#duedinoi
26 may 2021
Permitidme que hoy me aleje un poco de la temática habitual de este blog, porque, aunque la tecnología nos debería proporcionar datos suficientes para ayudar en la toma de decisiones, el toque humano y la emoción serán los que nos hagan diferenciarnos y crecer como marcas.
Hoy me gustaría hablaros de valores, de liderazgo, de compromiso, de lealtad y de gestión de equipos. Y no pretendo pontificar, sino reflexionar sobre cómo las decisiones personalistas y/o subjetivas en base a consultorías y asesorías o hipotéticos nuevos modelos de gestión no probados, pueden perjudicar a marcas y proyectos que se han ido construyendo paso a paso, con sacrificio y éxito.
Para poneros en situación, en las últimas dos semanas he asistido a una espiral desquiciante de acontecimientos a raíz del anuncio de los despidos, a finales de junio, de dos buenos amigos y excompañeros.
Nada extraordinario ni diferente a la situación en la que se encuentra nuestro sector, con muchas plantillas afectadas, con cierres, ERTES y ERES o como muchas multinacionales, que están decapitando masivamente estructuras locales para tomar decisiones alejadas de la realidad del mercado nacional.
La diferencia radica en la ausencia de motivos objetivos, basados en datos y resultados que fundamenten este tipo de decisiones de desmantelar un proyecto innovador y ganador. Lo insólito en este caso, aunque lógico es que está provocando una repercusión reputacional, la afectación al branding de la marca y un incipiente desprecio entre los fans hacia el nuevo management.
“Cuando una marca es pública y relevante, la toma de decisiones arbitrarias se puede volver en contra en el corto y en el medio plazo”
Os hablaré de estas dos extraordinarias personas, espero que much@s de vosotr@s os veáis reflejad@s en ellos: son personas que se comprometieron con la marca y la empresa desde el inicio, lucharon con éxito por ellas en la guerra del día a día, consiguieron hitos inimaginables y evolucionaron progresivamente hasta alcanzar posiciones de dirección. Lo hicieron entendiendo y transmitiendo valores como el compromiso, el trabajo del día a día, el sacrificio, la competitividad, el respeto, la lealtad y la fuerza de los equipos. Con recursos cada año disminuyendo, mejoraron e innovaron en sus áreas de responsabilidad sabiendo evolucionar conceptos y modelos y alcanzando un nuevo escenario de gestión de negocio que está empezando a ser imitado a nivel internacional. Ahora están a tres semanas vista de afrontar un último reto que iba a validar y completar el trabajo realizado.
El nuevo management ha decidido que había que cambiar el modelo, decisión en la que está en todo su derecho, sino fuese que dada la previsible repercusión reputacional debería haber explicado antes cual sería, y sobre todo convencer de que querían pasar de un modelo de éxito a un hipotético (pero desconocido) modelo de super éxito. El error no está en el cómo, sino en el cuándo y en el porqué. Y como se suele explicar en modelos de éxito, sino hay un por qué, los fundamentos caen.
Y esta es la lección a aprender: cuando una marca es pública y relevante, la toma de decisiones arbitrarias prescindiendo y menospreciando a embajadores activos y reales de marca, modelos y gestión impecable de equipos, se puede volver en contra en el corto y en el medio plazo. En credibilidad, en compromiso y en resultados. Y eso, en un mundo tan cambiante como el nuestro es un riesgo muy elevado.
Todos sabemos que cuesta horrores (en el buen sentido de la palabra) encontrar y formar a personas en el propósito y los valores de una marca y conseguir que crean en ellos y los vivan día a día.
“¿Podéis llegar a imaginar cuantos buenos proyectos han quedado en el camino por no saber desarrollar los por qué?”
La primera tarea de un buen líder es ser ambicioso y realista para fijar unos objetivos motivadores, la segunda, ser suficientemente humilde para saber y querer rodearse de los mejores y la tercera, ser lo suficientemente atrevido para guiar a las personas y a las organizaciones hacia un fin común. ¿Cuántas organizaciones y cuántas personas extraordinariamente válidas han desistido en su ímpetu de día a día o en sus proyectos por no hallar un liderazgo real? ¿Podéis llegar a imaginar cuantos buenos proyectos han quedado en el camino por no saber desarrollar los por qué?
Desde aquí un respeto y admiración para todos los que, como mis dos buenos amigos, luchan y seguirán luchando hasta el final por sus proyectos. Recordemos que en los equipos somos uno, somos muchos y somos todos, y que los que tienen la responsabilidad de liderar son una pieza más del engranaje mayor que es la marca y el negocio.
Lluís Miracle
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