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Núria Basi, en el laboratorio de la moda

Creció en una fábrica de moda, fue investigadora del sector farmacéutico y la única mujer en las reuniones de la patronal textil. Núria Basi tiene a sus espaldas una de las trayectorias más insólitas del sector de la moda, hasta liderar la gran transformación de la compañía familiar después de medio siglo como socia en España de Lacoste.

Núria Basi, en el laboratorio de la moda
Núria Basi, en el laboratorio de la moda
Nuria Basi es presidenta de Basi

Iria P. Gestal

18 oct 2022 - 05:00

Su padre le dijo que si quería incorporarse a la empresa tenía que estudiar Ingeniería Textil igual que él. Pero Núria Basi eligió Biología, y durante veinte años trabajó en el sector farmacéutico en investigación. “Yo pensaba que nunca en la vida trabajaría en la empresa familiar; iba a los consejos porque mi padre quería que asistiéramos a uno o dos al año, como futuros accionistas, pero mi carrera iba por otro lado”, recuerda Basi.

 

 

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Tras un tiempo trabajando de consultora, su padre le dijo que lo que hacía era “trabajo de jubilado”, y le invitó a unirse a la compañía. En 1998 se incorporó, y la transición fue más rápida de lo que esperaba. “No me tenían que explicar nada de lo que había pasado el día antes, porque yo hablaba mucho con mi padre de la empresa, y además conocía la cultura, que es lo más complicado cuando entras en una compañía nueva”, relata.

 

Su incorporación, primero como subdirectora y después ya como directora general, se produjo en un contexto de relevo generacional en la compañía. “Eso, y el hecho de que mi padre fue súper generoso y dio un paso a un lado, me ayudó mucho”, asegura la empresaria. De su época en el laboratorio dice que importó la metodología.

 

“Antes de empezar un ensayo lo preparas, estudias quién ha hecho cosas parecidas, planificas bien lo que vas a hacer y, una vez hecho, lo analizas, lo explicas y lo defiendes, y esa forma de trabajar ha sido utilísima”, explica. También le sirvió la experiencia de años trabajando en equipo. “Mi padre me metió en las reuniones de las patronales textiles: fue una etapa que era yo sola con treinta hombres y no me hacían ni caso, pero yo soy bastante testaruda y al final lo conseguía”, recuerda.

 

 

 

 

En Basi, la empresaria vivió en primera persona la deslocalización textil. “En 2015 dejamos de fabricar en España porque nos desparecieron muchos de los proveedores, así que ya años antes comenzamos un proceso de forma muy ordenada”, relata, aunque dice que continúa teniendo “en mi nariz los olores del algodón y en el oído los ruidos de la fábrica”.

 

La empresaria da por descontado que la siguiente generación no tomará el relevo de la gestión de la compañía, hoy en manos del ejecutivo Marco Palmero, externo a la familia. “Tenemos un protocolo de palabra, pero nunca escrito, porque queremos dejar total libertad: la siguiente generación está haciendo muchas otras cosas, pero no nos preocupa demasiado, hemos priorizado que cada uno haga lo que quiera”, dice Basi.

 

Como jefa, dice que gestiona equipos con confianza y sentido del humor, y en los momentos de cambio, con mucha transparencia. Fue el caso de cuando la empresa decidió dejar de fabricar en España, o cuando vendió a Lacoste el negocio de la marca en España. “Sabíamos que llegaría algún día, y cuando llegó, en muy pocas semanas llegamos a un acuerdo; ni ellos querían abusar ni nosotros pegar un pelotazo”, asegura.

 

La venta del negocio de Lacoste fue también una oportunidad para llegar “sin mochila” a la mayor crisis que la empresaria ha vivido al frente de Basi: la pandemia. Fue, asegura, el peor momento de su trayectoria por ser una crisis inesperada y global, aunque asegura que no teme la recesión que viene. “El sector siempre ha estado en crisis, y esto es una ventaja, porque estamos acostumbrados a gestionar en tiempos así”, sostiene. “Soy optimista y creo que lo mejor está por venir”, sentencia.