Se necesita más innovación, en serio
20 ene 2016 - 04:50
En la mayoría de actos relacionados con empresas se habla de innovación. Sin embargo, en el Global Innovation Index 2015, España se sitúa en el puesto 26, por debajo de Corea, Islandia, Estonia, República Checa o Malta.
Debemos trabajar la innovación en serio. El problema es hallar iniciativas eficientes que la promuevan, un plan estable que incluya a todos los actores implicados. En este sentido, recientemente tuvo lugar la entrega de Premios a la Innovación de la Fundación Textil Algodonera. La sesión resultó representativa por el hecho de que en ella se citaban algunos de estos agentes importantes. En una misma sala, se reunían empresa y universidad, perfiles veteranos junto a otros que inician su camino, conocimiento y aplicación, experiencia y audacia.
En el evento se premió a Industrias Morera Unitin por su trayectoria innovadora y a proyectos de jóvenes, estudiantes o recién graduados. Los trabajos mostraban atrevimiento e inclinación a salir de los caminos preconcebidos. Destacaban la orientación a la viabilidad y al mundo empresarial. Todos los premiados tenían un empleo, recién salidos de la universidad. En sus propias palabras, se encontraban en un camino nuevo, insospechado, que les conducía hacia el crecimiento personal y profesional. Dos de ellos procedían de otras regiones de España, habían venido a Cataluña a formarse en titulaciones de ámbito textil. Mostraban la satisfacción de quien elige el camino más duro y supera las dificultades.
Hace ya años, el profesor Chan Kim nos habló de los océanos azules y, más recientemente, el profesor Soumitra Dutta nos explicó ejemplos donde iniciativas innovadoras hacían florecer un territorio, generando más talento y más inversión en un círculo virtuoso. En ambos casos, el talento es primordial.
“Los esfuerzos de nuestras universidades y empresas para acercar posiciones están resultando en colaboraciones que abren caminos de mejora en los dos sentidos”
Ahora bien, a menudo ocurre que las grandes intenciones en innovación resultan en una pobre ejecución que produce exiguos resultados. La disrupción requiere no sólo talento y creatividad, sino también pensamiento crítico, conocimiento y convencimiento. También reconocimiento y apoyo. Nuestro sistema educativo debe dirigirse hacia su promoción, arropándola con competencias y dotándola de los conocimientos necesarios para que las ideas se conviertan en alternativas viables. Debe incluir transversalidad y interdisciplinariedad.
Uno de los ganadores del Premio a la Innovación cursaba simultáneamente grados en Ingeniería Textil y en Diseño Industrial. Para ello está claro que la universidad debe trabajar en contacto con el tejido empresarial. Los esfuerzos de nuestras universidades y empresas para acercar posiciones están resultando en colaboraciones que abren caminos de mejora en los dos sentidos.
Quizá porque ha sobrevivido a una dura competencia a coste, el sector textil ha sido un ejemplo de implicación con la educación. Participa en ciclos formativos en tecnología textil duales aula-empresa y beca a estudiantes que cursen Ingeniería Textil. Estas iniciativas han sido un éxito: el interés en educación enfocada hacia el sector textil ha aumentado, su empleabilidad actual es total y la apreciación social de la industria textil se relaciona cada vez más con tecnología, diseño y, en definitiva, valor. Sin embargo, aún está pendiente una segunda fase, la inversión en conocimiento genera empleo y debe retornarse a la industria.
Los jóvenes graduados, como en el caso de los premiados, deben injertar su talento en las empresas creando valor, originando espacios nuevos de mercado y consolidando el sector.
Xavier Cañavate es director de la Escuela de Ingeniería de Terrassa