que hay. Cuando inviertes en un desfile, acaba y no sabes cuál es el retorno. Pero hay que trabajar en educar a la gente en que la moda es una inversión a largo plazo con un retorno importante, también para el país. Los inversores están cada vez más dispuestos a dar posibilidades a una nueva generación para que creen sus propias marcas y empresas, y debería haber un programa para promover eso.
P.: Pero las grandes marcas italianas han terminado en manos de grupos franceses.
R.: Sí, pero eso es en la segunda vida de las marcas: no cuando se crean, sino cuando está en fase de desarrollo, o cuando hay un cambio generacional. Al principio, siempre hay un empresario o una persona que apuesta por ello. Las marcas pueden evolucionar en cualquier dirección, mientras su valor intrínseco sea respetado. Los grandes grupos franceses lo respetan: si se fija en Gucci, Bottega Veneta o Fendi, sus propietarios, que son franceses, han aumentado la producción en Italia, han reforzado la imagen de Italia y aumentado la relación con los artesanos italianos. Mantienen los mismos valores, y eso es fundamental para una marca: el respeto por esos valores que lo hacen diferencial.
P.: Se habla mucho del concepto de ecosistema, pero la industria de la moda continúa yendo por separado: la industria, el diseño y la gran distribución tienen todos su propia organización industrial. ¿No debería haber una patronal única para todos?
R.: Sí y no. En Italia tenemos diferentes organizaciones: Confindustria agrupa a productores y a las pequeñas y medianas empresas, la Camera della Moda, a las marcas. Pero al final, las marcas son responsables de toda la cadena. Nuestro rol es de liderazgo, en la relación con el Gobierno, por ejemplo. Porque tenemos la responsabilidad. Es cierto que hay diferentes organizaciones, pero la relación entre todas es estrecha, y lo es cada vez más. Nos hemos dado cuenta de que tenemos que encontrar un campo común, si no, no funciona. Si vamos al Gobierno a contarle diez historias diferentes, no conseguiremos nada. Si nos ponemos de acuerdo al menos en qué es lo que queremos, podremos conseguir algo. Es mejor cooperar. También soy vicepresidente de Altagamma [la fundación que representa a las empresas creativas y culturales en Italia], con responsabilidad sobre la moda, así que desde la Camera también trabajamos con ellos. Tenemos un acuerdo con Confartigianato, que agrupa a los artesanos. Hay que intercambiar estrategias e información. En Italia somos muy individualistas, pero empezamos a entender el valor de la cooperación, a un cierto nivel.