El textil y los fondos de inversión
17 nov 2016
Estaba yo pensando en cómo abordar de modo desapasionado la intervención de los fondos de inversión en las empresas de nuestro sector cuando, buceando por Modaes.es, encontré un brillante artículo de Pilar Riaño titulado “Esto hay que mamarlo”. Comienza la autora diciendo que el título tal vez no sea muy afortunado pero, amiga Pilar, es la forma que tiene la gente del textil de manifestar con naturalidad que el mundo de las industrias de la moda precisa de un conocimiento que va mucho más allá de las tablas Excel utilizadas para practicar con las proyecciones financieras.
La crisis financiera que comenzó en la pasada década se llevó por delante a muchas de nuestras empresas y dejó bajo cuidados intensivos a otras, siendo estas las que comenzaron a ser vistas como objetivo por los fondos de inversión, que sólo en contadas ocasiones se habían aventurado hasta entonces por estos callejones. Y en varias ocasiones, tras los pertinentes y concienzudos análisis, la aproximación se concretó.
Por supuesto que podemos hablar de algunos casos de éxito. Pero no debemos obviar que muchas veces la esperanza que se abría con la entrada de nuevo capital se tradujo en sonoros fracasos a veces fundamentados en el desprecio a la gestión cercana de un negocio que, no lo olvidemos, tiene mucho de tradición, ilusión, intuición, conocimiento de las personas, valentía y unas cuantas cualidad más que les han sobrado a la mayoría de los que desde hace siglo y medio han sido protagonistas de la historia de la industria textil.
No vivimos en un ecosistema favorable al pelotazo ni a los milagros. Ni tampoco a los alardes mediáticos. La historia del sector es una concatenación de ejercicios de supervivencia colectiva, respetando a los competidores y a menudo colaborando con ellos. Invirtiendo en innovación y desarrollo de producto porque s la cuenta que mejor remunera nuestros ahorros. Y así podríamos enumerar hasta el infinito las características que este negocio sea diferente, lo cual debe ser tenido en cuenta por quien se aproxime si no quiere verse empujado al fracaso.
Si ya es difícil es relevo generacional y la transmisión de los valores que sustentan el sector textil de padres a hijos, resulta casi imposible que estos principios sean asumidos como propios por entidades que buscan un rendimiento económico a corto plazo. Precisamente ahí está el reto. No se trata de demonizar a nadie, sino de invitar a los que vengan a invertir en este sector a que además de analizar todos los números que sean precisos, dediquen todo el tiempo que sea necesario a comprender las claves de algo tan complicado y tan diferente. Solo de esta manera podrán tener éxito.

Manu Díaz
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