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Nick Bostrom: “La manera en que hemos hecho las cosas hasta ahora ha llegado a su fin”

El filósofo sueco, docente e investigador en la Universidad de Oxford, reflexiona sobre el impacto que los avances tecnológicos tendrán sobre la concepción del trabajo y su desarrollo en el futuro.

Silvia Riera

24 ene 2018 - 04:56

Nick Bostrom: “La manera en que hemos hecho las cosas hasta ahora ha llegado a su fin”

 

 

En la Universidad de Oxford, el filósofo sueco Nick Bostrom es uno de los intelectuales más preocupados por el impacto que tendrá la inteligencia artificial en la humanidad. Al pensador, uno de los máximos referentes mundiales en este ámbito, lo citan tótems como Bill Gates, fundador de Microsoft, o Elon Musk, de Tesla.

 

Bostrom habla de máquinas que se comunican con los humanos e incluso entre ellas, que piensan y que razonan. La inteligencia artificial es la base de la industria 4.0, pero también lo es del retail, el ecommerce y de todos aquellos procesos en los que interfiera la tecnología. En un futuro no tan lejano, el nuevo normal serán procesos productivos más tecnificados que abaraten aún más los costes y empresas predictivas capaces de avanzarse a lo que quiere el consumidor.

 

En el caso de la moda, por ejemplo, su valor en el futuro dejará de estar en saber captar las tendencias para volcarse en la personalización. Bostrom sostiene que en una década empezará a evidenciarse esta nueva era de la condición humana y que, a medida que el ser humano vaya incrementando sus capacidades tecnológicas, avanzará en esta transformación que pondrá punto y final a la vida tal y como la conocemos hoy.

 

Se está pues a las puertas de un cambio no sólo industrial y de consumo, sino mucho más profundo: se trata de una transformación evolutiva del ser humano. Frente al miedo que genera el fin de una etapa, el investigador, que participó en el último Outhink organizado por Adigital en Madrid, considera que también habrá oportunidades en el inicio de la nueva. Según Bostrom, la tecnología suplirá gran parte de los puestos de trabajo actuales, pero también creará muchos otros y podrá ser un revulsivo para start ups, emprendedores e inventores.

 

 

 

 

Pregunta: La revista estadounidense New Yorker dijo de usted que era el filósofo del fin del mundo. ¿Estamos realmente ante el fin del mundo tal y como lo conocemos ahora?

Respuesta: El mundo que conocemos está basado en un modelo moderno de la condición humana, que consiste en levantarse por la mañana, coger el coche y dirigirnos a un puesto de trabajo en el que estamos ocho horas frente a un ordenador. Este modelo no resistirá mucho más tiempo más.

 

P.: ¿Por qué?

R.: Estamos ante una gran anomalía histórica en nuestra especie. Si se tienen en cuenta los cientos de miles de años de evolución, tan solo hace un par de cientos de años que sabemos que formamos parte del mundo y hemos cambiado la forma de ser a la que estábamos habituados. Si pensamos en cómo nos veremos dentro de unas décadas o siglos, también nos sorprenderemos de nuestra condición reciente.

 

P.: ¿Qué provocará el cambio?

R.: Serán las tecnologías de la información que están en desarrollo las que provocarán una profunda transformación en la condición humana.

 

 

 


P.: ¿Es el inicio de una nueva era dominada por máquinas?

R.: Las máquinas en sí son una manifestación más de la tecnología. Puedes tener una máquina que fabrique la comida y que te la cocine, pero es una tecnología de nuestro mundo y podemos verla incluso como algo normal. Aún estamos en una fase intermedia en la que esto cambiará.

 

P.: ¿Podría avanzarnos un calendario?

R.: Quizá sea dentro de una década cuando salgamos de nuestra condición humana y entremos en una nueva condición moderna. Nuestras capacidades tecnológicas actuales son las que nos sitúan aún en esta fase intermedia, pero a medida que vayamos adquiriendo más capacidades nos iremos acercando a una nueva civilización tecnificada.

 

P.: ¿Imagina un mundo en el que Amazon pudiera tener todos los datos?

R.: ¡¿Todos los datos?! En el caso hipotético de que Amazon estuviera realizando una fuerte investigación en el ámbito de la inteligencia artificial, tuviera una gran estructura de computadoras, fuera uno de los mayores proveedores y tuviera un montón de datos continuaría compitiendo con otras empresas, como Google, que también tendrían un montón de datos, y con otras instituciones que poseerían otro montón, y esto se dará en muchos otros países.

 

 

 

 

P.: ¿Llegará el día en que Amazon, por ejemplo, sepa más de usted y de mí que la propia administración?

R.: Las empresas como Amazon piensan en nosotros como consumidores y su principal preocupación es cómo mantenernos en contacto. No les vale sólo con tener datos, sino que buscan la manera de extraer la información realmente válida y hacer algo con ella. Amazon y el resto de empresas están orientando la investigación hacia un sistema capaz de realizar recomendaciones a los consumidores.

 

P.: En las industrias creativas, como la moda ¿qué papel jugará la tecnología?

R.: En primer lugar, quiero decir que todavía hay muchas cosas que sólo los humanos pueden hacer. En el presente, el valor de su reputación puede ser saber ver el cambio antes de que tenga lugar y ser el primero en producirlo y lanzarlo al mercado, pero a partir de ahora, con el cambio en los sistemas productivos, el valor puede ser otro, más personalizado quizás.

 

P.: ¿Será necesario siempre un toque humano?

R.: No, no siempre será necesario.

 

 

 

 

P.: Se habla de la cuarta revolución industrial. ¿Es un concepto obsoleto desde su inicio?

R.: No estoy seguro de que realmente sea un concepto de la condición moderna. El desarrollo económico que hemos visto hasta ahora ha hecho despegar la producción de manera exponencial durante los últimos 300 años y con la tecnología esto se va a acentuar. La producción textil, por ejemplo, se automatizará y seguramente vendrán otras tecnologías diferentes, pero no representarán una manera revolucionaria de producir, distinta a la del inicio. Estamos aún en el mismo punto de hace tres siglos.

 

P.: En el futuro, ¿continuará habiendo visionarios, como Elon Musk, o serán las máquinas
las que indiquen el camino?

R.: No creo que la inteligencia de las máquinas contribuya mucho al progreso de la tecnología porque no deja de estar limitada al lenguaje y a otras mejoras competitivas. Por el momento, al menos, seguirá controlada por un cerebro, algo que las máquinas todavía no entienden.

 

P.: ¿Serán las empresas las que desarrollen la inteligencia artificial?

R.: Cada vez más son las grandes compañías tecnológicas, como Google, Uber, Tesla o Microsoft, entre otras, las que toman la delantera en investigación tecnológica, no pensando sólo en su aplicación, sino en realizar investigación de manera estratégica. Estamos en un momento en el que una parte de la investigación emigra de la academia hacia la industria.

 

 

  

 

P.: ¿Faltan investigadores en inteligencia artificial?

R.: En el campo de la inteligencia artificial, por ejemplo, la propia enseñanza en la universidad está ahora en un momento crítico. Gran número de gente con talento de las universidades está siendo fichada por las grandes corporaciones tecnológicas y quizá debamos esperar a una nueva generación de investigadores en este campo por la gran demanda que existe ahora en el sector privado. Ante esta realidad, ya han sido varios los gobiernos que han reaccionado para retener el talento.

 

P.: Ante la ventaja que toman las empresas, ¿deberán ser ellas las que adopten la perspectiva ética?

R.: Por supuesto. Y estamos siendo ya pioneros en ello. Junto con la empresa londinense DeepMind estamos trabajando sobre las conexiones, el impacto social y la dimensión que tendrá todo ello. Hemos intentado realizar prototipos de una máquina autónoma capaz de estimular una conversación social dentro de unos parámetros de seguridad y también de ética. Y no estamos solos en ello. Hay más empresas trabajando en esta línea.

 

P.: ¿Debería haber mayor control gubernamental?

R.: En el momento en el que un desarrollador cree que debe tomar parte en esto es porque considera que hay algo problemático en este tipo de desarrollo. Es decir, se tomarán medidas cuando la industria no pueda con esta labor o si este tipo de desarrollos no está en las manos adecuadas o si sólo se dieran en el ámbito académico o si se necesitase más seguridad para la información, por poner algunos ejemplos. Intervendrá si encuentra complicaciones.

 

 

 


P.: ¿Habrá brecha empresarial, con empresas grandes cada vez mayores?

R.: Hay presión hacia las dos direcciones, hacia empresas más grandes, pero también hacia start ups disruptivas de menores dimensiones. Por un lado estarán las compañías de grandes dimensiones que continuarán trabajando con economías de escala. Pero, por otro lado, cuando haya realmente un cambio tecnológico habrá también un gran número de oportunidades para start ups, emprendedores e inventores para entrar y dar un vuelco al sistema establecido.

 

P.: ¿Y entre los trabajadores?

R.: Habrá una nueva cultura del trabajo y de la empresa. La manera de trabajar cambia bajo el nuevo concepto de reputación con el que se equiparará a los trabajadores, incluso sin que sean parte de ninguna corporación. En una era tecnológica, trabajadores, y también empresas, deberán potenciar su reputación para ser competitivos.

 

P.: ¿La tecnología quitará puestos de trabajo?

R.: De hecho, ya sucedió cuando se mecanizó la agricultura hace más de cien años. En Estados Unidos, entonces, trabajaba en el campo el 75% de la población, mientras que hoy sólo es el 2%. En unos años, la mayoría de puestos de trabajo que tenemos hoy en día quedarán obsoletos, pero se crearán otros que ni siquiera sabemos aún. Tendremos máquinas que realizarán gran parte de las funciones que hoy realizamos los humanos y lo harán mejor. La condición humana verá entonces comido su potencial y será entonces cuando las personas deberán pensar en hacer otras cosas o hacerlas de una manera complementaria.

 

 

 

 

P.: ¿Qué ocurrirá en las economías emergentes?

R.: La mejora en todos los sectores ha terminado porque la manera en que hemos hecho las cosas hasta ahora ha llegado a su fin. Las economías avanzadas han tenido ventaja hasta ahora porque eran las que tenían la tecnología que ha hecho posible deslocalizar las fábricas. Pero la tecnología también ayudará a estos países a desarrollar sus propios mercados, sus propias empresas y sus propias marcas, y también a mejorar sus salarios. Pero, evidentemente, a medida que la tecnología para producir se abarate, irá echándoles de sus puestos de trabajo y deberán buscar otros.

 

P.: Mientras la humanidad se adapta, ¿quién comprará los artículos que produzcan las máquinas?

R.: Los precios de producción se abaratarán. Fíjese en los juguetes o en los televisores: eran más caros hace treinta años que hoy.

 

P.: Usted es un filósofo hablando de tecnología. ¿No es una unión extraña?

R.: Filosofía y ciencia son partes de un todo continuo. En mi grupo de investigación hay filósofos, pero cada vez tenemos más matemáticos, programadores e ingenieros. No tiene ningún sentido desagregarla. La tecnología es lo suficientemente importante para la condición humana para que la filosofía esté presente. Creo que puede ayudar a tener una visión más sofisticada para entender su impacto en las estructuras sociales y en la vida de las personas.

 

 

 

 

P.: ¿Será necesaria también una aproximación ética?

R.: Como seres humanos, cada vez introducimos más la ética en las cosas que hacemos (aunque no siempre tan bien como deberíamos) y también en la tecnología. Pienso que es un concepto general que busca la manera en cómo hacer nuestra civilización más afectiva y que quiere averiguar cómo seremos y cómo nos comportaremos.

 

P.: Si tuviera 100.000 dólares, ¿dónde los invertiría?

R.: Diversificaría. Pero si invirtiera en inteligencia artificial lo haría en Nvidia, la empresa que ha creado el chip clave para el desarrollo de aplicaciones realmente útiles y que creo que despegará en los próximos dos años.