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Mujer poliédrica en la pasarela parisina

11 mar 2009 - 00:00

La jornada de la moda en la ciudad de la Tour Eiffel ha pasado de la pedrería y las exageraciones de los grandes del panorama de la moda internacional, como Dior o Lagarfeld. El día siguiente ha traído la moderación y los estampados, así como la identificación con la naturaleza por parte de algunos de los modistos que desfilaron ayer en la Semana de la moda de París. Manish Arora, Stella Mc Cartney, Léonard, Laroche o Thierry Mugler mezclaron firmas conocidas y no tan conocidas para presentar a la mujer del próximo otoño-invierno. El modisto Arora inundó de color, bordados suntuosos y maquillajes y peinados sorprendentes. Además hizo que criaturas míticas acompañaron a las modelos. Desde los misterios del mundo animal, el diseñador llevó la jungla hasta los peinados, con las maniquíes con pelo recogido y orejas en forma de duende. Además, las propuestas fueron acompañadas de estampados de desfiles, elefantes, águilas o gorilas, además de bordados de Swarowski.La casa Léonard intentó aunar la estética y la comodidad con el negro como color de fondo y combinado con estampados floreados. Sus propuestas se basaron en trajes de chaqueta que se mostraron con botas altas de ante y vestidos largos de noche o cortos, para el día, pero también de cóctel. La británica Stella McCartney volvió a insistir en una mujer romántica y melancólica. Por eso creó abundantes modelos en los que las puntillas de color negro aportaron el toque de ropa interior a la ropa de cada día. La diseñadora tampoco se olvidó de las transparencias. En la colección creada para Guy Laroche, Marcel Marongiu no ocultó su búsqueda de una mujer 'fuerte' que se viste con elegancia y seducción. Se inspiró en el constructivismo ruso, por lo que formas elemantales como el círculo, el cuadrado o el triángulo fueran esenciales en cada una de sus propuestas. La colección invernal Thierry Mugler, de mano de Rosamary Rodríguez, intenta recrear las décadas de los 80 y los 90 y optaron por una representación íntima y personalizada.De ahí que la modista retomara temas clásicos como el mantón de manila convertido en vestido de noche o de novia. La diseñadora española dibujó sobre la pasarela parisina una mujer sensual, misteriosa, con leggins ochenteros, un poco futurista y acompañada del típico abrigo acolchado de Mugler. Un universo que Rodríguez quiso combinar con el espíritu femenino de Deseando amar, de Wong Kar-Wai.