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Bernard Arnault, el apetito insaciable del ‘killer’ del lujo

En 2019, Arnault ha cerrado su última gran operación, la mayor de su historia: la compra de Tiffany por 14.700 millones de euros.

Iria P. Gestal

15 ene 2020 - 04:47

Bernard Arnault, el apetito insaciable del ‘killer’ del lujo

 

 

Si lo quiere, lo consigue. Bernard Arnault es lo que en los negocios se conoce como un killer, un Gordon Gekko esbelto y vestido de traje azul marino de Dior, pero con el mismo apetito feroz y una energía incansable.

 

“A veces ajusta un bolso en una estantería cinco centímetros”, explicó su hijo Antoine Arnault en una entrevista en Forbes. “A las diez de la noche y sigue en marcha, tiene una energía increíble”. En 2019, Arnault ha cerrado su última gran operación, la mayor de su historia: la compra de Tiffany por 14.700 millones de euros. Pero su apetito comprador comenzó a gestarse mucho antes, en la propia compañía familiar.

 

El empresario, convertido hoy en el hombre más rico de Francia, nació en 1949 en la ciudad industrial de Roubaix (Francia). Tras graduarse en ingeniería, se incorporó a la compañía de su padre, Ferret-Savinel, y le convenció para vender la división de construcción. Sólo seis años después de graduarse le sucedió como presidente y seis años más tarde realizó su primera compra en el sector del lujo, Financière Agache.

 

 

 

 

En los ochenta llegó su primer fracaso, cuando trató sin éxito de establecer una filial de la compañía familiar en Estados Unidos. El proyecto no salió adelante, pero de la experiencia aprendió las agresivas tácticas comerciales a la americana que después aplicaría en la construcción de su propio conglomerado: LVMH.

 

En 1984, Arnault se unió a Saint Frères para hacerse con Boussac, un grupo francés en crisis que controlaba, entre otras marcas, Dior. En sólo dos años, Arnault despidió a 9.000 empleados y vendió los otros negocios de Boussac para quedarse con la joya de la corona.

 

Fue la primera piedra de un imperio que hoy factura más de 46.000 millones de euros y que incluye marcas como Louis Vuitton, Sephora, Loewe, Céline o Balenciaga, además de licores, firmas de joyería y perfumería. Sólo hay un puñado de muescas en su frenético recorrido de compras: la casa de subastas Sotheby’s, Gucci, que terminó en manos de su eterno rival, François-Henri Pinault; y Hermès, tras fracasar en una opa hostil vetada por las autoridades francesas.

 

Amante de Chopin y pianista amateur, Arnault se ha casado dos veces. De su primer matrimonio, con Anne Dewavrin, tiene dos hijos, Delphine y Antoine, ambos con puestos de responsabilidad en la compañía y candidatos a sucederle al frente de LVMH, aunque el relevo es un tabú para el magnate francés. Un año después de divorciarse, en 1991, Arnault se casó con la pianista canadiense Hélène Mercier. Con ella tiene otros tres hijos: Alexandre, consejero delegado de Rimowa; Fréderic, director digital de Tag Heuer, y Jean, que tiene veinte años y por ahora no se ha incorporado a la compañía.