Las ovejas se esquilan y la poliamida se hila: ¿entienden las marcas al primer eslabón?
La relación entre las marcas de moda con la industria primaria, por un lado, y el textil de cabecera, por el otro, ha marcado en los últimos días dos encuentros celebrados en Madrid y Barcelona que han reunido al sector.
“Nos falta un idioma común”. Así se expresa Carol Blázquez, directora de impacto de Ecoalf, cuando se le pregunta por qué las marcas de moda no impulsan más proyectos tomando como punto de partida la industria de cabecera, especialmente aquella enraizada en el territorio español. Lo mismo señala Antonio Roade, director de sostenibilidad de Adolfo Domínguez, que dice que la industria de cabecera y las marcas de moda, particularmente los equipos creativos, hablan idiomas, tienen sensibilidades y manejan tiempos diferentes. Un mismo idioma empresarial, aunque también el precio, los ritmos o, como termina sucediendo siempre, el consumidor, que parece no entender que las ovejas se esquilan, el algodón se siembra y la poliamida se hila, y que eso tiene un precio.
La relación entre las marcas de moda con la industria primaria, por un lado, y el textil de cabecera, por el otro, ha marcado en los últimos días dos encuentros celebrados en Madrid y Barcelona que han reunido al sector. El primero, organizado por la Fundación Adolfo Domínguez, centrado en el impacto de la moda en el territorio. El segundo, impulsado por la patronal Texfor, apostó por analizar la colaboración entre moda e industria.
España tenía, a cierre de 2024, un total de 13,47 millones de ovejas, según datos del Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca, una población que, pese a ir a la baja, sitúa al país a la cabeza de Europa. Según la misma fuente, España es, junto a Grecia, uno de los dos países de la Unión Europea donde se produce algodón y copa el 14% de la producción total de algodón de los Veintisiete. Con estos datos, podría parecer que se trata de dos industrias cuya notoriedad es bien conocida, pero no es así, como sí sucede, por ejemplo, con la gastronomía.
Mismos datos, aunque no tan destacados, podrían darse respecto a la industria. En España a cierre de 2023 existían en España un total de 16.964 empresas dedicadas a la producción textil, confección y fabricación de cuero y calzado, un 3% menos que el año anterior, según datos del Directorio Central de Empresas (Dirce) elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Ramón Cobo (Wooldrimers): “Es importante poner en valor que la moda empieza en el campo: si el campo tiene números rojos es que algo no funciona”
“Es importante poner en valor que la moda empieza en el campo: si el campo tiene números rojos es que algo no funciona”, señaló Ramón Cobo, fundador de Wooldrimers, una empresa familiar dedicada a la lana. “Me ha tocado vivir muchas reformas -dijo Cristóbal Prieto, de Coag Andalucía-; ahora mismo nuestro primer reto es saber vender la transformación que hemos hecho en los últimos veinticinco años, consiguiendo aumentar la calidad del algodón reduciendo su impacto ambiental”.
Habló también de comunicación y capacidad de entendimiento Xavier Ruiz, director comercial de Defiber, una empresa especializada en la fabricación de hilo de poliamida, aunque él destacó la importancia de entenderse “entre los eslabones de la cadena”. “Nos ha faltado comunicación desde la industria, enseñarles a las marcas lo que pueden ganar comprando de proximidad, más allá de que lo hagan como una especie de favor”, le cogió el relevo el directivo de la empresa industrial familiar.

Roade, que se enfrentó a la difícil tarea de representar a las marcas en un auditorio repleto de industriales, admitió que mucha de la colaboración dentro del sector “se ha hecho hasta ahora por el titular”, y que eso debía convertirse ahora en un compromiso real. “Para que funcione la colaboración, debe ser algo bidireccional, que ganemos algo desde la industria, pero también las marcas”, le siguió Ruiz.
“Mi padre y abuelo fueron agricultores: mi mayor reto es seguir viviendo del algodón, algo difícil viendo que el 90% de la producción de nuestro algodón se va a Asia”, se lamentó José Antonio Martínez, presidente del Consejo Sectorial del Algodón de Cooperativas Agroalimentarias de España, durante su intervención en Madrid. “Hay que trabajar de la mano de la moda, pero hay que saber llegar a los consumidores”, agregó.
Con esta frase Martínez abría el debate en torno al último eslabón de la cadena: el cliente final. “El consumidor no se va a acostumbrar de primeras a pagar por la sostenibilidad, pero podemos intentar poner en marcha una narrativa más cercana que le haga entender el valor de lo que hay detrás de cada prenda”, alegó Sara Diez, directora general de The Post Fiber.
En un mercado en el que el precio manda, sin embargo, encontrar maneras de que el campo y la moda hablen resulta complejo, aunque José Monzonís, director general corporativo del Observatorio Textil y Moda, destacó la importancia de lograrlo como vía para poner en valor a la moda. “Tal vez debamos recuperar la conexión con el territorio para volver a poner en valor las prendas”, se preguntó.

Desde la tradición del textil catalán se habló el jueves en la jornada de Barcelona. “La industria de aquí es como una cocina de autor, diseñamos artículos casi a medida, pero no nos aprovechan porque lo que manda es el precio”, denunció Mireia Cazador, directiva de la catalana Folgarolas Textil, tras lo cual no quiso dejar de advertir a la audiencia de la necesidad de cuidar al sector. “A veces nos pensamos que ya no va a desaparecer nadie más, pero aún puede ocurrir”, reiteró Cazador. El problema, según explicaba más tarde Antonia Roade, “es que no existe un precio objetivo”.
La falta de conexión va más allá del sector primario. “Está en otros eslabones: si los telares tuvieran ruedas, hubieran salido a la calle, como los tractores”, ejemplificó Monzonís. “En España queda industria textil de cabecera, pero está despareciendo -señaló Mónica Olmos, secretaria general de Texfor-; en España quedan nueve empresas de hilatura de lana y si no conservamos esta industria difícilmente podremos conservar las fibras”.
La secretaria general de Texfor reclamó que “hay tres cosas que no podemos olvidar”. “La primera es que el consumidor tiene que entender que detrás de cada prenda hay territorio, hay empleo; la segunda es que la administración debe apoyar con políticas industriales, y la tercera es que toda la cadena de valor debe colaborar”, exclamó.
Para Antonio Roade, de Adolfo Domínguez, la industria de cabecera y las marcas de moda, particularmente los equipos creativos, hablan idiomas, tienen sensibilidades y manejan tiempos diferentes
Y además de entender el trabajo en la tierra que hay tras las prendas, “la gente debe dar más valor a las prendas”, coincidía con Olmos un día más tarde Roade. “Tenemos que cambiar el modelo de consumo, valorar más las prendas, un jersey o una camiseta no pueden ser una commodity”, sostuvo el directivo de la firma española.
Marcas, industriales, agricultores y ganadores coinciden en la necesidad de poner en valor las prendas, aunque no llegan a un acuerdo sobre cómo. “El consumidor ha estado muy lejos de lo que hay detrás de una prenda”, dijo la directiva de Ecoalf, que agregó que “al consumidor le interesa el algodón, la lana u otras fibras hasta que le tocas el bolsillo”.
“Año tras año, la sostenibilidad pierde terreno en la mente del consumidor”, reflexionó Bernardo Cruza, exdirector de sostenibilidad de El Corte Inglés, haciendo referencia a estudios de mercado realizados por el grupo que concluían que los clientes apreciaban el producto nacional, pero sólo en determinados ámbitos, como la alimentación. “Pero ese driver claramente sale perdiendo cuando se cruza con el precio”, apuntó.

Un poco más optimista se mostró Baruc Corazón, que apuntó que “ya se ha producido un cambio de paradigma entre los consumidores, pero que todavía debe llegar al mercado”, explicó, y a quién un día después le acompañaba en el optimismo Sara Diez, al frente de The Post Fiber. “Nosotros somos un ejemplo de cómo se pueden llegar a hacer las cosas bien, hemos abierto un camino a seguir tan simple como convertir en una empresa un intento de darle solución a un problema”, relató la directiva, a lo que añadió que, además, “se observa cómo las marcas están cada vez más abiertas”, haciendo una referencia directa a la reciente entrada de Mango en el capital de la compañía.
La colaboración fue el tema transversal que sobrevoló ambas jornadas. “Aunque el precio continúe siendo el driver más determinante, empezamos a vislumbrar una oportunidad de actuar y de producir de forma distinta -confiaba Diez-; en Europa tenemos la oportunidad de hacer las cosas de otra manera, pero eso necesita de una red de apoyo”. Antes, sin embargo, destacaba Marcos Guasch en Barcelona, consejero delegado de la empresa familiar de mismo nombre, la colaboración debe empezar en el interior de la compañía, “con estructuras ágiles y colaborativas capaces de adaptarse al cambio”.
“No pedimos mucho, pero porque quedamos muy pocos, y por eso hemos empezado ahora a colaborar”, ilustraba Cazador, a lo que más tarde Daniel Guerrero, responsable de sostenibilidad en Würth Modyf, empresa especializada en ropa técnica laboral, añadía que colaborar es compartir también los problemas, y aprender de ellos para ganar eficiencia y fuerza como sector.
Josep Maria Mestres, presidente de Texfor, fue el encargado de clausurar dos días de reunión del sector, escogiendo mirar hacia fuera para ilustrar la situación de la industria. “En esta industria hasta ahora hemos jugado como un equipo de fútbol, donde los delanteros son los que se llevan el triunfo por los goles, pero la cadena debe ser circular, y aunque podamos destacar en solitario, siempre será más beneficioso un sistema en el que podamos jugar, y crecer, en conjunto”, finalizó.