Entorno

Especial 2022: el año en que el mundo  se hizo más pequeño

2022, el año en que Bangladesh recuperó la plata en el mapa del ‘sourcing’

Myanmar y Sri Lanka fueron dos de los ‘hubs’ de producción más castigados en 2022, mientras que Bangladesh salió reforzado y China se mantuvo imbatible en la primera posición como fábrica del mundo. La relocalización se turbó debido al deterioro de la divisa y la inflación galopante en Turquía, mientras que Portugal mantuvo su fortaleza como polo de producción en proximidad aumentando ventas.

2022, el año en que Bangladesh recuperó la plata en el mapa del ‘sourcing’
2022, el año en que Bangladesh recuperó la plata en el mapa del ‘sourcing’
En 2021, Bangladesh ha recuperado la plata del ránking de los países exportadores del sector después de disparar sus exportaciones un 21,4% frente a 2020.

C. Juárez

19 dic 2022 - 05:00

Los fallos de la cadena que emergieron tras la crisis el coronavirus han continuado surgiendo en 2022. Las disrupciones han colapsado varios hubs de producción, sobre todo en Asia, que sumado al incremento de los costes de materias primas y problemas climatológicos han provocado situaciones de inestabilidad en varias regiones.

 

Sin embargo, el mapa del aprovisionamiento tiene un claro ganador: Bangladesh. Por detrás de la todopoderosa e inalcanzable China, el país del sur de Asia ha vuelto a recuperar la medalla de plata como segundo mayor proveedor de la industria de la moda en el mundo, un puesto que en 2020 le fue arrebatado por Vietnam.

 

En 2021, Bangladesh ha recuperado la plata del ránking de los países exportadores del sector después de disparar sus exportaciones un 21,4% frente a 2020 e igualar los datos de 2019, hasta 31.000 millones de dólares. El país generó en 2021 el 6,4% del total de las exportaciones de prendas de vestir del mundo.

 

Durante 2022, el país asiático ha continuado tomando medidas para garantizar su segunda posición como mayor proveedor de la moda en el futuro. En julio, el Gobierno bengalí solicitó un préstamo de 4.500 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI) para hacer frente a la inflación y a la limitación del uso de combustible y energía en el país.

 

La solicitud del préstamo se produjo en un contexto de inflación general, que llevó al país a tomar medidas para reducir el impacto de la subida de los costes de la energía. En julio, Bangladesh aprobó el cierre temporal de las centrales electicas que funcionan con diésel y el cierre de las gasolineras un día por semana. Además, el Gobierno también impuso cortes de luz de dos horas diarias para reducir el uso de la energía.

 

 

 

 

Con todo, la industria de la moda de Bangladesh se mantiene optimista de cara al futuro. Según la asociación Bangladesh Garment Manufacturers and Exporters Association (Bgemea), las exportaciones de ropa del país superarán los 100.000 millones de dólares en 2030, lo que supone un crecimiento medio anual del 8%.

 

El plan se enmarca en la hoja de ruta que Bangladesh puso en marcha en enero para revitalizar su industria de la moda. El objetivo del sector es pasar de ser una industria intensiva en mano de obra, barata y centrada en artículos básicos de algodón, a una moderna, diversificada, innovadora y digitalizada. Entre los ejes de la nueva estrategia se encuentran introducirse en categorías como prendas deportivas, transicionar hacia una industria 4.0 o incentivar la formación laboral.

 

A otros hubs de producción, en cambio, no les ha ido tan bien en el último año. Myanmar ha sido uno de los más señalados ya que, un año después del golpe de estado militar, varios gigantes del sector han dejado de aprovisionarse en el país. Una de las últimas empresas en vetar al país ha sido Primark, que en septiembre señaló que la situación del país no le permite “garantizar los estándares de seguridad y derecho de sus trabajadores”. Otros operadores como C&A o Bestseller dejaron de aprovisionarse en el país tras el golpe militar.

 

 

 

 

Por su parte, la asociación Ethical Trade Initiative (ETI), que supervisa la transparencia y el código ético de las empresas y asociaciones sin fines de lucro en el país, prevé que la salida de los compradores europeos de Myanmar repercutiría en una reducción de los salarios y en que cerca de 320.000 trabajadores perdiesen su empleo. Además, 23.000 de estas personas se encontrarían en el límite de la pobreza.

 

IndustriAll también se posicionó en contra de la situación, y exigió a la Unión Europea que eliminara al país del programa de beneficios arancelarios Everything But Arms (EBA) y “tomar medidas más enérgicas” ante el Gobierno de Myanmar.

 

Por su parte, en Sri Lanka la situación tampoco es muy halagüeña. La isla del Sudeste Asiático, y la fábrica de sujetadores del mundo, se ha enfrentado a este año a la peor crisis desde su independencia del Imperio Británico en 1948.

 

En mayo, el Ministerio de Finanzas del país informó de que las reservas de divisas extranjeras habían caído en la isla a menos de cincuenta millones de dólares, mientras que los ingresos habían registrado un mínimo histórico. La crisis ha paralizado las fábricas, poniendo en jaque la industria textil y de la confección, clave para la economía del país, y desde la patronal se reclamó la dimisión del Ejecutivo y se hizo un llamamiento al Fondo Monetario Internacional (FMI).

 

 

 

 

Si en Myanmar y Sri Lanka la inestabilidad se deriva de cuestiones políticas, en Pakistán la climatología es la fuente de sus problemas. En septiembre, después de varios meses de lluvias torrenciales, un tercio del país, uno de los mayores productores de algodón del mundo, amaneció inundado, poniendo en peligro sus exportaciones de moda.

 

Las inundaciones afectaron especialmente a las provincias de Sindh, Punjab y Balochistan, donde se cultiva gran parte algodón nacional. La asociación All Pakistan Textile Mills Association (Aptma) considera que esto truncará los planes del Gobierno de alcanzar unas exportaciones de 50.000 millones de dólares de cara a 2026.

 

Uno de los productos más afectados fue el algodón certificado como Better Cotton, ya que tiene en el país grandes campos de cultivo y es el segundo mayor productor de este tipo de materia prima a escala internacional, sólo por detrás de India. La organización estimó que entre 200.000 y 250.000 agricultores paquistaníes asociados a Better Cotton se vieron afectados por las lluvias.

 

En India y Camboya, por su parte, la situación ha sido más favorable durante 2022. En Camboya, las autoridades aprobaron en septiembre una subida del salario mínimo para los trabajadores de la industria textil de hasta doscientos dólares mensuales. El acuerdo se alcanzó tras meses de negociación entre patronal y sindicados.

 

 

myanmar protestas 980

 

 

La subida, que será vigente desde enero de 2023, es de seis dólares mensuales para el salario mínimo de las industrias textil, de confección y de calzado del país asiático y supone una pequeña victoria para los sindicatos. Los dueños de las fábricas en Camboya llevaban meses pidiendo que el salario se mantuviese en 194 dólares al mes. Con todo, la aprobación de la subida está lejos de las demandas de los sindicatos de la industria, que pedían un salario mínimo de 215 dólares al mes.

 

En India, por su parte, las negociaciones de comercio con la Unión Europea han avanzado en 2022. Las conversaciones entre la UE y el país asiático se dividen en dos ámbitos diferenciados: el Acuerdo de Protección de Inversiones y el Acuerdo sobre Indicaciones Geográficas (IG), que buscan alcanzar objetivos en materia de comercio y desarrollo sostenible y asegurarse de que las normas acordadas sean ejecutables.

 

 

¿Relocalización?

 

La vuelta del aprovisionamiento a cercanía, de la que tanto se habló tras el estallido de la pandemia, se ha vuelto borrosa a lo largo de 2022. Turquía parecía ser el principal ganador de esta situación, pero la inflación le arrebató su momentum. Desde enero, los precios en el país llevan anotando subidas históricas, que se han trasladado a la industria, mientras que la depreciación de la lira ha provocado que la divisa pierda más de la mitad de su valor en sólo un año.

 

En los nueve primeros meses del año, de hecho, el país fue relegado a la tercera posición de los mayores proveedores de la moda española después de elevar sus exportaciones sólo un 23% en el periodo. Bangladesh, en cambio, disparó sus ventas a España un 46% y se quedó con la plata del ránking.

 

En cambio, Portugal sí ha ganado posiciones como uno de los principales hubs de cercanía para la industria de la moda. El sector ya recuperó en 2021 los datos de antes de la pandemia, excepto en empleo e importaciones. En el primer semestre, las exportaciones textiles portuguesas totales acumulan una subida del 24% frente al mismo periodo de 2021. Las de confección, por su parte, se han elevado un 18% y acumulan una subida entre enero y junio del 12%.

 

En cuanto a principales clientes, España es el único país donde las exportaciones portuguesas del textil no han recuperado los datos de antes de la pandemia, con un retroceso del 10% frente al primer semestre de 2019.

 

 

Un año de subida estratosférica para el algodón

 

Como si de una montaña rusa se tratara, el algodón ha vivido un año con miedo de llegar a la cima. Una combinación de factores climatológicos, aumento de la demanda tras la pandemia y disrupciones en la cadena de suministro ha provocado que los precios del algodón registraran cotas sólo vistas en 2011. El pico más alto llegó en mayo, cuando los precios de esta materia prima se situaron en 1,5 dólares por libra, frente a los 80 centavos por libra del mismo día de 2021. En la última campaña de algodón (terminada en agosto), la producción mundial de esta materia prima se situó en 26,13 millones de toneladas, cultivadas en una superficie de 32,7 millones de hectáreas. El consumo de algodón en el periodo fue de 26,09 millones de toneladas.

 

Esta materia prima también se ha enfrentado a polémicas en el último año. Después de que en 2019 se destapara que en la región de Xinjiang había una red de instalaciones en las plantaciones de cultivo de algodón similares a los campos de concentración, donde obligaban a trabajar de manera forzosa a personas de etnia uigur y otras minorías musulmanas, algunos países y operadores han tomado medidas. Entre ellos Estados Unidos, que en 2022 ha aprobado la Ley de Prevención del Trabajo Forzoso, que prohíbe la importación de cualquier tipo de producto de la región.

 

 

 

 

España, con vaivenes

 

El ejercicio 2022 parecía el de recuperación para la industria española de la moda, pero sólo algunos indicadores son los que han podido remontar y dejar atrás la pandemia. Las subidas históricas de precios de la producción debido al incremento de los costes de la energía han sido el principal causante de que la industria española de la moda no hay ido mejor durante el año.

 

En enero, el Índice de Precios Industriales (Ipri) del textil se elevó un 8,1%, mientras que en febrero la subida fue del 8,8%. En marzo, el incremento de los precios fue a doble dígito, con una subida del 10,8%, y mantuvo el ritmo en abril y mayo con incrementos del 11,3% y del 11,6%, respectivamente.

 

En junio, los precios industriales del textil continuaron al alza, con una subida del 12,4% y cerraron julio con un incremento del 12,7%. En agosto y septiembre, el Ipri del textil evolucionó de forma similar, con subidas del 12,6% y del 13,9%, respectivamente. La confección y el cuero y el calzado, por su parte, también han incrementado los precios de producción durante todos los meses de 2022, aunque con subidas más moderadas.

 

Mientras los precios estaban por las nubes, la producción se ralentizaba. Julio fue el punto de inflexión, cuando la producción textil cayó un 3,6% después de haber crecido hasta un 19% en febrero. Después de repuntar en septiembre, la producción volvió a retroceder en octubre, con un descenso del 7,7%. La confección hundió más su producción en el décimo mes del año, con un retroceso del 16,9%. En el caso del calzado, aunque la producción se ha ido moderando, continuó al alza en octubre, con una subida del 4%, frente al incremento del 14,7% de septiembre.

 

 

 

 

El empleo ha sido uno de los pocos indicadores que ha evolucionado al alza durante 2022 y logró recuperar los niveles de antes de la pandemia en octubre: el número de afiliados en la industria de la moda en España subió un 4,8% frente al mismo mes de 2019. En noviembre, la plantilla del sector registró un alza del 3,1% y se situó todavía un 1,9% por debajo de 2019.

 

Según datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, el número medio de trabajadores de la industria de la moda en España ascendió en noviembre a 134.706 personas, frente a los 137.434 empleados del mismo mes de 2019.

 

Las principales patronales españolas de la moda han alzado la voz durante todo el año reclamando medidas al Gobierno para paliar el impacto del incremento de los costes de producción. En concreto, Texfor, de la mano de Euratex, ha reclamado en reiteradas ocasiones la adopción de medidas “contundentes” para superar la crisis.

 

Para cierre de año, las perspectivas tampoco son muy positivas. La industria del algodón, por ejemplo, prevé que el consumo caiga un 15% y la producción retroceda un 0,4%, hasta 37.583 toneladas.

 

El año 2022 también ha estado marcado por relevos en las patronales de la industria española de la moda. En enero, David Dimas, director financiero de Javier Simorra, se colocó al frente de Modacc, y en abril la Federación Textil Sedera nombró presidente a Enric Bagó, que relevó en el cargo a Josep María Mestres.

 

Por su parte, la Federación de Industrias del Calzado Español (Fice) reorganizó su cúpula con el nombramiento de Rosana Perán, vicepresidenta de Pikolinos, como presidenta, y en noviembre, el Consejo Intertextil Español (CIE) colocó como primer espada a Pepe Serna, presidente de la Asociación de Empresarios Textiles de la Comunidad Valenciana (Ateval), en sustitución de Manu Díez.