Entorno

Vender en China: las normas han cambiado

Sarah García

13 abr 2012 - 04:56

El  continente asiático está en el punto de mira de la mayoría de marcas de moda. El gran potencial de mercados como China ha hecho que sean muchas las empresas españolas que han pasado de producir en Asia a vender en el continente.

 

El rápido crecimiento del mercado doméstico ha atraído a los grupos internacionales y el Gobierno ha tomado medidas adicionales para controlar tanto la calidad como la seguridad de los productos que entran en China. El próximo agosto entrará en vigor la GB 18401, una nueva normativa para los productos textiles, tanto importados como del mercado doméstico, que lleva más de un año en pruebas. Estos nuevos parámetros son los que las empresas deben tener en cuenta a la hora de importar cualquier artículo a China.

 

Las nuevas normas técnicas nacionales para la seguridad de los productos textiles ya funcionan en puntos de entrada de mercancías como el del Aeropuerto de Shanghai.

 

En todo el proceso de entrada y venta de artículos textiles hay varias entidades relevantes que realizan el control de los productos. Todas ellas trabajan bajo el paraguas del Consejo Estatal de la Republica Popular China. La primera de ellas es la Administración Estatal de Industria y Comercio, más conocida como SAIC. La SAIC es la autoridad de nivel ministerial que se encuentra bajo el Consejo Estatal y dirige las oficinas provinciales de la Administración para Industria y Comercio (AIC) y la Asociación del Consumidor (CA). Además, la SAIC es la responsable de regular el mercado administrativamente; de regular la calidad y la seguridad de los productos en el mercado; de proteger los derechos e intereses de los consumidores del sector servicios y de liderar y guiar las operaciones de las Administraciones para Industria y Comercio locales a nivel estatal.

 

La segunda institución que interviene en el proceso es la Administración General para la Supervisión de Calidad, Inspección y Cuarentena (AQSIQ). Es el departamento que, a nivel ministerial y bajo el Consejo Estatal, se encarga a nivel nacional de la calidad, inspección, cuarentena, seguridad, certificación, acreditación y estandarización tanto de los productos que entran como los que salen de China. Su poder es tanto administrativo como legal y dirige directamente la Oficina de Calidad y Supervisión Técnica (QTS) y la Oficina de Inspección y Cuarentena de Entrada y Salida (CIQ). Esta última es la que más relevancia tiene a nivel nacional y es la más conocida por la mayoría de empresas que importan productos a China. Las diferentes entidades regionales de CIQ se encargan de realizar los controles en los puntos de entrada de mercancías.

 

La CIQ del Aeropuerto de Shanghai ha sido la primera en controlar  sistemáticamente la nueva normativa, hace un año, como parte de un proyecto piloto impulsado por el Gobierno.  La CIQ se encarga de supervisar, a través de controles, la calidad de los productos textiles importados que se venderán en el mercado doméstico. Esta institución es la que decide si libera o no la mercancía. El proceso de entrada y liberación de mercancías puede alargarse si se cincumple la regulación en aspectos como el etiquetado, la composición de las prendas o la presentación de documentos requeridos para pasar los controles. Según Florian Hilt, de Tüv-Süd, “ahí es donde encontramos que las empresas se equivocan más”. “La normativa china no dista mucho de otras como la europea pero, al no ser tan conocida, las empresas terminan por equivocarse en algo”, añade.

 

En caso de ser inspeccionado por la CIQ, el proceso de importación se puede alargar más de dos semanas de media. “En el mercado chino hay que conocer a las entidades relevantes que forman parte del proceso de importación: si la empresa no dialoga y se adapta, sale perdiendo”, explican desde TÜV-SÜD.
“Los errores más frecuentes entre las empresas importadoras están el desconocimiento de las entidades relevantes, errores en el etiquetado, en los informes requeridos y, sobre todo, en la comunicación con el país”, aclaran desde TÜV-SÜD.

 

“Si no se está al día sobre la regulación vigente, habrá errores”, puntualizan. Y los errores penalizan a los empresarios, no al Gobierno. Aparte de entender cómo introducir sus productos sin demoras, también deben saber cómo funciona la supervisión de los mercados una vez los productos están a la venta. La institución que ejerce un mayor control sobre las mercancías es la Adminis-tración para la Industria y Comercio (AIC). Otras como la Oficina de Calidad y Supervisión Técnica (QTS)  y la Asociación China de Consumidores (CCA) realizan controles por temporadas o campañas.

 

Las consecuencias de incumplir la normativa pueden ser la retirada de los productos, multas o la destrucción de la mercancía. Además, hay que tener en cuenta el papel de los medios de comunicación y de la CCA. En conjunto, pueden causar una gran repercusión en los consumidores y, por tanto, un deterioro de la imagen de la marca.

 

La normativa del textil no ha variado sólo para las empresas importadoras. El ministerio de Industria, Información y Tecnología del país asiático presentó, a principios de año, un informe para relanzar su industria textil. El gobierno pretende contar con entre cinco y diez marcas del país reconocidas internacionalmente y un centenar conocidas a nivel nacional en 2015.

 

El plan tiene una duración de doce años y pretende que la producción textil se mueva de las zonas costeras a las interiores, como la región autónoma de Xinjiang, una de las mayores productoras de algodón del país y generar empleo. El proyecto también contempla mejoras tecnológicas masivas en todas las fábricas para competir directamente con industrias textiles más avanzadas. Además, el plan también tiene en cuenta a la población rural como target para las marcas del país. El 45% de los ciudadanos chinos todavía vive en zonas rurales y, para el gobierno, representan tanto una fuente de trabajadores como un mercado inexplorado por la industria de la moda.

 

La moda apuesta por China

El sector textil español ha multiplicado por trece sus exportaciones a China en la última década, pasando de 25,21 millones de euros en el 2000 a 335,9 millones de euros en 2011, y los planes de negocio de muchas compañías han incluido al país asiático como uno de los mercados clave.  En los nueve primeros meses del ejercicio 2011, Inditex había puesto en marcha 79 puntos de venta en el país. Actualmente, cuenta con 222 tiendas en este mercado y sólo Uterqüe y Zara Kids no tienen presencia en el país. Mango es otra de las compañías que ha apostado fuerte por el país. La compañía entró en China en 2002 y en 2007 ya contaba con sesenta tiendas. Actualmente, Mango se centra en locales de entre 800 metros cuadrados y 1.000 metros cuadrados de superficie en ciudades como Shanghai, Pekín, Chengdu, Guangzhou y Shenzhen. Hispanitas y Jota+Ge también han fijado en China sus planes de expansión más inmediatos. El grupo de calzado prevé abrir diez tiendas en el país en un año. Por su parte, Jota+Ge proyecta la apertura de tres nuevas tiendas durante 2012.

 

También Desigual ha situado a China entre sus prioridades más inmediatas. La compañía invertirá este año 150 millones de euros en su logística. Este desembolso servirá para crear un nuevo centro logístico en Viladecans (Barcelona), uno en América y otro en Hong Kong. El sector del lujo ha encontrado en la población asiática un público fiel. Grandes conglomerados de lujo como LVMH o PPR han desarrollado con muchas de sus enseñas varios planes de expansión en el país.