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El dragón rojo, desde dentro: ¿Qué dicen las empresas chinas de los aranceles?

Entre los stands de la feria textil más grande de China, los aranceles de Donald Trump resuenan con una intensidad moderada. En su lugar, posibles nuevos mercados, innovación y diversificación se han impuesto en las discusiones.

El dragón rojo, desde dentro: ¿Qué dicen las empresas chinas de los aranceles?
El dragón rojo, desde dentro: ¿Qué dicen las empresas chinas de los aranceles?

China, más que nunca, está marcando el paso. Mientras Canadá, México o la Unión Europea acumulan apenas tres días con aranceles en sus exportaciones a Estados Unidos (que, por el momento, se aplican sólo a una serie de productos), las empresas chinas han cumplido su primer mes con este gravamen. Si el país atravesaba ya un momento complicado, azotado por una crisis de consumo interno, la decisión de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, ha sacudido ahora su músculo económico: las exportaciones. A todo esto se le une, además, el incremento de requisitos sostenibles por parte de la Unión Europea y la aparición de nuevos players como India y Vietnam.

 

En este contexto complejo, marcado por la guerra comercial, el aparente retroceso de la sostenibilidad o la carrera tecnológica entre China y Estados Unidos, las empresas del gigante asiático luchan por mantenerse a flote. “Tenemos que seguir funcionando, haciendo negocio y trabajar por mantener nuestro liderazgo”, aseguraba esta semana Wendy Wen, managing director de Messe Frankfurt en Hong Kong (China).

 

Toda la cadena de valor china se reunió la semana pasada en el Centro Nacional de Exposiciones y Convenciones, en Shanghái, en el marco de dos de las ferias más importantes del sector, Yarn Expo e Intertextile Shanghai Apparel Fabrics. A pesar del escenario que podría describirse como mínimo como incierto, el optimismo rebosaba las paredes del recinto ferial. “Estados Unidos no es el único mercado que existe, vendemos también a grandes territorios como Japón, Europa o Australia”, explican desde Huafang, una de las principales empresas textiles del país, con más de 3.000 trabajadores.

 

 

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La compañía, que saltó al parqué en 2001, pero opera desde 1976, cuenta con una cadena de valor que va desde el hilado a la confección, y una cartera de clientes que depende en un 80% del mercado internacional. “A las exportaciones del tejido todavía no está afectando, pero es verdad que en las prendas confeccionadas, donde tenemos más de 300 personas trabajando, sí prevemos un cierto impacto”, explica un representante de la empresa.

 

Para afrontar esta situación, la compañía asegura estar trabajando para diversificar aún más su cartera de clientes, con la mirada puesta en el mercado de Oriente Próximo, o incluso el producto, a través de una mayor inversión en el tejido técnico. “Son nichos de mercado que están creciendo, pero no pueden compensar el peso que tienen Estados Unidos o Europa”, añaden.

 

Igual que Huafang, el resto de compañías más pequeñas también están buscando un salvavidas en nuevos horizontes. Algunas de las asistentes a la feria china que están apostando por esta estrategia son Dongguan Mingchen o Linglong. “Los compradores estadounidenses cada vez nos buscan menos, la guerra comercial nos ha hecho crecer más en Europa, y si podemos desarrollarnos a una mejor calidad, aún tenemos capacidad para conseguir cuota de mercado”, aseguran desde la última empresa.

 

 

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A pesar de la moderada preocupación entre los asistentes, un golpe como el de los aranceles entre ambos países superaría los 500.000 millones de dólares. Únicamente en los once primeros meses del año, el comercio entre China y Estados Unidos ascendió a 530.000 millones de dólares, según las cifras estadounidenses. La cifra sitúa a China como el segundo socio comercial con el país, únicamente por detrás de México.

 

En moda, por su parte, la cifra se sitúa en un golpe de hasta 30.054 millones de dólares, con el gigante asiático como el principal exportador. “El impacto puede llegar a ser muy elevado y aunque el mercado nacional cada vez es mayor, no puede crecer tanto en tan poco tiempo -relatan desde la empresa con sede en Shanghái Zhongbang-; por eso hay compañías que ya han empezado a desviar su producción a otros países de Asia, donde están abriendo fábricas y enviando sus trabajadores”.

 

Una de las empresas que, además de los aranceles, se ha tenido que enfrentar a más limitaciones comerciales con Estados Unidos es Huafu, que recientemente entró en la lista de empresas chinas dentro de Ley de Prevención del Trabajo Forzoso Uigur (Uflpa). La normativa prohíbe a estas empresas exportar sus productos a Estados Unidos, tras las denuncias internacionales de que el algodón de aquella zona se cultiva a través de trabajo forzoso.

 

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“Los aranceles no son sólo al país, sino a empresas concretas”, denuncian desde Zhongbang. Precisamente Huafu también estaba presente en la feria: la empresa asegura que el impacto de su entrada en la lista no será “demoledor”, ya que las empresas chinas ya copan el 80% de su cartera de clientes. “Son problemas políticos, nosotros apostamos por seguir innovando en trazabilidad, sostenibilidad e innovación”, sentencian desde la compañía.

 

Durante tres días, el mercado textil ha llenado los más de 55.000 metros cuadrados del salón de exhibiciones. Con un total de 3.100 compañías en total, medio millar de las cuales dedicadas únicamente al hilado y tejeduría, la feria textil más grande del país ha cerrado una edición marcada por los aranceles y la guerra comercial con Estados Unidos. A pesar de la tensión internacional, los empresarios de la que es ya hace años la gran fábrica del mundo han celebrado el encuentro, negándose a centrarse en los problemas y con la vista puesta ya en las posibles soluciones.