Segundos apellidos, primeras emociones: así es Laffore Casamayor
Fundada en Madrid en el verano de 2024, Laffore Casamayor ha nacido como un homenaje a dos madres a través de una vajilla artesanal con relato. Detrás del proyecto está Marta Laffore y Javier Lapeña como consultor de marca.


Laffore Casamayor no nació para seguir las modas ni para vender vajillas en serie. La marca, fundada a principios de verano de 2024 en la capital de Madrid, ha surgido como una celebración íntima de la memoria, las emociones y los vínculos familiares. “No vendemos platos, vendemos historias y emociones”, así es como lo ha explicado Javier Peña, ayudante del proyecto como consultor de marca, a Modaes. Ese es precisamente el propósito de la firma: hacer de cada pieza un objeto cargado de sentimiento y un relato de trasfondo.
La impulsora del proyecto, Marta Gil, arquitecta de interiores y emprendedora con más de quince años de experiencia en el sector artesanal. Su trayectoria incluye la creación de marcas propias de bisutería, restauración de muebles y pintura abstracta. Fue ella quien, tras experimentar con una forma de transferir imágenes a cristal, decidió convertir su trabajo en una marca. Para ello pidió ayuda a Javier Lapeña, amigo de toda la vida y experto en cultura de marca para poder construir todo el universo.
El nombre de la marca, Laffore Casamayor, son los segundos apellidos de ambos creadores: Laffore de Marta, y Casamayor de Javier. “Queríamos contar una historia verdadera, y la de nuestras madres lo era”, remarca Lapeña. A través del diseño de cada pieza se rinde homenaje a la madre Laffore y la madre Casamayor, dos mujeres con vidas distintas pero unos valores compartidos: la de celebrar, reunir y cuidar.
Laffore CasaMayor es una marca para contar historias a través de sus diseños
Como fundador y exdirector general de Dolores Promesas, Javier Lapeña ha liderado durante más de dos décadas procesos de construcción de marca, branding emocional y desarrollo de comunidades en retail y moda. Hoy dirige su propia consultora especializada en cultura de marca, donde ha desarrollado el método T.R.E.N.D., un sistema de diagnóstico que mide la salud de una marca a través de cinco atributos: Target, Responsable, Emocional, Notoriedad, Deseabilidad.
La producción de Laffore Casamayor es mayoritariamente artesanal y local. Se realiza en un taller propio en Madrid, donde se utiliza la técnica de transferir imágenes y motivos simbólicos al cristal para decorar la base de platos y copas. Cada dibujo tiene su propia microhistoria, muchas de ellas ligadas a recuerdos personales: desde gigantes y cabezudos de Zaragoza en homenaje a la madre Casamayor, hasta los burritos de Mijas, evocando las vacaciones de la infancia de la madre Laffore.
El público objetivo de Laffore CasaMayor está dividido en dos grandes grupos. Por un lado, el consumidor final es una persona a la que le gusta celebrar, que valora el humor, la estética y el encuentro y, por otro, el regalador. “Nos hemos dado cuenta de que vendemos mucho más como regalo. El regalador es quien tiene una necesidad clara que cubrir, y nuestra propuesta le resuelve el problema con un regalo original y con carga emocional”, indica Lapeña.
“He trabajado sobre todo en el sector de la moda, pero creo que me he dedicado más a la historia de las marcas que en el producto” explica Javi Lapeña.
El catálogo incluye seis modelos de platos y copas decoradas en la base, además de platos giratorios bautizados como “bailes de madres”, en los que se combinan ilustraciones de ambas madres. Los precios oscilan entre los 14 y los 49 euros, y todos los artículos pueden comprarse en sets y packs.
Aunque Laffore Casamayor ha apostado desde el inicio por el canal digital, la marca ha comenzado ya a desarrollar una estrategia física y multimarca. Su primer punto de venta en tienda ha sido en El Almacén de Loza, un comercio histórico de decoración situado en el número 46 de la calle de Núñez de Balboa, Madrid. Además, se han realizado pruebas en otras ubicaciones como el restaurante Palique, en Jaén, donde la vajilla se utiliza para servir y se exhibe como escaparate de venta, y en una tienda turística de souvenirs en Málaga.
Para acelerar la expansión, la marca ha incorporado un agente comercial que se encargará de abrir mercado nacional. El objetivo a medio plazo es alcanzar entre 75 y 100 puntos de venta multimarca en dos años. “Queremos crecer, pero con control. No nos interesa morir de éxito” ha afirmado Lapeña remarcando la importancia de preservar la esencia de la marca.
Todo el inventario de la empresa es de producción nacional
La marca no trabaja por temporadas, pero sí con cápsulas estacionales. La producción es corta y manual, y el principal límite es el papel decorativo que utilizan, diseñado e impreso por ellos mismos. “Si se acaba el papel de una colección, no repetimos. Cambiamos el dibujo”, explica el consultor de marca.
Esta flexibilidad, heredada de la experiencia de Lapeña en el sector de la moda, les permite evitar la sobreproducción del retail, uno de los principales problemas. “La decoración tiene ventajas sobre la confección. Aquí tenemos una capacidad de reacción altísima. Si me pides quince platos, los puedo tener en tres días. En moda, eso sería impensable”, afirma el experto.
Laffore CasaMayor se ha financiado con recursos propios, sin inversores externos, aunque tiene pensado hacerlo en un futuro. En su primer año, la marca prevé facturar entre 25.000 y 30.000 euros, aunque no es su prioridad inmediata. “Ahora el foco está en darnos a conocer. La venta llegará después”, concluye Lapeña.
Con un pie en la decoración y otro en la narrativa emocional, Laffore CasaMayor se presenta como una marca que no solo viste la mesa, sino que la llena de significado. Un proyecto que reivindica el diseño lento, la artesanía con relato y el valor de las historias que se cuentan a través de los objetos cotidianos.