Opinión

La revolución empieza por las personas

Lluís Miracle

26 oct 2022

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Llevaba tiempo recopilando información para cerrar esta trilogía de posts sobre sostenibilidad. Esta vez tocaba plantear las soluciones o, mejor dicho, las premisas para hallar las soluciones.

Tenía incluso pensado el título, (a) CTA, como siempre intentando que fuese lo suficientemente críptico y atrevido como para generar atención e interés para leer el post.

 

  • (a) call to action, lo utilizábamos constantemente en las agencias de publicidad para generar retorno además de notoriedad.

 

  • (a) call to action, insistía también a los equipos de márketing, comerciales y de tiendas para, una vez convencidos los consumidores o clientes, cerrar las operaciones con éxito.

 

  • (a) call to action, una llamada a la acción urgente para el sector poniendo, eso sí, entre paréntesis el crecimiento durante un tiempo razonable para reajustar el impacto que provocamos.

 

 

Sin embargo, en estas últimas semanas, aparecen dos titulares que me hacen modificar el planteamiento inicial. El primero es la noticia de la donación de Patagonia a dos fundaciones para combatir el cambio climático. Yvon Chouinard, su fundador, aseguraba con esta donación que todo el dinero que se genere y no se reinvierta en el negocio se repartirá como dividendos para proteger el planeta, luchar contra la crisis medioambiental sin perder los valores de la compañía”.

 

Y a la vez nos dejaba un titular, que debería ser la base para cualquier llamada a la acción inmediata en todos los ámbitos de la cadena de valor de las compañías y marcas de moda, para combatir el cambio climático y asegurar la supervivencia del planeta y de las especies: la Tierra es ahora nuestro único accionista.

 

Visto así parece poca cosa, una declaración más, como tantas en esta locura sostenible. Pero viniendo de quien viene y, sobre todo, después del compromiso adquirido al donar una empresa y una marca activista en la defensa del planeta, habría que interpretar bien el mensaje.

 

 

 

 

“La Tierra es” es un desafío al status quo, es darles la vuelta a las prioridades, antes que las personas, antes que el sector, antes que el crecimiento, antes que nada, lo primero es la Tierra, sin sanar lo uno no existirá todo lo demás. Es una idea simple, pero al mismo tiempo lo cambia todo, porque exige una acción inmediata y efectiva.

 

“Ahora”. Tengámoslo claro, tenemos hoy un problema estructural de supervivencia de nuestro modelo de vida e incluso de subsistencia. O actuamos ahora y durante al menos una década para reducir nuestro impacto o no llegaremos a salvar nada. Estamos fracasando en mermar o en revertir la enorme huella de nuestra industria, aunque triunfamos en agotar de los recursos del planeta. No hay tiempo que perder.

 

“Nuestro único accionista”. El mayor desafío para el sector y para la humanidad. Entender que el único beneficio presente que debemos buscar es el que asegure nuestra supervivencia. De poco nos servirá ser los más ricos en un desierto, ¿no? Mientras no conjuguemos y combinemos la contabilidad económica y la social no avanzaremos en el reto.

 

Debemos entender que hoy, los beneficios a corto no tienen valor sin un propósito, y como van surgiendo cada vez más voces, es el beneficio a largo, entendiendo a largo, como mínimo esa década que decíamos, el que debe enfocar nuestras acciones. Acciones constantes, efectivas, coherentes y orientadas al reto enorme que tenemos, salvarnos como especie. ¿Y cuál es la solución? Hay cientos y a la vez no hay ninguna. Llegaremos a las soluciones, pero antes entiendo que hay que partir de varias premisas clave.

 

 

 

 

La sostenibilidad debe desaparecer, de momento, como concepto en todos los ámbitos del sector de la moda. En el propósito, en el producto y en la comunicación. Dejemos aparcada la palabra de momento. Podemos seguir engañándonos con el término sostenibilidad, queremos hacerlo una meta cuando en realidad solo es el camino, y a medida que la urgencia climática empeore, se nos va a exigir como sector cada vez más acción, más transparencia, más colaboración, más compromiso y más coherencia.

 

Si la sostenibilidad debiera ponerse entre paréntesis durante un tiempo, el cambio imprescindible en nuestro, y en muchos otros sectores, es dejar respirar a la Tierra y a la humanidad. No es suficiente con darle relevancia a la economía circular, necesitamos conceptos más duros y seguro más dolorosos. No hay otra en este momento.

 

Sólo lo conseguiremos si trabajamos conjuntamente todos los actores de la cadena, incluyendo gobiernos, organizaciones y consumidores finales, en tres conceptos: renuncia, reducción y regeneración. 

 

Renunciar a la manera en el cuánto y en el cómo consumimos la moda (como en tantas otras opciones de nuestra vida cotidiana). Reducción en la creación, en la producción, en la distribución y en el consumo de moda tal como la conocemos. Y por último seguir trabajando para regenerar de manera continuada lo que hemos destruido durante tantos años para tener la opción a sobrevivir como planeta y especie.

 

 

 

 

Solo dando estos urgentes, necesarios y continuados pasos atrás podremos pensar a medio plazo en reconstruir y poder volver a hablar de sostenibilidad. Este cambio de paradigma va a doler, seguro, pero va a doler mucho más si no lo hacemos. Lo necesitamos para poder sobrevivir. Es así de duro y así de crudo y no hay tiempo que perder.

 

Estas dos premisas no tendrían ningún sentido si no tuviésemos en cuenta el segundo titular que comentaba al principio. En este caso, casualidades de los algoritmos, escuché un podcast sobre educación en el que Quim Sabriá, el fundador de la start-up Edpuzzle.com, afirmaba que los cambios que se están produciendo en la forma de educar proviene de los docentes. Las herramientas, como la plataforma de Edpuzzle ayudan, pero la revolución empieza por las personas. Y ese es el gran punto y a la vez el gran interrogante. ¿Cómo recuperar la coherencia y la consecuencia en el elemento humano para provocar un cambio efectivo que ayude a regenerar la Tierra?

 

Si, negacionistas o pseudo negacionistas aparte, tenemos tan clara la situación de urgencia, cómo podemos y necesitamos reconsiderar nuestros valores, nuestra educación, nuestra comunicación, nuestra existencia y nuestra actitud frente a un problema mayor para enfrentarlo y solucionarlo. La moda, entre muchas otras, es una parte más de nuestros deberes.

 

 

 

 

Hay que ser valientes, necesitamos tanto líderes, en su sentido más amplio, desde gobiernos, empresas y organizaciones, como humanidad, las personas, capaces de desafiar el statu quo. Desafiar el statu quo y revisar el sistema para conseguir crecer de una manera distinta y mejor.

 

Si queremos crecer como sociedad, debemos repensar y rehacer, todos, en cada punto y en cada departamento de la cadena de valor, hasta el consumidor final, competidores incluidos.

Porque entendámoslo bien todos somos líderes de nuestras vidas y de nuestro futuro, y aunque profesionalmente necesitemos un cierto tipo de jerarquía, el futuro de todos depende de la exigencia, la acción y la responsabilidad que asumamos cada uno de nosotros. De nuevo la revolución empieza por las personas.

 

Si nos ceñimos a nuestro sector, es preciso un tipo diferente de liderazgo en el que el coraje y la valentía sean factores importantes para asumir la responsabilidad del impacto social y poder fijar mayores ambiciones e impulsar los cambios más relevantes que el sistema de la moda nos exige.

 

Un tipo de liderazgo y de compañías donde se gestionen las empresas de moda con una doble contabilidad, económica y social. Donde el resultado en impacto de mayor beneficio que el retorno a accionistas. O, dicho de otro modo, sin retorno social seguro que no habrá beneficio para los accionistas.

 

 

 

 

Un tipo de liderazgo y de compañías donde se asuman las responsabilidades pasadas y presentes de todos los impactos que tienen las empresas en toda la cadena de valor, no sólo en la parte productiva, y trabajen con los equipos humanos internos o externos especializados para buscar la solución rápida y duradera.

 

Un tipo de liderazgo y de compañías que fundamenten el crecimiento en la ética, en el respeto y en los valores de la humanidad, que huya del concepto inmediatez/capricho/ego individual y los transforme en valores colaborativos. Y no es un canto a la socialización, es una respuesta coherente al coste de la inacción, al de la falta de solidaridad, a la falta de compromiso, a la falta de coherencia que vivimos demasiado a menudo en la actualidad.

 

Un tipo de liderazgo y de compañías que acepten y tengan la visión de conseguir asociaciones más amplias. La competencia existe y debe existir, pero debe ser una aliada para resolver juntos los problemas del sector y no creándolos.

 

Todas estas premisas implican buscar soluciones en diseños y producción eficientes, en creación y uso de energía no contaminante, en normas éticas en fabricación, en no creación-gestión y reciclaje de residuos sobredimensionados, en logística global y de última milla compartida, en reglamentación de normas de distribución, en estándares de calidad para reutilización y reparación, en transparencia  y trazabilidad en toda la cadena de valor, en exigencia a gobiernos en regulación de coste-beneficio económico y social, en objetivos de reducción, regeneración y de medición de impacto ambiciosos e inmediatos, en comunicación efectiva para reducir y regenerar, en generar consciencia de consumo responsable, en bonificar personas y empresas que ayudan a reducir el impacto, en educación de las personas.

 

 

 

 

¿Son estas soluciones únicas? No. En cada uno de los actores del sector se hallan muchas soluciones más. Hay que saber encontrarlas dentro de las organizaciones y tener el coraje y la valentía de querer aplicarlas. La revolución en el sector sólo empezará si empieza por las personas, por todas y cada una de ellas.

 

¿Y la tecnología? Como he argumentado en posts anteriores, la tecnología nos debe ayudar a tomar decisiones de la manera más veloz, eficaz, rentable y a poder ser socialmente responsable. La tecnología nos va a ayudar, nos va a propulsar, pero sin la visión ni la pasión de las personas será un éxito vacío y efímero. Ni ha cambiado en estos años ni debería cambiar el concepto a futuro, podemos hacer las herramientas más inteligentes, más complejas, más facilitadoras, más eficientes, pero, como decía Quim, la revolución empieza por las personas.

 

Hace casi cinco años terminé mi primer post citando a Gabriel García Márquez. Hoy, después de esta larga trilogía sobre sostenibilidad, permitidme que acabe como el primer día: “porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la Tierra”. Aprendamos de nuestros errores y démonos una segunda oportunidad.

Lluís Miracle

Lluís Miracle

Lluís Miracle es un apasionado del retail y de todas las disciplinas que engloba. El directivo desarrolló su carrera profesional en el mundo del deporte, la moda, la publicidad y la consultoría, trabajando para marcas con Decathlon, Intersport, Nike Swim, VF Corporation o BBVA. Formador en estrategias omnicanal e internacionalización, actualmente colabora con diversas consultoras de estrategia y transformación digital para marcas de moda y retail.