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Revista Modaes número 53

Un cura, una cosecha perdida y la Lleida rural, la historia detrás de Sompunt

La empresa opera en un municipio con menos de 350 habitantes en Lleida. Para luchar contra la despoblación, la empresa forma parte del proyecto Teixint Futurr, por el que forma a trabajadores de otras cooperativas, para el relevo.

Un cura, una cosecha perdida y la Lleida rural, la historia detrás de Sompunt
Un cura, una cosecha perdida y la Lleida rural, la historia detrás de Sompunt
La empresa cuenta también con una marca propia, Stjor, dedicada a la moda masculina.

Celia Oliveras

29 ene 2025 - 05:00

Con una capacidad para producir 200.000 piezas acabadas al año, las dos fábricas de Sompunt se estructuran a través de 46 líneas de máquinas tejedoras de hasta tres marcas diferentes, con el objetivo de poder manipular todo tipo de tejido, desde el hilo reciclado al algodón o la lana.

 

 

Revista Modaes número 53

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La plantilla de la empresa se divide en hasta medio centenar de trabajadores fijos, junto a un equipo de reserva, que acude en momentos de más demanda. Todos los procesos, además, desde el diseño de la prenda hasta el empaquetado, se llevan a cabo en la misma superficie, lo que agiliza las operaciones y permite introducir cambios en el último momento.

 

 

Sede

Espluga Calba (Lleida)

 

Año de fundación

1969

 

Especialidad

Género de punto

 

Instalaciones

Dos naves en Espluga Calba

 

Producción

200.000 piezas anuales

 

 

Una mala cosecha décadas atrás tenía la capacidad de cambiar el destino de poblaciones enteras, especialmente en una zona predominantemente agraria, como es Lleida, y todavía más en 1969.

 

Si se juntan estos tres factores, y se le añade un joven cura proveniente de un pueblo diferente con miedo a quedarse sin habitantes en su nuevo destino, sale la receta perfecta para que naciera Sompunt, la fábrica cooperativa de punto ubicada en la localidad de Espluga Calba, en Lleida.

 

Que tuvieran todos los ingredientes, no quiere decir que fuera fácil, e hizo falta que un grupo de ocho jóvenes de la zona se unieran después de que una granizada destrozara la cosecha de ese año.

 

 

 

 

Estos, con la ayuda del religioso recién llegado, querían evitar que la población de menos edad de la zona se marchara, y pensaron en diferentes empresas que pudieran poner en marcha.

 

El grupo se decantó por la moda, en concreto, por la producción de género de punto y para las décadas de los años 80 y 90, la fábrica cooperativa ya tenía un centenar de socios. La empresa cuenta ahora con unas 30 personas, lejos de esa época dorada, pero todavía mantiene la estructura de cooperativismo con la que nació.

 

Sompunt no comparte datos económicos, pero especifica que todo el beneficio que se obtiene, una vez extraídos gastos como los salarios de los trabajadores, se vuelven a reinvertir en la empresa.

 

 

 

 

Sompunt se estructura a través de un equipo de producción y de un órgano en el que están representados varios de los socios que han sido escogidos mediante una votación. Este órgano define las líneas estratégicas de la compañía, con el objetivo de impulsar el crecimiento.

 

“Aunque seamos una cooperativa de trabajo asociado, funcionamos como una empresa normal, y aspiramos a crecer de forma sostenida en los próximos años”, explica la directora y socia de Sompunt, Montse Balcells.

 

A día de hoy, la compañía produce unas 200.000 prendas acabadas al año, una cifra que prevé doblar en un periodo de cinco años, aproximadamente. De estas prendas, Sompunt es capaz de llevar a cabo casi la totalidad del proceso de fabricación: desde la tejeduría y la confección de los artículos, hasta los acabados, todo se lleva a cabo in house.

 

 

 

 

La compañía también comercializa únicamente algunas de las partes del proceso, como la tejeduría, dejando en manos de sus clientes la parte de la confección. La oferta de Sompunt, sin embargo, es su saber hacer, asegura Balcells.

 

“No atendemos a según qué precios, ofrecemos un servicio de calidad, sostenible y social”, explica la directiva, en referencia a los precios a los que han accedido las empresas de moda en los últimos años gracias a la producción deslocalizada en países asiáticos.

 

Cartera de clientesLa cartera de clientes de Sompunt cuenta con nombres tan relevantes como Jacquemus, Massimo Dutti, Burberry o Emidio Tucci, la marca de hombre de El Corte Inglés.“Desde que comenzó la cooperativa, en muy poco tiempo ya se estaba trabajando con Burberry, un nivel que hemos sabido adaptar y mantener a lo largo del tiempo”, defiende la directora.

 

 

fabrica sompunt 980

 

 

Los clientes de Sompunt se reparten a partes iguales entre España, que copa un poco más del 50% de los pedidos, y el mercado internacional, aunque este se reduce casi exclusivamente a Europa, donde destacan países como Francia, Reino Unido o Alemania. “Uno de nuestros pilares es la sostenibilidad, por lo que parte de nuestra estrategia pasa también por buscar clientes cercanos”, explica Balcells.

 

En España, además, la compañía asegura ver cierto aumento de la demanda, proveniente de marcas locales de gama media alta. La empresa está trabajando ahora en conseguir certificaciones de sostenibilidad que le permitan comercializar sus productos con sellos que garanticen la prodecencia, trato y calidad del producto final. Aún así, Balcells asegura que es un mero trámite, ya que por su ADN social y de proximidad ya cuentan con una trazabilidad completa.

 

 

 

 

La empresa forma parte del proyecto Teixint Futur, en el que participan hasta otras cuatro cooperativas: DiomCoop, Associació Alba, Xarxa de Dones Cosidores y la Associació Talma.

 

El objetivo de esta iniciativa es continuar con la formación de profesionales que después puedan incorporarse a las cooperativas y asegurar así su continuidad. Gran parte de la plantilla de empresas como Sompunt, tanto por el sector como la zona en la que están ubicadas, tiene una media de edad elevada y muchos trabajadores se acercan a la edad de jubilación, lo que puede dejar potencialmente sin trabajadores a las cooperativas, explica Balcells.

 

Gran parte de las personas que participan en el programa provienen de las otras cooperativas, especializadas en prevenir el riesgo de exclusión social. Es la propia compañía la que ofrece los cursos de formación, dentro de la cooperativa, con la posibilidad de que los trabajadores se incorporen, si es lo que quieren, luego a la empresa.

 

Hay capacidad para crecer todavía dentro del mundo textil -asegura Balcells, que confía en el futuro del sector en el territorio-; pero necesitamos para ello que haya un relevo generacional que continúe con el know how que llevamos más de 50 años generando”.